Con su nuevo nombramiento real han venido nuevas responsabilidades para Kate Middleton. Algo que para muchos representa un alto costo que deberá de pagar tras haber sido nombrada como la princesa de Gales.
De ahora en adelante, la esposa del príncipe William, deberá de cumplir un nuevo protocolo; además de cargar con el enorme peso que dejó su predecesora, Lady Di.
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Entre la nueva lista de prohibiciones destaca una muy curiosa. La Casa de los Windsor ha prohibido el uso de los juegos de mesa dentro del Palacio, específicamente el ‘Monopoly’, dado que el príncipe Andrés lo consideró como “un juego conflictivo”.
La nueva princesa de Gales también tiene prohibido firmar autógrafos, una regla que de igual forma aplica para el príncipe William.
Otra de las prohibiciones es muy meticulosa y rigurosa con su vestimenta. De tal modo que Kate no podrá utilizar faldas, vestidos ni pantalones cortos, ni siquiera en verano, dado que todas sus prendas deberán ir a la altura de las rodillas, o más abajo de ser posible. Tampoco podrá dejar al descubierto sus piernas, por lo que siempre deberá usar medias naturales y sin ningún tipo de brillo debajo de sus vestidos o faldas.
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Kate también deberá despedirse de los colores y es que también se le ha prohibido usar colores muy llamativos en las uñas. Solo se le permiten esmaltes transparentes o en color nude.
Su camino a la realeza
La nueva princesa de Gales se ha convertido en un modelo para la realeza desde que se unió a la familia más famosa de Reino Unido, mostrando aplomo en sus apariciones públicas y esquivando las duras críticas vertidas sobre su cuñada Meghan.
Kate se casó en 2011 con el ahora heredero al trono, el príncipe William, y ha ido ganando importancia en las apariciones públicas a medida que la reina Isabel II reducía su agenda de actividades.
La pareja, ambos de 40 años, desempeñó un importante papel durante la pandemia del coronavirus y se han erigido en los últimos años entre los miembros de la Corona más populares después de la difunta soberana.
Antes Kate Middleton, y luego duquesa de Cambridge y Cornualles, la nueva princesa de Gales es la hija de un empresario y una azafata de vuelo, Michael y Carole Middleton.
Estudió en una prestigiosa escuela privada, el Marlborough College, y empezó a salir con William mientras cursaba historia del arte en la Universidad de Saint Andrews en Escocia.
La pareja se mantuvo unida desde entonces, a excepción de una breve ruptura en 2007 que, según Kate, la hizo "una persona más fuerte".
Trabajó un corto tiempo como encargada de compras en la lujosa cadena de moda Jigsaw antes de su boda en la histórica abadía de Westminster de Londres en 2011, en la que lució una creación de Alexander McQueen con mangas de encaje.
La decisión de William de casarse con "una plebeya" tras una larga relación contrasta con la boda en 1981 de su padre, ahora el rey Carlos III, con la aristócrata Diana Spencer, de apenas 20 años, 12 menos que él.
Desde el enlace, Kate ha explicado pocas cosas sobre su experiencia en la Corona, a diferencia de su cuñada Meghan Markle, que se casó con el hermano menor de William, el príncipe Harry, en 2018.