En tiempos de ascenso del militarismo, las artes brindaron espacios internacionales para promover a la música, las actuaciones, las danzas y otros aspectos destinados a generar mayores opiniones a favor de la democracia occidental en contra del fascismo italiano, el nacionalsocialismo hitleriano y el estalinismo soviético.
Tras el inmenso éxito logrado con la película Fantasía (1940), de Walt Disney con banda sonora generada por el director británico-estadounidense Leopold Stokowski (1882-1977), el gobierno de Estados Unidos decidió impulsar más proyectos cinematográficos de ese tipo. El mundo sumido en batallas en los frentes europeos y del Pacífico sur merecía soñar con hipopótamos y lagartos que danzaban por los aires, mientras Mickey Mouse usaba la varita mágica de la fabricación en cadena de Ford para generar más trabajo y mayores resultados, aunque la calidad fuera el punto cuestionable. Varios intelectuales centroamericanos escribieron reseñas elogiosas para aquella magna producción de coordinación gráfico-musical desarrollada por Disney y su empresa cinematográfica. Entre ellos estaba un emocionado Salarrué. En el horizonte, otra película comenzaba a alzar vuelos internacionales, como si siguiera la estela del globo terráqueo que Charles Chaplin jugueteaba con sus manos y pies en El gran dictador. Fiel a sus oscilaciones entre sus preferencias por el Eje ítalo-alemán-nipón o por las potencias aliadas, el gobierno del general de brigada Maximiliano Hernández Martínez autorizó la exhibición de ambos filmes en las salas del Circuito de Teatros Nacionales, sometido a la férrea censura oficialista.
Lee también: Analu Dada revela secreto en su video "Ella no soy yo"
Entre 1940 y 1944, la maquinaria cultural estadounidense generó múltiples conciertos hacia América Latina desde los estudios radiofónicos neoyorquinos de la CBS y la NBC, dirigidos por Arturo Toscanini y Stokowski, con patrocinio de General Motors y narración traducida al castellano por el barítono y agente artístico español Agustín Llopis de Olivares. Además, le confió a Stokowski la fundación de la orquesta juvenil All American, formada por músicos procedentes de las tres grandes porciones del continente americano, unido a una investigación de los ritmos propios de esas zonas geográficas. Comenzaba a tomar forma el proyecto fílmico de Los tres amigos, donde el pato Donald compartiría protagonismo con otras dos aves. Esos conciertos vertidos a las ondas hertzianas entre los 7,000 y los 11,870 kilociclos fueron también grabados y comercializados en discos de 33 revoluciones por minuto por los sellos Columbia y RCA Víctor, con grandes registros de ventas.
En una carta fechada el 19 de abril de 1943, Stokowski le reveló al compositor mexicano Carlos Chávez que pretendía pasar el verano en su tierra y en Guatemala, mientras dirigía a la Orquesta Sinfónica de México y participaba en la dirección de un coro de 150 personas en un concierto a beneficio de las labores de reconstrucción de la Catedral mexicana. Además, en el Teatro Lux de la capital guatemalteca tendría ocasión de dirigir a la Orquesta Progresista, núcleo fundador de la ahora llamada Orquesta Sinfónica de Guatemala.
Stokowski, practicante de yoga y devoto del jazz, poseedor de pelo blanco y ojos azules, estaba casado con la pianista Olga Samaroff y pretendía explorar durante esas visitas las notas y ritmos de las músicas autóctonas mesoamericanas, a la vez que buscaría escuchar las nuevas producciones de la música mexicana y guatemalteca, en especial la ejecutada con marimba. En parte, buscaba más materiales para la producción final de su nuevo elepé Music for all of us (New York, Simon & Schuster, 1943), pero su objetivo mayor era recolectar partituras iberoamericanas que fueran una revelación para el público estadounidense y europeo aliado, ya acostumbrado a Bach, Debussy, Stravinski, Ravel, Wagner, Tchaikovski, Williams, Moussorgoski, Milhaud y otros compositores y directores.
En el verano de 1943, la República de El Salvador contaba con una Sociedad Patrocinadora de la Orquesta Sinfónica Nacional. La entidad musical surgida en 1922 bajo la conducción del alemán Paul Müller contaba para entonces en su batuta al músico salvadoreño Salvador Humberto “Bert” Pacas Moreno (Santa Ana, 23.feb.1900-San Salvador, 04.dic.1989), más conocido como el maestro Humberto Pacas, quien el 20 de diciembre de ese mismo año contraería nupcias con Ángela Platero Dueñas y con quien se radicaría, diez años más tarde, en Louisiana y San Francisco.
Esa Sociedad Patrocinadora era dinamizada por un próspero industrial alemán, Rudolf Arthur Goldschmidt Rotinow, hijo de Arthur y Olga, nacido en Hamburgo el 20 de febrero de 1904. El 26 de abril de 1930 se casó en el templo capitalino de El Calvario con Rosa Hilda Oppenheimer Guzmán (San Salvador, 27.agto.1909-19.jul.1993), fruto del hogar formado por el francés Sylvain Oppenheimer Samuel (Frauenberg, 1872-San Salvador, 1955) y Graciela Guzmán Escalón, hija del Dr. David Joaquín Guzmán Martorell (1843-1927), autor de la Oración a la bandera salvadoreña.
Gracias a sus contactos de alto nivel, el señor Goldschmidt Rotinow consiguió que Stokowski destinara unos pocos días de su agenda veraniega para visitar la capital salvadoreña. El director autodidacta arribó por ferrocarril desde Guatemala hasta la estación Texis Junction (Texistepeque), de donde fue trasladado en una camioneta privada hacia la ciudad de Santa Ana, el miércoles 18 de agosto de 1943. Después, en un servicio regular del Ferrocarril de Occidente fue trasladado hacia San Salvador, donde el empresario industrial lo alojó en su propia residencia, situada sobre la entonces opulenta Doble Vía, hoy alameda Franklin Delano Roosevelt desde el Hospital Rosales hasta entroncar con la plaza del Salvador del Mundo.
Sabedores de su llegada al país, diversos compositores nacionales se acercaron a la residencia y a los lugares donde Stokowski iba a estar presente, para entregarle sus partituras. De inmediato, el director rechazó aquellos materiales, porque le parecía inaudito que el ritmo nacional por excelencia fuera el vals en las obras de Ciriaco de Jesús Alas, Domingo Santos, Humberto Pacas y otros.
Entre el selecto grupo que tuvo oportunidad de estar cerca de Stokowski en San Salvador se encontraban diversas personas de nacionalidad alemana. Eso revelaba que el gobierno dictatorial del brigadier Hernández Martínez había cumplido a medias con la Lista Negra de los gobiernos estadounidense y británico, porque no decomisó los bienes de esas personas ni las capturó y envió a los campos de detención para alemanes, italianos y japoneses en diversos sitios del sur de los Estados Unidos. Entre esas excepciones estaban el propio señor Goldschmidt Rotinow, así como el matrimonio amigo compuesto por el alemán George Lewinsky (Loslau, 22.marzo.1903-14.abr.1989), su esposa Susana Sophia Traumann (Hamburgo, 27.ene.1911-San Francisco, CA., 04.jun-2004), su hija Miriam (San Salvador, 1940) y su hijo Bernardo Salomón, nacido en la Policlínica Salvadoreña, el 10 de enero de 1943, quien llegaría a ser un afamado médico y catedrático estadounidense y padre de la becaria Monica Lewinsky.
Ni la embajada estadounidense ni el gobierno salvadoreño sostuvieron ningún acto oficial con Stokowski durante aquella visita a la capital salvadoreña. Para entonces, las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y El Salvador atravesaban por un momento de tensión, que no se rebajó ni por la reciente visita del virtuoso violinista Yehudi Menuhin (1916-1999).
El jueves 19, Stokowski sostuvo almuerzo y recepción nocturna en la casa de su patrocinador. A la mañana siguiente, desarrolló una actividad con la prensa reunida en la sede del Club Internacional, para entonces trasladado hacia enfrente de la esquina suroriental del parque Barrios, donde años más tarde se alzaría el Banco de Crédito Popular, derruido junto con otros de la zona por el terremoto del 10 de octubre de 1986. El director contó con la ayuda traductora del señor Goldschmidt Rotinow. Sus palabras tranquilas y sus ademanes serenos llamaron la atención de los reporteros. Uno de ellos le preguntó si pensaba dirigir a la Sinfónica que tenía como director titular al maestro Pacas, a lo que el angloestadounidense se negó y señaló que le parecía esencial fundar varios conservatorios en El Salvador, para así poder generar los cientos de músicos necesarios para crear orquestas profesionales y de renombre internacional, así como los compositores que hurgaran en las raíces nacionales y dieran con la verdadera música salvadoreña. Además, señaló que le encantaría poder dirigir una Orquesta Sinfónica Centroamericana en alguna oportunidad futura.
Por la tarde, Stokowski visitó la sede de la Orquesta Sinfónica, donde también aún funcionaba la Banda de los Supremos Poderes, para escuchar algunas partituras tocadas por sus músicos. Aunque fue amable en sus juicios, el director no externó ninguna exaltación positiva acerca de la ejecución de esas piezas. Entre su entrada y salida de aquel recinto, el joven Nicolás Ramos Henríquez (Sonsonate, 1927-San Salvador, 25.feb.1976), estudiante del primer año de Dibujo en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, trazó una excelente caricatura de aquel director musical de talla mundial. Por desgracia, los caminos de la vida sacaron de la ruta artística al caricaturista en ciernes y lo sumieron en el campo práctico de la contabilidad.
El sábado 21, a las 11:00 horas, Stokowski visitó la Escuela Nacional de Música “Rafael Olmedo”, también dirigida por el maestro Pacas. En aquel recinto, le fue ofrecida una ejecución del Dichosofuí de Ciriaco de Jesús Alas, desarrollada por el violinista Abel Ayala Bonilla y el pianista Gonzalo Vega. Pocas horas después, abandonaba el territorio salvadoreño a bordo de otro vagón del servicio internacional de ferrocarriles. Atrás dejó las partituras que le fueron entregadas y no faltó el ingenuo que dijera que las había olvidado y que había que hacer un paquete postal para enviárselas a su domicilio en Beverly Hills o en New York.
Stokowski regresaría a diversos puntos de México entre mayo y junio de 1944, pero nunca más lo haría a Guatemala y El Salvador. El maestro Pacas se marchó de El Salvador hacia Estados Unidos. El señor Goldschmidt Rotinow se convertiría en presidente de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (1948) y participaría en la fundación de la Sociedad Coral Salvadoreña o Coro Nacional de El Salvador (1950-2024), fundado por el músico rumano Ion Cubicec. Casado en segundas nupcias con Susana Valencia Velásquez, el empresario alemán se radicó en Costa Rica, donde fallecería en el Hospital Clínica Bíblica, en la capital costarricense, el 3 de diciembre de 1992. Sus restos fueron sepultados en el camposanto Jardines del Recuerdo, en Heredia.
Así cerró ese otro breve capítulo en la historia de las visitas internacionales a suelo salvadoreño.