Justin Timberlake volvió a la música seis años después de la publicación de su último álbum con un nuevo disco, "Everything I Thought It Was", lejos de la repercusión de sus anteriores trabajos y entre críticas mediocres.
"Es más probable que los extensos temas lentos de R&B del disco inspiren una siesta que un polvo", escribe Helen Brown para el diario británico The Independent en la reseña más feroz a la hora de juzgar el sexto LP del artista estadounidense.
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Bajo la aspereza de esas palabras, no obstante, la periodista señala una circunstancia sobre la que inciden todas las críticas con más o menos tacto: la excesiva duración del álbum.
"Si tuviera 10 temas en lugar de 18 (muchos de los cuales podrían perder dos minutos de duración), la redención musical de Timberlake podría ser más bien un jonrón", opina Laura Snapes para The Guardian, algo en lo que coincide con Neil Z.
Yeung para el portal AllMusic: "Un poco de foco y de edición hubieran sido de gran ayuda, porque hay aquí un gran álbum enterrado en alguna parte".
Medios como Rolling Stone salvan cortes como "Fuckin' Up The Disco", "un homenaje a su propio 'Let The Groove Get In'" y que es, a su juicio, "el punto de partida de lo que funciona en el disco frente a los lugares en los que se diluye por completo".
"Everything I Thought It Was" (Sony Music) repite de este modo la senda del previo "Man Of The Woods" (2018), un acercamiento desde el pop a la música country que no despertó ni el entusiasmo de los periodistas especializados ni el del público.
Lejos quedan los tiempos de su debut en solitario con "Justified" (2002), con éxitos globales como "Cry Me A River" (que luego Rosalía recogió como base de su canción "Bagdad"), y especialmente de sus siguientes trabajos, alabados por su carácter vanguardista dentro del r&b: "FutureSex/LoveSounds" (2005) y "The 20/20 Experience" (2013).