Una de las tumbas más visitadas en el occidente del país, muy llamativa y que siempre tiene ofrendas, es la de Macario Canizales de la Virgen, ubicada en el corazón del cementerio municipal de Izalco, Sonsonate.
La morada eterna de Canizales, además de romper con la monotonía del colorido de las tumbas que se encuentran alrededor —pues tiene un nicho totalmente negro— también se caracteriza por una cruz negra a la cabeza, luce cuidada y la protege una estructura de barrotes que permanece sin llave para que los visitantes dejen su ofrenda.
La lápida de la tumba -en acero inoxidable- no tiene más datos como la fecha de su muerte o de nacimiento, solo se lee el mensaje: “Aquí se encuentra Macario Canizales El Cachimbón”.
Diariamente, lugareños, políticos, médicos, miembros de la comunidad espiritista y vistantes de distintos sitios de El Salvador e incluso de países como Estados Unidos, Guatemala y Honduras -devotos del brujo- acuden al lugar para rendirle honor con diversos rituales.
En la sepultura le dejan flores, velas, puros, vasos con agua, bebidas alcohólicas, tamales, entre otros artículos, en símbolo de agradecimiento por favores recibidos o que están por recibir; pues aseguran que Macario aun después de muerto sigue sanando a quienes lo invocan.
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¿Quién fue Macario Canizales?
De acuerdo con Benjamín Bautista, guía turístico y coordinador de la Unidad de Archivo de la Alcaldía Municipal de Izalco —el también conocido como Hermano Macario— cuenta con perfiles diferentes, que van desde ser el que orienta a los médiums (personas que aseguran ponerse en comunicación con su espíritu) para que puedan sanar usando plantas hasta ser el que ayuda a través de la magia para propósitos materiales o amorosos.
“Macario es un espíritu. Fue un hombre humilde, bailarín, fiestero y le gustaba la parranda. El verdadero Macario es de origen mexicano y reencarnó acá (en Izalco) en el cantón Cuyagualo. Vivió en esa zona por un tiempo, se trasladó al pueblo, compró un terreno cerca del cementerio y siguió empleando sus prácticas. A finales del siglo XIX ya se conocía a Macario como un hombre que tenía el conocimiento y poder de sanar enfermos”, puntualizó Bautista.
Sin embargo, existen vacíos acerca de este personaje, ya que según la tradición oral izalqueña, cuando murió solo encontraron la ropa y unos huesos. Esto es lo que está enterrado.
“Antes, más que nada curaba gente, entonces de ahí vienen que hoy cuando hay alguna necesidad, sobre todo para una enfermedad, él sigue sanando a quienes lo invocan. Él pide que le traigan guaro y le encanta la comida típica del pueblo, como los tamales”, añadió el guía.
A la fecha, se cree que trabaja a través de los médiums, quienes son canales y han recibido del Hermano Macario la facultad de sanar. Otra vertiente del culto a Macario son los curanderos y una más son los brujos, cada quien con su propósito y "comunicación directa".
En este sentido, los investigadores Martha Herrera y Heriberto Erquicia publicaron en 2011 el documento “Macario Canizales: la dualidad étnica de un santo popular”, respaldado por la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC).
“Muchas veces se relaciona al personaje con atributos satánicos, esto genera molestias entre la comunidad de creyentes, y hace que los demás perciban a Macario de una manera distinta. Para la comunidad indígena: es un ser de luz al que se le invoca para solicitarle ayuda en la sanación de enfermedades, ya sean físicas o espirituales. Para los creyentes y practicantes: es un ser que está en el espacio y que se presenta en los momentos en los que se invoca al espíritu, el ayudador de la gente pobre”, cita la investigación.
Otros estudios antropológicos han determinado que Macario es meramente un personaje que caracteriza la dualidad del ser humano; es decir, que no es ni bueno ni malo, dependiendo de la invocación puede determinarse.
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Día de Macario Canizales
Tan importante es el culto al Hermano Macario dentro de la comunidad de creyentes, que han creado un día especial para conmemorarlo —cada 27 de octubre— visitan su tumba y en años anteriores se han programado vigilias en su honor.
A esto se suma, una cantidad considerable de tributos que llegan a la tumba el dos de noviembre, día en que se conmemora a los fieles difuntos en el país.
“Puros, incienso, velas, ocote y licor, son algunos de los elementos que se necesitan para adorar a nuestro tata izalqueño, para salvaguardar a las personas que necesitan sanación y prosperidad”, comentó a este medio uno de los chamanes más reconocidos del pueblo, que recibe decenas de clientes con problemas de salud, amor y dinero.
De esta manera, reiteró que Macario es un ser de luz y cada persona que está enferma y no encuentra la cura, “aquí, gracias a Macario, encuentra prosperidad. No hay porque tenerle miedo, simplemente la persona que se burla tiene una recompensa (castigo)”, concluyó.
Por su parte, Rafael Funes, oriundo de Izalco, realta que Macario incluso fue la mano derecha del expresidente Martínez “era su guía espiritual” a tal punto que en ese tiempo, para agradecerle toda la sabiduría que le transmitía, el gobernarte optó por poner símbolos para representarlo a él en algunos billetes de colón.
En tanto, otros habitantes de Izalco, no dejaron pasar la oportunidad para expresar un cúmulo de sucesos paranormales que han ocurrido cuando se está cerca de la tumba de Macario y se le invoca, como cambios de temperatura, aparente formación de tormentas y hasta parálisis corporal.
Cabe destacar que, aunque Izalco ha dejado atrás las características calles empedradas y su infraestructura ha cambiado, “el don y la capacidad espiritual nunca se ha perdido”.
Es un pueblo con una importante herencia prehispánica, pasó a ser un lugar destacado en la colonización de los españoles y en la historia reciente fue un poblado protagonista en el levantamiento campesino de 1932.
Así desarrolla un chamán de Izalco uno de los rituales de agradecimiento a Macario: