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Venecia, “La República Serenissima”, triunfo y tragedia en el mar Adriático Medieveal

“Venecia no era únicamente una aleación del Occidente cristiano y el Oriente islámico, también era una aleación del Norte lombardo y el Sur árabe”. Robert Paxton: Adriatic: A Concert of civilizations at the end of the modern age (New York, 2022).

Por Katherine Miller, Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA | Nov 27, 2022- 05:56

Pintura por Negretti Jacopo Palma il Giovane (1544-1628), en que Padua, la ciudad universitaria, ofrece un libro. Udine brinda un vellocino de lana.

Venecia está ubicada en el punto norte del mar Adriático. Históricamente, la primera vez que se supo de la existencia del mar Adriático fue por lo que escribió Tucídides de la guerra entre Atenas y Esparta, en el quinto siglo antes de la Era Común, conocida como la Guerra del Peloponeso.

La guerra comienza, nos cuenta el general griego, Tucídides, con los enredos políticos y militares entre Corinto y su colonia, la isla de Corcyra, que queda en el mar Adriático, un brazo largo del mar Mediterráneo que alcanza a Venecia en el norte. La isla de Corcyra (ahora conocida como Corfu) queda paralela con el talón al sur de la bota de la península italiana.

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Después, en el siglo III a.C., desde Epiro, el rey Pirrus zarpó para invadir y ocupar a la península itálica —léase el imperio romano— con el afán expansionista de ampliar su poder. Pirrus fue derrotado por los romanos, pero a tal costo a las legiones romanas que, aunque ganaron la victoria, heredó a la historia la denominación de “victoria pírrica”, en que los que ganaron, i.e., los romanos, perdieron tanto que al fin de cuentas no valía la victoria.

Venecia Historia Medieval
Pintura de Frederic William Burton de Cassandra Fedelio, humanista veneciana (1466-1558).

El imperio de Epiro, en la costa occidental del mar Adriático, sobrevivió como parte del imperio Bizantino en la edad media y ahora forma una región griega cerca del actual Albania con costa en el mar Adriático (véase, Donald M. Nicol. The Despotate of Epiros 1267-1479 [Cambridge, 2010]).

Así fue el comienzo, por escrito, enredado entre guerras y conflictos, del mar Adriático en la historia occidental. Fue poco estudiado, hasta hace unos 20 años. Pero ahora la historia fascinante de este brazo del mar Mediterráneo ha despertado interés por su papel en el desarrollo del comercio internacional marítimo, entremezclado con la historia eclesial; comenzando con la Reforma Benedictina en el siglo IX coincidente con la llegada a las lagunas del mar Adriático de los refugiados, huyendo desde Iliria (ahora el ex-Yugoslavia), para a formar Venecia.

El movimiento histórico desde la venta de sal —por los refugiados de Iliria, derivada de las lagunas de lo que iba ser Venecia—, en el siglo IX, hasta la existencia del imperio de comercio de Venecia, fue un proceso largo y complejo. Fue un proceso que duró siglos y que comenzó, primero, con la reconstrucción de las ciudades del imperio romano que decayeron en la medida que se fue fragmentando el imperio romano. La recuperación, especialmente de las ciudades portuarias y la reconstrucción de sus puertos, incluyó la existencia perenne de las estructuras eclesiales de la iglesia cristiana (los obispados). Y los obispos asumieron funciones adicionales, civiles —como la reparación de calles y acueductos—, la administración de justicia municipal, procesos sine qua non para el ejercicio del comercio marítimo.

Consideramos el poder creciente de Venecia con el ejemplo de la ciudad portuaria de Dubrovnik, una de las ciudades más reconocidas de este mar, en la costa oriente norte del continente que abarca el Adriático. Dubrovnik constituyó, durante la Edad Media, un puente entre el Occidente y las grandes tierras de los eslavos en todo los Balcanes. Pero Dubrovnik funcionó durante 150 años bajo el control estricto de Venecia, desde el norte del Adriático. ¡Tal era su poder comercial que Venecia nombró hasta los obispos de Dubrovnik!

Esto nos lleva a la centralidad de Venecia para el mar Adriático, especialmente a causa de su monopolio por medio de enredos intrigantes con Bizancio y Constantinopla, del comercio internacional marítimo hacia toda Europa. Venecia, por medio de este monopolio, sirvió como una especie de embudo para el flujo exclusivo de la riqueza del Oriente hacia Europa. Y por eso, la “República Serenísima” fue conocida como uno de los últimos pasos largos de la Ruta de la Seda y, por consecuencia, el mar Adriático; durante siglos, fue conocida como la “Bahía de Venecia”.

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En un avance rápido de la camera, se puede imaginar al mar Adriático en el siglo XII con la forma de una calle enorme, y las ciudades de los lados oriental u occidental como suburbios de Venecia, así como que fueran todos parte de un solo mundo urbano único. Venecia sabía cómo manejar y adaptar las formas de poder y el dominio local aun hasta los Balcanes; y logró integrar, por medio de su propio dominio del lado oriente del Adriático, de tal manera que llegó a ser un imperio marítimo de comercio en el mar —y no por tierra ni por ríos— que subordinó las ciudades e islas con respecto a la centralidad del diseño político y económico veneciano.

¿Cuál podría ser la relación, metafóricamente hablando, de la “Serenísima” con el comercio, por ejemplo, de la belleza y sutileza de la seda, tan suave, engañosa y hasta milagrosamente seductiva? Los mercaderes de Venecia visitaban los puertos de Asia Menor, de Egipto, del mar Negro; y de estas regiones trajeron la seda del Oriente Lejano. La política de intriga y negociaciones eran parecidas a la suave y lujuriosa seda cayendo de los hombros de una cortesana, las tan famosas de Venecia.

Pero debajo de la superficie del comercio existía la violencia y rapacidad como, para citar un solo ejemplo, en la producción exclusiva de la Isla de Murano de los objetos lujosos de vidrio, también monopolizado por Venecia a tal modo que, si un maestro de las vidrieras escapó y huyó a otra región y comenzó, con sus conocimientos del gremio de Murano, su propia producción del vidrio fino, el gremio de Murano, para mantener el monopolio y valor de su vidrio fino, simple y sencillamente enviaría, silenciosamente, sicarios para acabar con este nuevo proyecto. Este es un ejemplo de las intrigas violentas que guardaban los monopolios y secretos del gremio de muchas empresas venecianas: es decir, debajo de la serena superficie de producción y comercio pulido en el Adriático.

El poder comercial de Venecia fue consolidado e impuesto en muchas ciudades portuarias entre el siglo XIII y siglo XV. Por ejemplo, llegando al año 1000, Venecia poseía el navío más poderoso en el mundo, y sus servicios podían ser comprados, por ejemplo, por Constantinopla, al precio de privilegios, acuerdos comerciales, cláusulas preferenciales o una reducción de cobros aduaneros; además del requisito que todos los bienes tenían que ser cargados exclusivamente en barcos venecianos. El poder de Venecia no fue impuesto por medio de quitar la soberanía de ninguna ciudad portuaria en el mar Adriático. Las modalidades del manejo del comercio marítimo eran suaves y sedosas en la superficie, pero, a veces, brutal y violento debajo de la superficie diplomática y serena. Así que Venecia se movió para dominar muchas regiones, requiriendo condiciones especiales para el comercio con Venecia y sus mercaderes por medio de juramentos de alianza denominadas fidelitas, que eran impuestos y pagos militares obligatorios. En estas y otras maneras, Venecia no ejerció soberanía militar y directa sobre las ciudades de las costas del mar Adriático.

Venecia Historia Medieval
Mapa del mar Adriático mostrando Venecia y las ciudades portuarias.

Hay que notar que, al otro lado de la península italiana quedan otros mares: el Tirren (Tyrrhenio), el Egeo, el Jónico, el mar de Liguria, el Mar de Marmora. Pero la región adriática fue “venetizándose”, en especial en la construcción de barcos de guerra y de carga comercial en el Arsenale, en la industria de vidrio tan famosa de la isla de Murano, en el comercio con la Ruta de la Seda desde el Oriente que trajo sedas, especias, esclavos, vino, pescado, aceite y mucho más, desde China y también de los Balcanes a los talleres de Venecia que alimentaban el comercio marítimo internacional de “La Serenissima”. Egidio Ivetic, en su obra maestra, History of the Adriatic. The Sea and its Civilization (2022), declara que “Venecia creció con el Adriático, y el Adriático llegó a ser lo que era por medio de Venecia”.

De hecho, para los venecianos, la riqueza fue sinónimo de comercio. Ser dueño de terrenos en la tierra firme del continente fue considerado, por los aristócratas, como un peligro. En 1274, fue pasada una ley que prohibió la adquisición de tierra “porque el ocio y calma de la vida en la tierra firme del continente matan el amor del mar”.

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Y con todo este poder, Venecia celebró su famosa boda annual con el mar. El Día de la Asunción de la Virgen María. El barco especial Bucintoro encabezó una procesión al mar donde el Doge, proponiendo un matrimonio entre Venecia La Serenísima y el mar, tiró un anillo matrimonial de oro al mar. El anillo fue recogido “milagrosamente” por un pescador ya listo a recogerlo y presentarlo, arrodillado, al Doge en señal que el mar había aceptado el “Sposalizio del Mare” (la propuesta de matrimonio) con Venecia.

Pero la relación mayor de Venecia con la Ruta de la Seda fue con Constantinopla. Esta relación —que era muy complicada y compleja— entre Bizancio y Venecia llegó a ser más y más difícil en el siglo XII e irrumpió en guerra, confiscaciones y capturas y encarcelamientos de los mercaderes venecianos por Bizancio. Pero una vez resuelta la situación, el comercio continuó en medio de disputas y tratados por muchas décadas.

Entra William Shakespeare en el siglo XVII para dibujar parte de estos procesos históricos y dramáticos en su “comedia oscura”, El Mercader de Venecia, que nos presenta una metáfora en grande de las prácticas comerciales voraces de los venecianos vistas por los ojos de Londres: el malicioso contrato de préstamo, el rompimiento de lo que implicaba el pago de una multa de una “libra de carne” del mercader veneciano, Antonio. Y en su tragedia, Otelo, el Moro de Venecia, Shakespeare nos presenta casi una fotografía histórica de la amenaza interna al poder político de Venecia con el sorpresivo matrimonio de la hija de un senador veneciano, Desdémona, con el jefe de la fuerza militar naval de la República, Otelo; y la amenaza internacional a la soberanía de una de las colonias de Venecia por los turcos en el Mediterráneo Oriente, contra la isla de Ciprés.

Venecia Historia Medieval
Una vista general del casco antiguo de la ciudad de Dubrovnik, en la costa adriática de Croacia. Foto: AFP

La serenísima fue capaz de llegar a ser la reina directa e indirecta de la región Adriática, con controles visibles e invisibles en regiones internacionales. En el Rialto veneciano había persas, armenios, tártaros, egipcios, turcos y árabes congregados efectuando sus transacciones comerciales, mientras los mercaderes de Venecia visitaban las ciudades portuarias de Asia Menor, egipcias y el mar Negro, de donde trajeron las fabulosas fábricas de seda del Oriente.

Se vislumbró la caída vertiginosa de Venecia en las exploraciones de España y Portugal, cuando comenzaron su búsqueda para una nueva ruta a la India para quebrar el monopolio que mantenía Venecia sobre la importación de los ricos productos del oriente que llegaron por medio de Constantinopla y la Ruta de la Seda, y la exportación de estos a Europa. Ahora había otra ruta, otros mercados. La escritura estaba en la pared para Venecia.

Dibujando la tragedia medieval de Venecia, trazamos el ejemplo de su comercio más famoso: la seda veneciana, que llegó a su auge en el siglo XVI con la existencia en Venecia de 10,000 telares para la confección de tela rica y lujosa de seda trabajando en la región Adriática bajo el eje y control de Venecia. Eventualmente, los pleitos internos con sus contrincantes y aliados bizantinos desembocaron en la caída del mercado y monopolio veneciano de seda. Fue remplazado, casi forzosamente, por los mercaderes y telares de los gremios franceses, y el centro de la producción de seda se trasladó desde Venecia a Lyon. Y así todo el imperio comercial internacional de la república veneciana (véase “Venetian Silks”, la publicación de la Society of Chemical Industry in Basle Switzerland, Ciba Review 29).

Como estamos en los tiempos medievales, se vislumbra, en esta situación de Venecia, una tragedia griega, pero en forma medieval. La rueda romana de la fortuna presentada por Boece en su Consolación de la Filosofía había llegado a pleno círculo y la gloria y riqueza de este mundo figuraba como la fama caída, como reza el motivo central de la Edad Media: Sic transit gloria mundi (Así cae y se deshace la fama de este mundo).

Venecia es una metáfora más del mundo medieval, y podemos aplicar otros ideés fixes medievales: “Ubi sunt qui antes nos fuerunt” (¿Dónde están los que andaban antes de nosotros?).

O, se puede preguntar, a Francois Villon, quien declaró en el mismo siglo XV pero desde Francia: “Ou son les neiges du temps jadis” (¿Dónde están ahora las nieves del año pasado?). Tal vez diremos en nuestro siglo: ¡Cómo han caído los poderosos!

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