Si hay algo valioso de la estructura histórica del Hospital Nacional Rosales, esa es la capilla de lámina troquelada. ¿Por qué?
La arquitecta Ayansi Avendaño, especialista en el tema y catedrática de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), lo argumenta. El pequeño templo católico es el corazón del valiosísimo conjunto histórico del centro hospitalario -construido por la belga Sociedad de Forjas de Aiseau en 1902-, que es uno de los referentes de lámina troquelada que existen en el país.
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"Es el mayor conjunto en un solo sitio de edificios construidos por esa fábrica (Aiseau), o sea, nos hace a nivel mundial únicos; bueno, sobre todo la capilla del hospital (que) fue diseñada exclusivamente para El Salvador, mientras que los pabellones y demás edificios eran de catálogo...", explicó la profesional.
Precisamente por esto, la Asociación Comunal Pro Rescate de la Colonia Flor Blanca pidió públicamente proteger, sobre todo, la capilla y lo que se pueda salvar del antiguo edificio del emblemático hospital de los capitalinos, a inicios de enero de 2025.

Sin embargo, según lo manifestado por el investigador y escritor salvadoreño residente en Barcelona, Carlos Cañas Dinarte, el área en la que se encuentra aún esa joya religiosa del tesoro cultural en cuestión sería convertida en estacionamiento, según le indicaron fuentes que prefirieron el anonimato.
El intelectual es una de las voces que suele denunciar lo que considera atentados contra el tesoro cultural de todos los salvadoreños, lo que le ha valido una serie de ataques por parte de los que apoyan las decisiones del gobierno de Bukele.
En sus redes sociales, ofrece argumentos sobre por qué hay que proteger las huellas y expresiones históricas que dan identidad a El Salvador como nación, recordando que es responsabilidad de todos los salvadoreños proteger su patrimonio.
La respuesta de los internautas siempre está dividida entre quienes lo apoyan y quienes opinan que "lo viejo", "lo ruin", "lo antiguo" debe dar paso a la modernidad.

"Si es que a eso se le puede llamar. Hospital. Me parece que era mas. Bien un basurero", Quejarse de todo sin ninguna razón es lo único que sabe hacer la oposición", "Estamos de acuerdo con las buenas transformaciones señor presidente", "Esas instalaciones no abonaban en nada a la pronta recuperación de los pacientes. La gente debe entender que si bien todo lo histórico es antiguo, no todo lo antiguo es histórico", "A lo que la oposición le llama patrimonio nacional, con razón jamás se preocuparon en construir lugares dignos para la población", "Quejarse de todo sin ninguna razón es lo único que sabe hacer la oposición", son algunos de los comentarios de los que apoyan la intervención del Rosales, sin tener información detallada de lo que incluye la intervención.
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Pero lo antiguo no tiene porque reñir con lo moderno; es más, alrededor del mundo hay un sinfín de pruebas de que pueden coexistir y aportar al desarrollo socioeconómico de un país, cuando existe voluntad.
HERRAMIENTA DE DESARROLLO
Un ejemplo evidente en territorio salvadoreño es el centro comercial Galerías Escalón, en donde los constructores apostaron por conservar la antigua residencia donde funcionó por varios años la Organización de Estados Centro Americanos (ODECA), que data de 1950.

Hoy, en el centro de esa popular área de comercio, la casona alberga una serie de negocios y ha sido escenario de una diversidad de eventos culturales.
Pero tal vez, el máximo ejemplo del valor que una sociedad otorga a su historia, identidad y patrimonio es el caso del templo católico Notre Dame de París, en Francia, que unió a la sociedad francesa para devolver el esplendor de la iglesia de más de ocho siglos de antigüedad -862 años-, que estuvo a punto de ser destruida por un incendio el 15 de abril de 2019.
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Antes de finalizar diciembre de 2024, el mundo entero celebró y aplaudió la reapertura del templo parisino, cuya inauguración incluyó espectáculos culturales y representaciones diplomáticas de diferentes partes del mundo, incluido el vicepresidente salvadoreño Félix Ulloa.
La estructura del antiguo edificio, cuya apertura se registró en marzo del año 1163, bajo el papado de Alejandro III, incluye madera, piedra y metal, según lo detallado en el sitio retokommerling.com. Para concretar su restauración, se emplearon madera de 1500 árboles de cedro, 1300 m3 de piedra caliza, 4000 m2 de láminas de plomo y 1000 grapas de hierro.

"El secreto mejor guardado en la construcción original de Notre Dame: estabilización de los sillares con grapas de hierro. Tras perder la cubierta en el incendio, esta técnica, desconocida hasta la fecha, quedó a la vista y se volvió a utilizar para la reposición de las piedras donde apoyan las estructuras de la cubierta, en la coronación superior de los muros", se destaca en la nota antes citada, resaltando así la intervención de profesionales de la restauración de múltiples disciplinas.
Este es el mejor ejemplo de una sociedad consciente del valor de su tesoro cultural, carta de presentación de un país ante el mundo, de esos edificios "antiguos", "viejos", que generan un aporte valioso a la economía de un país, atrayendo turismo.
Claro, para ello se requiere tener conocimiento y voluntad de hacerlo. Para la experta en memoria histórica y doctora en Arte y Patrimonio por la Universidad de Sevilla, España (con Mención Internacional Cum Laude, 2023), Magaly de Castellón, la cultura es un derecho que está legalmente establecida por las leyes de El Salvador y por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
LA LEY ES CLARA
La Constitución de la República establece que el patrimonio histórico del país debe ser protegido por el Estado, que es el gran administrador de los bienes de todos los salvadoreños, verdaderos propietarios de ese tesoro. "Art. 63. La riqueza artística, histórica y arqueológica del país forma parte del tesoro cultural salvadoreño, el cual queda bajo la salvaguarda del Estado y sujeto a leyes especiales para su conservación".

La Ley de Cultura de El Salvador también lo contempla: "Artículo 4. El derecho a la cultura es inherente a la persona humana, en consecuencia es obligación y finalidad primordial del Estado proteger, fomentar, difundir y crear las condiciones para el desarrollo de los procesos culturales y artísticos impulsados por la sociedad, tomando en cuenta la diversidad cultural de los pueblos".
Otra ley secundaria que lo confirma es la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador: "Art. 1. La presente Ley tiene por finalidad regular el rescate, investigación, conservación, protección, promoción, fomento, desarrollo, difusión y valoración del Patrimonio o Tesoro Cultural Salvadoreño, a través del Ministerio de Educación o de la Secretaría de Estado que tenga a su cargo la administración del Patrimonio Cultural del país, quien en el transcurso de la presente Ley se denominará el Ministerio".
Asimismo, El Salvador ratificó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la Unesco, el 8 de octubre de 1991.
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La estructura antigua del Hospital Nacional Rosales figura en el listado del Patrimonio Cultural de El Salvador, por ello la primera opción que debió considerarse era la posibilidad de restaurar lo que se podía salvar, después de ejecutar un estudio técnico avalado por profesionales en materia de restauración.
Sin embargo, se desconoce si existe alguno o los detalles específicos de la intervención que se realiza a ese bien cultural de los salvadoreños, como ya ocurrió con el antiguo edifico de la Biblioteca Nacional que fue demolido y la intervención del Palacio Nacional de San Salvador que registró la destrucción de elementos históricos de dicha arquitectura, entre otros inmuebles.

"Sin educación es difícil saber lo que se tiene y por lo tanto se ignora el compromiso que cada ciudadano debe tener como defensor y cuidador de su patrimonio", expresa Magaly de Castellón.
Similar opinión tiene la arquitecta Ayansi Avendaño, quien opina que el principal enemigo de los edificios antiguos son los mismos ciudadanos.
"... tal vez lo que más le afecta a esta arquitectura somos nosotros, en no reconocer que son edificios de valor justamente por sus materiales y por su sistema constructivo, porque ya no los hacemos y eso los hace valiosos y los hace singulares. Y lo que pensamos es que, al demolerlos, podemos hacer estacionamientos y lugares aparentemente más lucrativos y creo que eso es evidencia también de una debilidad de nuestra cultura en general y nuestra cultura arquitectónica, qué es la que principalmente afecta a estos edificios", concluyó.