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Mademoiselle Charvin Guipon, fundadora de la educación preescolar en El Salvador

Hace 140 años, en la ciudad de San Salvador fue fundado el primer kindergarten nacional.

Por Carlos Cañas Dinarte | Nov 02, 2024- 08:29

Augustine Charvin Guipon en una fotografía hacia 1885.

Cuando el 2 de abril de 1879 la educadora francesa Augustine Charvin Guipon desembarcó en el puerto de La Libertad tenía 40 años. Nacida en la ciudad de Nancy (Meurthe-et-Moselle, Lorraine), el 11 de junio de 1838, en el hogar de Napoleón Charvin y Josephine Guipon, llegaba contratada por el gobierno presidido por el médico Dr. Rafael Zaldívar y formaba parte de un segundo grupo de personal francés que se necesitaba para reforzar las áreas educativas y militares de El Salvador.

Esta nueva oleada francesa había sido seleccionada en París por el abogado y escritor colombiano José María Torres Caicedo, nacido en Santafé de Bogotá, en marzo de 1829. Miembro fundador de la Academia de la Lengua de Centro-América, germen sansalvadoreño de la primera Academia Salvadoreña de la Lengua, entre 1875 y 1885 fungió como representante diplomático salvadoreño ante los gobiernos de Francia, Santa Sede, Bélgica, Holanda, Inglaterra, España y Alemania. Redactor de la prestigiosa revista parisina El correo de ultramar, fue uno de los creadores del término Latinoamérica o América Latina, en oposición a la América Hispana o Hispanoamérica impulsada por la corona española. Tan destacado personaje para nuestras relaciones internacionales terminó sus días el 25 de septiembre de 1889, preso en las redes de la locura, amarrado al pie de un poste, en el asilo para orates de Charenton.

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Entre 1852 y 1878, mademoiselle Charvin desarrolló su actividad docente en París, Lyon, España y México, por lo que dominaba la lengua castellana. Su propósito original era abrir una institución educativa oficial de nivel superior para las mujeres salvadoreñas, cuyo intento más reciente había sido hecho el 15 de noviembre de 1868 por las institutrices francesas María Lesquoy y Lucía Poupinelle, llegadas a la capital salvadoreña el 30 de octubre de ese mismo año.

El nuevo Colegio Normal de Señoritas fue fundado en septiembre de 1879 y la señorita Charvin lo condujo hasta noviembre de 1882, cuando finalizó su contrato de tres años (Diario Oficial, San Salvador, tomo 8, no. 64, 14 de marzo de 1880, pág. 259). Después, dicho plantel fue puesto al mando de Laura Hall (educada en el convento londinense Sœurs de la sainte union des Sacrés Cœurs, dirigió antes el Instituto Normal Central para Señoritas Belén de la ciudad de Guatemala) y Refugio Morán, quienes renunciarían a sus cargos en diciembre de 1885.

Con su nombre castellanizado a Agustina y ya alejada de la formación media de las mujeres salvadoreñas, gestionó ante el mandatario Dr. Zaldívar para que se le permitiera fundar una institución educativa que velara por la educación de la niñez de aquel El Salvador finisecular.

Así fue como, a inicios a inicios de 1884, fue puesto al servicio del público nacional el Jardín de la Infancia, primer kindergarten nacional y centroamericano, inspirado en la institución preescolar iniciada en 1837 por Friedrich Fröbel (1782-1852) en Blankerburg, localidad alemana de donde el término (kinder, niños y garten, jardín), llevado en manos y mentes de sus discípulos, se expandió por el oeste de Europa, Estados Unidos y América Latina entre 1850 y 1870.

Tres fotografías de niñas y niños de San Salvador, caracterizados para la festividad del 12 de octubre o Día de la raza de 1916. Aunque los kindergarten capitalinos eran instituciones oficiales, a ellos asistía la descendencia de la élite socioeconómica de la capital. Imágenes digitales proporcionadas por la Biblioteca Especializada del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán, colonia San Benito, San Salvador.

Según las innovadoras propuestas de ese educador germano, todo kindergarten debía estar basado en la idea de la importancia del juego en la formación de la niñez, en un ambiente en que se pudieran educar libres y sanos, mediante juegos, canciones, materiales especialmente elegidos para trabajar e historias dirigidas a las necesidades de las personas de más corta edad.

Conocedoras ya de esa filosofía educativa, ese primer Jardín de la Infancia de toda el área centroamericana fue cofundado por la señorita Charvin, la mentora vicentina Victoria Aguilar y la profesora Carmen Menéndez. Debido a la soltería de las tres educadoras, de allí se deriva la costumbre tan extendida en El Salvador de llamar señoritas a todas las educadoras de niveles iniciales.

Mediante los aspectos lúdicos sugeridos por el método pedagógico de Fröbel, esa primera institución parvularia nacional utilizaba el juego para desarrollar los cursos de Lectura, Aritmética –que incluía el uso del sistema métrico decimal, adoptado oficialmente por El Salvador en 1885-, Lecciones objetivas, Geografía, Francés, Historia natural, Principios de fisiología e higiene, Gramática castellana, Religión, Calistenia y Piano. Algunas de estas materias contaban con el auxilio de un museo escolar y de varios mapas, de fabricación europea, para geografía física, política y meteorología.

Compuesto por tres secciones con dos grados cada una –establecidos bajo el criterio de los conocimientos y no el de la edad-, al Jardín de la Infancia asistía más de medio centenar de niñas y niños, número que en 1887 se triplicaría. Entre aquel cúmulo de energía y algarabía se encontraban José Mejía, Luz Gómez, Clotilde Fiallos, Mercedes Mejía, Lucía Dreyfus, Adela Delgado, Concepción Peralta, Dolores Castañeda, Ángela Hidalgo, María Luisa y Enrique Pawski, Josefa Delgado, Fernando Párraga, Carlos Leiva, Maura Alfaro, María Teresa Mendiola, Salvador Jirón, Emeterio Paredes, Héctor Blanco, Federico Posada, Francisco Zaldívar, Estanislao van Severen, Jorge Esquivel; Ignacio y Carlos Zepeda; Leonor, Elena y Carmen Meléndez; Sara Lemus, Isabel Romero, Ester Meza, Coralia Trigueros, Soledad Castillo, Laura y Carmen Bousquet; Etelvina Ambrogi, Alfredo Trigueros, Alberto Bueron; Ricardo y Héctor Moreira; Miguel Fuentes, Manuel Fiallos, Francisco Lagos, Berta Dreyfus; Concepción y Ángela Manzano; Mercedes Barraza, Dolores Ayala y Margarita Bernabéu; Vicente Sol, Juan Ramón Uriarte, Carlos Leiva, Víctor Jerez y Manuel Castro Ramírez.

Según lo reporta el Diario Oficial del viernes 12 de diciembre de 1884, la mayoría de estos niños se presentó a la Universidad de El Salvador (ahora Predio Universitario, contiguo a la Catedral de San Salvador). Entre el 24 y 29 de noviembre de ese año, allí se sometieron a diversos exámenes públicos, ante un jurado evaluador compuesto por los doctores Rafael Reyes, Jorge Aguilar y Esteban Castro. Finalizado ese requisito de ley, el 30 aquellos estudiantes fueron honrados y premiados por el entonces Ministerio de Instrucción Pública.

La misma fuente periodística del lunes 21 de diciembre de 1885 reporta que en los exámenes desarrollados entre el 1 y el 7 de diciembre de 1885 sobresalió la alumna sordomuda Mercedes Peralta, instruida con grandes empeños y progresos por la profesora Victoria Aguilar. Pocos años más tarde, la señorita Peralta entró a trabajar como empleada en el mismo centro educativo. Ese fue el origen de la educación orientada a la población salvadoreña con capacidades especiales.

Hasta 1890, el Jardín de la Infancia estuvo localizado cerca de la Iglesia de La Merced, sobre la calle del Calvario, ahora 6ª. calle oriente. En 1895 se trasladó a un nuevo local sobre la antigua 9ª. avenida sur, frente al Hotel Inglés.

Instalado en su nueva sede y siempre bajo la dirección de la señorita Charvin, el Jardín de la Infancia desarrolló sus actividades de este año lectivo entre el 1 de febrero y el 25 de noviembre. Asistían en ese momento 30 alumnos de 3 a 10 años -quienes podían acudir en calidad de externos o medio internos-, al igual que con 49 alumnas de 3 a 14 años, integradas al régimen del plantel en calidad de externas, medio internas o internas.

Partida de defunción de la educadora Charvin Guipon, conservada en el Registro Civil de la Alcaldía Municipal de San Salvador.

Los de menor edad recibían clases diarias de Lectura, Escritura, Dictado, Francés, Aritmética, Geografía general, Clase objetiva, Moral y urbanidad, Recitación, Calistenia y Labores de mano. Mientras, los estudiantes ya mayores eran instruidos en Lectura explicada, Escritura, Dictado, Traducción, dictado y gramática francesa, Aritmética, Geometría, Geografía de El Salvador, Historia de Centro América, Clase objetiva, Moral y urbanidad, Historia sagrada y Labores de mano.

Poco a poco, la educación parvularia brindada por esa primera institución centroamericana había ido calando hondo en las mentes de la población salvadoreña, tan reacia muchas veces a los cambios positivos. Pero el tiempo también había realizado su labor en la persona de la señorita Charvin y sus colaboradoras, por lo que hubo necesidad de establecer otro kindergarten oficial en San Salvador. Llamado Kindergarten no. 2, fue fundado en mayo de 1896 por el Ministerio de Instrucción Pública, presidido entonces por el humanista integral Francisco Gavidia. Con sueldos mensuales de 70 y 50 pesos, las educadoras Asunción Álvarez y Jesús Peña fueron nombradas directora y subdirectora.

Tras muchos años de efectiva labor docente en diversos centros educativos del área metropolitana, mademoiselle Charvin se jubiló y pensionó. En reconocimiento a su labor, en la sesión plenaria del 14 de marzo de 1900, la Asamblea Legislativa acordó entregarle un diploma de honor al mérito "como débil muestra de gratitud por sus servicios a la Patria en la noble carrera del magisterio".

Rodeada de pobreza y aquejada por la gripe, cerró sus ojos hacia la eternidad en el barrio Centro (San Salvador), a las 07:00 horas del viernes 4 de marzo de 1921, bajo la asistencia médica del Dr. José Maximiliano Olano. Llorada en sentidos artículos por los periódicos de la época, también recibió el homenaje del gobierno nacional, que el sábado 5 emitió el acuerdo ejecutivo en que declara su fallecimiento como "sensible pérdida para el Magisterio Nacional". Sus restos fueron depositados en una tumba de la Sección de Hombres Ilustres del Cementerio General sansalvadoreño, pero su recuerdo y su legado educativo aún permanecen. Un colegio privado ubicado en el no. 1739 de la 10ª. avenida sur, en el barrio capitalino de San Jacinto, le rinde homenaje al ostentar su nombre castellanizado.

Su compañera Victoria Aguilar también le rendía cuentas a la vida en San Salvador, el jueves 25 de septiembre de 1941, a los 72 años. Fruto de su unión matrimonial con el ingeniero y educador Pedro Bedoya Larrave nació María Agustina Bedoya Aguilar, quien fungió durante muchos años como directora del Kindergarten Agustina Charvin y como inspectora capitalina de educación parvularia. Por sus notables aportes en esta rama educativa, su nombre lo ostentan tres jardines de la infancia, situados en Cojutepeque y en San Salvador (19ª. avenida norte y en la calle 5 de noviembre).

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Para 1940, las cifras estatales arrojaban la existencia de 51 instituciones parvularias (8 oficiales, 2 municipales y 41 particulares) y 2,717 estudiantes, de un total nacional de 1,285 centros educativos, con una población escolar estimada en 89,900 educandos.

En la actualidad, en el país hay cerca de 800,000 estudiantes en edad de asistir a los niveles inicial, preescolar y parvulario, pero la cobertura oficial sólo permite atender a menos del 58%. Pese ello, es indudable que se ha hecho un notable avance frente a la cobertura que había en 1994 y mucho más respecto a las cifras de 1940, 1887 y 1884, aunque en 2024 hay un retroceso notable a niveles del año 2019.

Pese a que ahora el olvido histórico bate sus alas sobre sus nombres, la señorita Charvin, sus colaboradoras y sus discípulas en el arte de educar a las mentes más jóvenes pueden estar orgullosas de que su obra no ha sido en vano. En el siglo XXI siempre habrá estudiantes a quienes el juego y las demás actividades compartidas educarán y desarrollarán en sus áreas socioafectiva, psicológica, motora y cognoscitiva.

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