Luego del desalojo de vendedores en el centro de San Salvador, icónicos edificios han tomado protagonismo. Algunos se mantienen intactos y otros han sido renovados; sin embargo, todos cuentan con un encanto especial. Tal es el caso del inmueble en el que por décadas funcionó el que se considera el primer bar y restaurantes del país: el Café-Bar Lutecia.
Actualmente, en la infraestructura ubicada en la 1ª Calle Oriente y 2ª Avenida Norte de San Salvador, se encuentra un agencia del Banco de América Central, pero la esencia de Lutecia sigue plasmada en un elegante y vistoso mural que coquetea con cada visitante, en el que mujeres y hombres vestidos según la moda capitalina de principios del siglo pasado son el elemento destacable de la obra.
De acuerdo con archivos de El Diario de Hoy (EDH), este mural fue pintado en 1978 por el artista salvadoreño Miguel Ángel Polanco, a fin de recrear el ambiente del San Salvador de ayer.
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En este mismo edificio, también estuvieron otros bancos y almacenes; no obstante ancianos capitalinos extrañan únicamente al "Café Lutecia", el cual operó hasta los años 80.
Según Juan Manuel Castro, un salvadoreño de 89 años, quien conoció y disfrutó del referido restaurante decente, elegante y de calidad en el servicio, este tenía salones para recepciones, igual que los que exhiben los hoteles de lujo de hoy.
A la vez, Castro destaca que Lutecia debía visitarse con el vestuario formal que imperaba en su época de niñez y juventud, es decir utilizando sombrero, traje y corbata.
Especialidades
Más allá de sus elegantes instalaciones, en Lutecia resaltaban sus exquisitos platillos que servían como almuerzos y cenas, pero sobre todo por sus refrescantes minutas y refrescos naturales, así como por los licores y vinos nacionales y extranjeros.
Otra de las razones por las que el Lutecia atraía más clientes que otros establecimientos era que ofrecía conciertos de música interpretados por la Marimba Orquesta Internacional de los hermanos Irigoyén Ruiz, una de las mejores de la época
Juan Manuel menciona que el Lutecia era visitados por la clase media del país, aunque el libro "Postales salvadoreñas del ayer", de Stephen Grant, lo registrado como un sitio de reunión de las distinguidas personalidades de la sociedad capitalina de aquel entonces.
Pese a su imagen de lujo, la clientela creció desde su inauguración. El nombre de sus fundadores no se conoce exactamente. Aunque, Grant expresa que los señores Saturnino y Federico Bengoa, hermanos españoles que fundaron la cafetería “El buen gusto”, eran propietarios del Café Lutecia.
Fue inventariado por el Ministerio de Cultura entre los inmuebles con valor cultural, en propiedad de la Fundación Bloom.
Por su parte, el historiador Carlos Cañas Dinarte afirma que el edificio fue construido en 1928, por el arquitecto e ingeniero civil, Daniel Domínguez Párraga.
De esta manera, el edificio, por su antigüedad, historia y rasgos arquitectónicos, marca una época porque constituyó el primer y exclusivo café-bar de San Salvador.
Cabe destacar que, para inicios del siglo XX, los bares en la ciudad eran exclusivos para hombres. Lutecia era el nombre que llevaba antiguamente la capital de Francia, París.