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Israel Elías Bojorge, el último paladín de la música ancestral salvadoreña

La cultura popular tradicional salvadoreña poco a poco se desvanece, pero esta posee todavía algunos defensores, entre ellos este "churriero" que busca trasladar sus conocimientos a las nuevas generaciones.

Por Elis Silva | Sep 08, 2024- 06:00

El currículo de Israel Elías Bojorge es vasto, pero muchos lo conocen por su labor como profesor de Lenguaje Musical, Expresión Corporal, Flauta Dulce, Coro y Juegos Populares Tradicionales; e investigador de la Cultura Popular Tradicional Salvadoreña, Música y Baile en el Centro Nacional de Artes (Cenar). / Foto Por EDH / Menly González

Es un hecho que El Salvador está perdiendo su identidad cultural por completo, el bombardeo en redes sociales y otras plataformas digitales de los estilos de vida de otros países han influenciado a las nuevas generaciones.

Sin olvidar el paro que el Gobierno impuso a proyectos y casas de la cultura que con poco apoyo trataban de promover la verdadera identidad salvadoreña.

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Al observar esta situación, algunos se preguntan ¿qué conocimientos tiene la población sobre nuestro origen?, ¿quién nos dirá de dónde venimos? ¿quedarán vestigios de nuestras tradiciones para el futuro? ¿quién velará por transmitir lo que nuestros antepasados nos dejaron como herencia?

Una de las mejores formas de responder a todos estos cuestionamientos es ir directo a la fuente, y con este artículo se quiere llegar en específico a los orígenes ancestrales de la música salvadoreña.

El maestro está interesado en compartir lo que comprende la música y la danza popular tradicional salvadoreña.
El maestro está interesado en compartir lo que comprende la música y la danza popular tradicional salvadoreña. Foto: EDH / Menly González

No hablamos de "El carbonero", del himno nacional y mucho menos del xuc; es retroceder aún más en el tiempo y llegar al punto de partida. Para obtener respuestas nos dirigimos a la casa de Israel Elías Vásquez Bojorge, un acervo de la música popular tradicional salvadoreña, como él le llama.

A sus 70 años, guarda infinidad de datos que de alguna u otra manera urgen ser rescatados.

Nacido en La Unión, en 1954, desde que su memoria le permite recordar siempre estuvo interesado en la música. A corta edad, sus maestros vieron el talento innato en este "churriero" —como se les conoce a los que nacen en La Unión— que a través de los años se empapó de las artes y sonidos, escudriñando en lo más hondo de los orígenes de nuestra música.

Mientras crecía se dedicó a vender chicles y lustrar zapatos para ayudar económicamente en casa; finalmente los problemas financieros forzaron a la familia de Bojorge a trasladarse a San Salvador.

Ya en la capital, se percató que "en los periódicos solo sacaban la cultura de Izalco, de Panchimalco; y yo decía '¿dónde está la cultura popular tradicional de La Unión?'. Fue así como me interesó qué tipo de música o danzas existían en cada zona y empecé a viajar para conocer lo propio", comentó Bojorge, quien abrió las puertas de su hogar y recibió con una gran sonrisa al equipo de El Diario de Hoy.

Ese incontrolable interés por sus antepasados él lo atribuye "al ADN de nuestros ancestros, que nace con cada uno de nosotros y se va desarrollando (…) Ahora, ¿cómo aprendí? No lo sé… por pura naturaleza… por herencia ancestral".

Exploración musical

Estudiar en el Centro Nacional de Artes (Cenar) —que vislumbró sus mejores épocas varias décadas atrás— fue el siguiente paso a dar.

"Yo escuchaba que decían que existía un Centro de Artes y Publicaciones, tenía yo como 15 años… quería estudiar ahí pero solo recibían a gente de artes gráficas. No había nada de música, me senté en una cuneta, decepcionado", relató.

"Me di cuenta que existía el Cenar y me fui a meter a un examen para quedar en bachillerato. En dos oportunidades consecutivas me rechazaron porque en los exámenes salía reprobado, aplazado. Me decían que no traía para esto", explicó mientras se dibujaba una nostálgica sonrisa en sus labios.

Pero no había cabida para la rendición, así que se matriculó en la Escuela de Música, "estudié los tres niveles de básico, los de medio, los de intermedio y bachillerato… y me salté hasta la escuela superior. Cursé todos los ciclos de la Escuela de Música completos, creo que fuimos solo tres los únicos que sacamos todo el curso".

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Pronto solicitó equivalencias para el bachillerato en Artes: "Me dijeron 'tiene que hacerse un examen'… yo estaba traumado por las dos veces que me habían reprobado (…) me dieron un legajo como de 50 páginas, empecé a leer y les dije 'mire, este examen no sirve, tiene este error, este error'… le saqué como diez errores. Entonces me dijo el señor: '¿Cuánto quiere que le ponga?'; 'siete' le dije. Bien dundo, le hubiera dicho diez", expresó entre risas.

"Fue así como me dieron por aprobación de la Asamblea Legislativa el título de bachiller en Artes, especialidad de música. Así que hoy ya tengo dos, pero después de eso, seguí estudiando", recalcó.

El trayecto para la profesionalización apenas empezaba; viajó a otros países, dio pasantías de composición musical, pedagogía musical y sobre varias áreas de la música; hasta fue timbalista.

En su evolución se topó con grandes figuras, como María de Baratta y Morena Celarié, cuyos conocimientos fijaron un parámetro en Bojorge.

La tesis de Israel Elías Bojorge formaría las bases para una educación completa en cultura popular tradicional.
La tesis de Israel Elías Bojorge formaría las bases para una educación completa en cultura popular tradicional. Foto: EDH / Menly González

Ingresó a la Universidad de El Salvador (UES), pero esta fue cerrada por problemas políticos y se trasladó a la Universidad Luterana, donde le dieron equivalencias y salió como licenciado en Educación gracias a su tesis "Propuesta metodológica para la incorporación de la música y danza popular tradicional salvadoreña en las asignaturas de Estudios Sociales y Cívica y Lenguaje y Literatura del tercer ciclo de educación básica".

Hay que señalar la importancia de este trabajo, el "producto de todo lo que yo he hecho en la vida" y que según indicó ya fue presentado y a la vez ignorado por el Ministerio de Educación.

En este punto cabe decir el refrán "Nadie es profeta en su tierra", ese mismo que tanto salvadoreño que brilla en el exterior repite.

La labor de Elías captó interés en Suecia, a donde fue invitado para estudiar la Pedagogía Waldorf. Ahí mismo comenzó a trabajar con niños e incluso aprendió euritmia.

Por otra parte, en Venezuela estudió Etnomusicología y Folclor, ahí conoció a Isabel Aretz, "una eminencia en el folclor". Regresó al país y se dedicó "a la pedagogía, a la enseñanza de la expresión corporal y de la flauta dulce".

Su talento, experiencia e invaluable conocimiento han quedado plasmados en varios documentos, incluso dentro de su casa —mas no en entidades gubernamentales— hay escritos de suma importancia para la cultura en El Salvador.

El maestro ha recopilado material escrito, ha creado sus propios libros, entre ellos uno de cuentos, mitos y leyendas, "porque un pueblo que no respeta sus mitos y leyendas, es un pueblo muerto… estos nos dan autenticidad, nos dan sentido de pertenencia, nos dan identidad cultural".

Música popular tradicional salvadoreña

Mientras se desempeñaba en el ámbito musical, su impulso ancestral volvió con más fuerza.

"Cuando yo tocaba en la Orquesta Sinfónica, con la Juvenil, me gustaba mucho la música académica y la tocaba muy bien porque es perfecta. Pero dentro de ese campo, yo sentía que me atraía más la música del pito, del tambor, de las flautas antiguas… a lo que sentía cuando escuchaba ese timbre especial de los pitos y el tambor, la sangre y el corazón me empezaban a pulsar y eso me atraía".

Agregó: "Por naturaleza, por lo innato que soy y porque lo traigo en la sangre, me atrae la música ancestral y la danza tradicional popular. Cuando se baila, la danza es la misma música hecha movimiento. Y la música es una danza invisible que se mueve".

A la vez que adquirió conocimientos, fue delimitando su propia terminología.

A lo que muchos llaman música folclórica, él la denomina música popular tradicional salvadoreña. "No me sonaba a mí esa palabra (folclor), no sé por qué razón yo sentía extraño. Entonces empecé a estudiar y descubrí que folclore es una palabra anglosajona, que fue traída para acá".

Desde joven visitó todo el país para conocer sus tradiciones. Fotos: cortesía

"Digo cultura popular tradicional para referirme a los hechos de nuestra cultura, a la que existe en los propios pueblos, ya que cada uno tiene su propia danza e historia (…) Está la cultura popular tradicional de Yucuaiquín con su Partesana; los de Nahuizalco con los machines; los de Cacaopera, con los negritos, etc.", detalló.

"La suma de esas diferentes identidades es la que da la cultura regional. Y la suma de regiones es la cultura nacional… no es la que sale en televisión, el himno nacional o el xuc, esa es otra cosa que se han inventando", enfatizó.

El valor de la tradición

Todos los salvadoreños tienen el derecho y el deber de conocer sobre sus antepasados y sus tradiciones, ya que dan identidad tanto a la persona como al país.

La música y la danza son intrínsecas a nuestra cultura, como lo explicó Elías Bojorge: "Uno nace y los trae consigo… lo traemos hasta en el ritmo cardíaco, este a su vez provoca danza, música".

"El ser humano en la antigüedad no le llamaba arte, pero surgió a través del arte como un mecanismo, un medio, un recurso de comunicación hacia sí mismo y hacia el cosmos. El arte sirvió como una conexión y un desahogo emocional", manifestó.

Las nuevas generaciones y todas en general tienen a la mano todo tipo de información, lastimosamente lo que más se recibe a través del internet es lo que se consume en otros países.

"Los jóvenes de ahora visten a la moda de París; usan celulares constantemente y hasta la forma de decir gracias ya es 'ok', ya no son ellos. Todo lo están imitando", lamentó el músico.

Es necesario que haya un equilibrio entre la modernización y la cultura popular tradicional de los pueblos, todo con la meta de tener una identidad propia; así como lo han logrado países como China.

"La cultura popular tradicional protege el medio ambiente, la medicina tradicional, el pensamiento psicológico de la época, protege todo (…) mientras que la modernización lo que hace es ir invisibilizando e ir opacando la cultura de los pueblos. Domina tu cultura, destruye tu cultura y dominará a un pueblo borrándole su memoria", expresó Bojorge.

Aquí es donde debe tener un rol activo el Estado, que en la actualidad solo se ha dedicado a modernizar —que no es completamente negativo— sin dar una necesaria, mejor dicho obligatoria, protección de nuestra cultura.

Si se da un vistazo rápido a las "actividades culturales" divulgadas en las redes sociales, estas muy poco o nada tienen que ver con la prevalencia de "lo nuestro".

Bojorge ha pasado décadas investigando y promulgando la cultura popular tradicional salvadoreña; es su diario vivir.
Bojorge ha pasado décadas investigando y promulgando la cultura popular tradicional salvadoreña; es su diario vivir. Fotos: cortesía

"A lo mal llamado folclórico lo apoyan, pero son grupos que presentan danzas con pasos estilizados, con pasos de ballet, estirando las piernas hacia arriba, hacia atrás; bailan con actitud, hacen giros, saltos, cabrioles y ponen música que no tiene absolutamente nada que ver con la cultura nuestra, porque se la han inventado", señaló el maestro.

Añadió: "Lo que están creando son culturas inventadas… bailan y salen con vestuarios de banderas que no tienen nada que ver; porque el vestuario de cada pueblo es completamente diferente, su pito y su tambor es diferente, su forma de expresarse es diferente, eso es lo que se llama identidad cultural y sentido de pertenencia".

Manos a la obra

Es urgente y necesario que el Gobierno, a través de los ministerios de Educación y Cultura, incorpore contenidos que fortalezcan nuestros orígenes y que además velen por la preservación de nuestra propia identidad salvadoreña.

¿Cómo hacerlo? Una sugerencia de Bojorge es que se incorporen desde la escuela parvularia hasta la universidad "esas danzas, esa música, los cuentos, las historias, pero que lo adapten a nuestra cultura".

"Cada país debe tener su propia agenda de trabajo, sus propios programas de estudio y desarrollarlos en base a su propia localidad", enfatizó.

Un buen punto de partida de acuerdo a este profesional es hablar con personas mayores, "nuestros abuelos, platicar con ellos, que nos cuenten sus historias. En nuestra casa tenemos la cultura, estos ancianos tal vez vienen de un pueblo y ahora viven en la ciudad. Ahí podemos comenzar".

Atraer a los más jóvenes a estas temáticas se ha vuelto complicado, el maestro señaló que un método efectivo sería dando cursos, seminarios, ponencias, cápsulas culturales en escuelas; todo lo posible para que desde temprana edad los alumnos tengan un contacto cercano con su historia.

"Está difícil, porque pelear o luchar en contra del modernismo es muy dificultoso. Entonces, lo único que tiene que hacer uno es insertarse —o como decía un amigo poeta, 'ensartarse'— en la globalización, así a la fuerza, meterse", comentó.

Elías Bojorge sostuvo que ha hecho lo posible por incorporarse, por compartir la erudición adquirida a través de sus estudios e investigaciones. Pero anticipó que primero se debe educar a todos los encargados de promover la cultura de manera oficial, para que ellos sepan valorar lo nuestro.

Por su parte, reconoció que acepta invitaciones —a excepción de las ligadas a la política— que tienen como meta fomentar, proteger e impulsar la cultura popular tradicional salvadoreña, para que esta llegue a oídos de aquellos que no la conocen y que se genere esa atención que tanto se merece.

Invaluable aporte personal

Bojorge no se ha quedado sentado en todos estos años, él ha formado parte de las filas de Educación impartiendo materias vinculadas a la música. Sin olvidar su tesis "Propuesta metodológica para la incorporación de la música y danza popular tradicional salvadoreña en las asignaturas de Estudios Sociales y Cívica y Lenguaje y Literatura del tercer ciclo de educación básica", en donde detalla paso a paso cómo integrarla en las escuelas.

Fue durante el proceso de creación de este trabajo de grado que nació "El método Elías", que en palabras simples es una técnica para que los infantes, y también adultos, aprendan música de una manera diferente.

"'El método Elías' surgió por una necesidad, es una codificación utilizando símbolos para describir los movimientos ritmoplásticos de la danza popular tradicional", expresó el artista.

Detalló que mientras aprendía de música y danza popular tradicional encontró una manera particular para recordarlas: "Se escribe el ritmo del movimiento del paso del pie derecho y del pie izquierdo. Todo eso se une para hacer una partitura y codificar la danza y la música popular tradicional salvadoreña. 'El método Elías' sirve precisamente para eso, después se codifica para enseñarlo en la escuela", explicó.

El músico ha hecho todo lo posible porque este invaluable sistema de enseñanza y aprendizaje sea tomado en cuenta por el Estado. Pero al final todos sus esfuerzos fueron en vano. "El método Elías" probablemente quedó perdido en un viejo archivero de uno de los edificios de Educación o Cultura; pero él en la actualidad sigue buscando espacios para que el mundo conozca su aporte.

Con el Grupo Macuilli compartió sus conocimientos adquiridos.
Con el Grupo Macuilli compartió sus conocimientos adquiridos. Foto: cortesía

Por esta razón aceptó dar esta entrevista, para que todo esto llegue al alcance de miles de personas dentro y fuera del país, ya sean salvadoreños o no.

Otro de sus proyectos que se convirtió en un éxito en la década de los 80, pero que posteriormente desapareció por falta de apoyo, fue la agrupación Macuilli.

"Lo formé en 1983, con estudiantes del bachillerato en Artes. Ahí quedó plasmado todo el trabajo que había hecho (…) empecé a enseñarlo al Grupo Macuilli y fue así como hicimos grabaciones de música y bailes… lo presentamos en el Teatro Nacional", relató.

El espectáculo atrajo a miles de personas que acudían al teatro, incluso se extendió la cantidad de presentaciones; y la cifra de integrantes pasó de tres a 12 músicos y docenas de bailarines.

"Eso hasta ahorita no lo había valorado, pero quiere decir que era bueno, para que haya crecido. No necesariamente todo lo que crece es bueno, pero en este caso fue fructífero porque tengo estudiantes que ya son profesionales y algunos abuelos que recuerdan al Grupo Macuilli", reflexionó.

Varios factores intervinieron para su disolución, no solo la falta de respaldo, también los jóvenes que estudiaban con él fueron "creciendo, se casaron, se separaron y otros fueron falleciendo".

En ese momento de la plática llegó a una conclusión contundente: "Como aquí no hay apoyo de las instituciones, todo el trabajo que yo he desarrollado en mi vida sobre la cultura popular tradicional salvadoreña ha sido personal, sin ningún apoyo directo".

Décadas de no recibir patrocinios, y a pesar de haber representado a El Salvador en distintas partes del mundo hasta el día de hoy no ha percibido ni siquiera materiales como vestuario, instrumentos, viáticos y mucho menos la merecida atención a su trabajo, algo tan primordial para la cultura del país.

"El método Elías"

En su camino para conocer a fondo la música popular tradicional salvadoreña tuvo que buscar una forma de conocerla, aprenderla y a la vez transmitirla, y es aquí donde nace "El método Elías".

"El método Elías" fue creado para darlo a conocer en los centros educativos; sigue vigente.
"El método Elías" fue creado para darlo a conocer en los centros educativos; sigue vigente. Foto: EDH / Menly González

De acuerdo al maestro, este "consiste en 23 símbolos que se utilizan para codificar los movimientos etnoplásticos del danzante, específicamente de la cultura popular tradicional salvadoreña. Inicialmente surgió por una necesidad de querer graficar y no olvidar los movimientos que hacían en las danzas de La Partesana de Yucuaquín o los Negritos de Cacaopera", rememoró.

Durante su minucioso proceso de aprendizaje fue inventando símbolos, "a medida que si hacía falta el movimiento, yo inventaba un símbolo; pero poco a poco sentía que habían otros movimientos que no se reflejaban de una sola forma. Entonces tuve que ir combinando un símbolo más otro símbolo, al grado que ya unidos representaban otro movimiento".

Sobre cómo creó el método, detalló: "Inicialmente observo el paso del danzante, después tengo que practicarlo y saber cuál es el movimiento del empeine o de la pierna, para ver cómo lo voy a escribir. Se analiza, se estudia el movimiento en cada pie y la relación que tiene el movimiento del pie con el ritmo del tambor y después con la música".

"Ya codificados se fragmenta un movimiento o dos con el símbolo para que quede escrito, ya esos movimientos como son repetitivos se pueden estudiar y repetir, ese es 'El método Elías'", señaló el también etnomusicólogo.

Cabe resaltar que el aprendiz debe tener un poco de conocimiento musical, pero muy leve. Bojorge ha llevado su método fuera de las fronteras, aunque también en El Salvador tuvo grupos de estudiantes que actualmente ya son adultos.

Como todo su acervo, "El método Elías" está plasmado en importantes documentos que este artista tiene en su casa, los cuales han sido ignorados por décadas por el Estado, dejando claro que hay poco o nulo interés en preservar la verdadera cultura popular tradicional.

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Pero el maestro aún se mantiene positivo y dispuesto a enseñar, su técnica ya fue aprendida por alumnos chinos, japoneses y cubanos, organólogos, folclorólogas y etnomusicólogas inglesas.

Bojorge desea que todo su trabajo sea conocido por las nuevas generaciones, anhela que llegue la oportunidad de que alguna entidad filme sus clases para posteriormente enseñarlas en las escuelas públicas y en toda organización que tenga un verdadero interés en su preservación.

El paladín de la música ancestral salvadoreña considera que su método es una herramienta, un tesoro para compartir con la humanidad. No es exclusivamente para El Salvador, sino para todas las regiones con influencias mayas y lencas, para toda Mesoamérica.

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