María Eugenia López es la mujer al frente de la Academia Salvadoreña de la Historia, desde noviembre de 2021. La historiadora con estudios superiores de licenciatura y maestría realizados en México fue elegida por sus colegas de número para ocupar el puesto más alto durante cinco años.
Dentro de este lapso, ha llevado el encargo de liderar la institución el año en que celebra el centenario de fundación (el 28 de enero de 1922). Según López, la mejor forma de entender a la academia es viéndola como una “red” de profesionales e instituciones correspondientes a la Real Academia de la Historia.
Fuel funcionario diplomático Ismael Fuentes, como lo cuenta el también historiador Héctor Lindo, quién por motivos personales y geopolíticos consiguió tan importante sesión de la academia de la madre patria, en la sede de la embajada salvadoreña en España.
Y, de este modo, se concedió el estatus de correspondiente a los primeros miembros de la Academia Salvadoreña de la Historia.
Vacíos, grietas y logros
En julio de 2004, el extinto Consejo para la Cultura y el Arte (Concultura) y la Cooperación Española culminaron los trabajos de restauración de la Casa Dueñas, ahora conocida como Casa de las Academias; lugar que, en comodato, fue establecido como la sede compartida de la Academia Salvadoreña de la Historia y la Academia Salvadoreña de la Lengua.
Desde tan único bien cultural, ha transcurrido gran parte del último cuarto de siglo de vida reciente de la institución que se encarga, todavía, de completar los “vacíos”que aún persisten en la comprensión de los sucesos históricos, que han formado la construcción presente de la sociedad salvadoreña y de la misma academia. “Tenemos vacíos, hoy en día, para reconocer que fue lo que se hizo en esas épocas”, afirmó López.
Te interesará: Salvadoreña brilla en prestigioso premio en Estados Unidos
Los primeros miembros de la academia fueron más que historiadores. Eran pues, mejor dicho, importantes intelectuales que hicieron historia. “En términos políticos somos una ONG cultural, una institución que no tiene recursos propios”, recordó la también antropóloga.
“Todo el trabajo lo hacemos, en ese sentido, Ad Honorem”, explicó la directora de una organización que por el momento solo cuenta con 24 miembros de número y solo puede cubrir los salarios de dos empleados a medio tiempo para realizar labores administrativas.
Un logro más de la academia ha sido alimentar, en la misma sede, una biblioteca especializada en historia con más de 5,000 volúmenes de diferentes colecciones de libros, revistas y boletines. Se trata de “documentos originales del siglo XIX y siglo XX”, remarcó la historiadora.
Pero el trabajo efectuado por la ONG nacional junto a distintas universidades y grupos que colaboran con el rescate de documentos valiosos del pasado de la nación, no ha sido nada sencillo, porque “en El Salvador, mucha documentación ha sido perdida, precisamente, por el poco interés de las instituciones de resguardar la información antigua, y del presente, de una manera adecuada para que sobreviva al tiempo y que sirva de fuente y de memoria colectiva salvadoreña”, expresó la profesional de la Escuela de Historia de la Universidad de El Salvador.
Otro de los proyectos al que el organismo cultural dirige sus esfuerzos a diario es la alimentación del catálogo digital que comparte con el mundo, a través de su página web. “Ahí, se pueden encontrar unos 15,000 registros, aproximadamente”, recordó López.
Además, la historiadora destacó que entre tal cantidad de documentos, resaltan muchos de la época colonial de El Salvador, copias del Archivo General de Centroamérica y del Archivo General de la Nación de El Salvador, e incluso, copias obtenidas desde la intervención en el rescate del archivo de Sonsonate. De este archivo resaltó que se trata del “archivo colonial más valioso del país”.
Algunos de los principales textos producidos durante estos primeros 100 años de este organismo cultural han sido, por nombrar algunos, “Estadística general de la República de El Salvador”, la novela histórica “La Tierra ligera” -escrita por Santiago Miralles, un diplomático de España que se interesó bastante por la historia de nuestro país-, “Estado general de la provincia de San Salvador, Reyno de Guatemala, año 1807” y un censo del Intendente Ulloa, una fuente vital para los historiadores, indicó Eugenia López.
100 años y nuevos retos
“No es que tengamos suficientes recursos para producir una colección vasta de libros”, pero cada historiador ayuda buscando alianzas en otras instancias profesionales que permitan cumplir con la misión de la Academia: la investigación y divulgación de la historia, señaló su actual directora.
Tal es el caso del libro “Acajutla, puerto colonial” escrito por uno de los miembros de la academia con mayor conocimiento de la misma, Pedro Antonio Escalante Arce.
Hay que destacar que en el marco del año del centenario de dicha institución, se desarrolla la séptima edición anual del curso de Formación Superior en Historia, con una duración de 5 a 6 meses. Al principio del año, tuvieron lugar una serie de conferencias virtuales a cargo de Héctor Lindo, en colaboración con el Centro Cultural de España.
Las actividades continúan en septiembre, con conferencias dedicadas al significado de la independencia de El Salvador y otros temas culturales.
Para finales de 2022 está programada la incorporación de cinco nuevos miembros en la Academia Salvadoreña de la Historia. Además, se pretende fortalecer la “red” de instituciones de historia y geografía de las naciones centroamericanas para producir investigaciones mucho mejor articuladas.
El reto que presentó la pandemia, según el punto de vista de la directora, fue, también, un factor que logró que los cursos virtuales que ofrece la academia llegaran a traspasar fronteras e, incluso, incidió en que más personas fueran alcanzadas, convirtiéndose así en una forma de “reinventarse” y fortalecer el carácter divulgador que nutre a la academia.
Lee además: ¡Ya no esconden “su amor”! Captan el primer beso de Piqué y su nueva novia en un evento público
Cuando la mayoría de las actividades se realizaban de forma presencial, el alcance de las conferencias era solo de 30 a 50 personas que asistían, recordó la portavoz. “Hoy en día, estamos mucho más conectados con el mundo”, subrayó.
Para la profesional que lidera la academia, la pandemia fue un tesoro de oportunidades para “entender que había todo un espacio en la virtualidad para divulgarnos y nos resultó mucho más productivo”, valoró.
A pesar de que a consideración de la actual directora de la academia, la institución cuenta con un ritmo muy dinámico de actividades, no esconde que en realidad, todo ese trabajo se ha llevado a cabo “trabajando, hoy en día, con un fondo que representa un 20 % o 30 % de lo que nosotros en realidad necesitaríamos”.
Debido a este tipo de dificultades, la producción de libros e investigaciones que podrían fortalecer a la academia, con el aporte del creciente número de profesionales de Historia que se gradúan de la carrera que ofrece la UES, continúa sin explotarse en su máxima capacidad en este nuevo siglo de historia que está por iniciar.
Con todo esto, la institución agradece el apoyo de centros educativos como la Universidad Don Bosco y la UTEC que hacen posible la publicación de libros e investigaciones realizadas por sus miembros.
Actualmente, reparar techos y paredes de su sede y Biblioteca, sigue siendo el mayor reto, pues parte de los archivos corren peligro.