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Un colombiano en el servicio exterior de El Salvador

l 15 de marzo de 1825, Colombia y la República Federal centroamericana iniciaron relaciones diplomáticas. Cinco décadas después, un colombiano representaba a la República de El Salvador en diversos países europeos.

Por Carlos Cañas Dinarte | Mar 15, 2025- 06:00

Fotografía del Dr. José María Torres Caicedo, hecha circa 1878-1880.
Fotografía del Dr. José María Torres Caicedo, hecha circa 1878-1880.

José María de los Dolores Torres Caicedo nació en la ciudad de Santafé de Bogotá, Colombia, el 30 de marzo de 1830. La orfandad en que lo dejó la muerte de su padre, el matemático Julián Torres Peña, le destinó pobrezas de las que logró levantarse gracias al sacerdocio. Tras alcanzar el subdiaconado, abandonó la carrera eclesiástica, no sin antes ser apodado Monigote.

A los 17 años comenzó a escribir versos y a publicar trabajos literarios en los periódicos de su ciudad natal. Fue nombrado editor de El progreso, donde aprendió las artes tipográficas.

Inmerso en la política colombiana, ingresó a las filas del partido conservador. En 1850, fundó y editó el periódico crítico El día. Activo y de carácter fogoso y violento, se batió a duelo en diversas ocasiones, tanto en Colombia como en Europa.

Fue elegido senador plenipotenciario por el Estado de Antioquia, cargo tras el que fue nombrado secretario de legación en París y Londres, intendente de Hacienda de los Estados de Bolívar y del Magdalena y secretario de una misión extraordinaria en Washington D. C. Fue cónsul (1859-1861) y encargado de negocios (1861-1863) de Venezuela ante el gobierno francés y el de los Países Bajos. Por renuncia, se retiró en 1864 de las actividades diplomáticas suramericanas, cuando fijó su residencia definitiva en la ciudad de París, para consagrarse de manera exclusiva a trabajos literarios, aunque después retomó su carrera diplomática como ministro plenipotenciario de Colombia en Inglaterra y Francia.

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En 1866, en París fue vicepresidente de la junta directiva del Comité de Arqueología Americana. Nueve años más tarde, fue uno de los organizadores del Congreso de Estudios Americanos en Nancy.

Un colombiano en el servicio exterior de El Salvador
Vista de la Exposición Universal de París, 1878, desde el Trocadero. Imagen proporcionada por la Biblioteca Nacional de Francia.

Por recomendaciones de intelectuales de su patria, entró a trabajar como cajista, corrector y redactor de la sección literaria y artística importantísima revista hispanoamericana El Correo de Ultramar, redactada en castellano (1841-1878), por la casa editorial de X. de Lassalle y Mélan. En 1872, en varios números de esa publicación parisiense difundió Dos flores, o sea, Rosa y María, segunda obra de teatro escrita en El Salvador, redactada en versos por el joven intelectual y abogado Dr. Francisco Esteban Galindo, quien se la dedicó.

Junto con el chileno Francisco de Bilbao, fueron pioneros en la creación, uso y divulgación de los términos Latinoamérica o América Latina, de marcada influencia napoleónica frente a la tradición española de Hispanoamérica o Iberoamérica. Torres Caicedo empleó ese nuevo término en un poema, Las dos Américas, fechado en Venecia, el 26 de septiembre de 1856, después recogido en su libro Religión, patria y amor (poemario, París, T. Ducessois, ¿1865?, 568, págs.).

El 3 de enero de 1868, el gobierno salvadoreño del Dr. Francisco Dueñas lo nombró su encargado de negocios ante la corte real de Bélgica. En enero de 1872 fue nombrado agente diplomático de El Salvador en Francia y le fue renovado el cargo ante el rey de Bélgica. El 4 de mayo de ese mismo año ingresó a la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales de París, un organismo del Instituto de Francia.

En 1875 le fue renovado su cargo como representante diplomático salvadoreño ante Francia, aunque esta vez también incluyó actividades semejantes en la Santa Sede. También fue electo socio honorario de la Universidad de El Salvador por el antiguo Consejo Superior de Instrucción Pública, como se conocía entonces al actual Consejo Superior Universitario de esa casa de estudios superiores. Motivado por esos nombramientos, efectuó un viaje a la república de El Salvador. Durante su estadía en la ciudad de San Salvador, Torres Caicedo fue uno de los fundadores de la Academia de la Lengua de Centro-América (1875), germen de la Academia Salvadoreña de la Lengua.

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4) Grabado metálico del asilo de Charenton, ahora Hospital Esquirol, en París.

En 1878, en su residencia parisiense, ubicada en el no. 27 del bulevar Bausmann, recibió el diploma que lo acreditó como miembro de honor de la Sociedad Literaria El Porvenir, de Guatemala. En ese mismo año, fue designado miembro del comité de honor del Congreso Literario Internacional, presidido por Víctor Hugo. Poco después, fue nombrado presidente del comité de comisarios del pabellón salvadoreño en la Exposición Universal de París de ese año. El pleno diplomático del continente americano lo designó para que presidiera la junta de la Exposición Universal de ese año, desarrollada en el Campo de Marte y a la que hizo que los países hispanoamericanos se presentaran en bloque, como sindicato. En agradecimiento y reconocimiento, el gobierno francés le entregó uno de los dos caros y hermosos jarrones de porcelana de Sévres, mientras que el otro se lo remitió al Príncipe de Gales. En colaboración con Joseph Laferrière, en ese mismo año redactó en francés el cuaderno Noticia histórica y estadística de la República del Salvador. Exposición Universal de 1878, escrito e impreso en la capital francesa.

En junio de 1878, fue delegado por El Salvador en la firma del convenio de la Unión Postal Universal (UPU). vicepresidente del Congreso de Propiedad Artística en septiembre y representante salvadoreño en el Congreso Internacional de Geografía Comercial, en octubre.

Al concluir la Exposición Universal de 1878, en diciembre donó al Ministerio de Instrucción Pública de Francia lotes de maderas, minerales, cerámicas, animales disecados, productos agrícolas y etnográficos, así como la fachada artística del pabellón salvadoreño en ese cónclave mundial. Los puntos de destino fueron, en París, el Museo Industrial y el Museo Etnográfico, mientras que un museo regional de Lille también recibió parte de esos donativos.

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En 1880, contrajo matrimonio con su coterránea Ana Seminario, con la que estableció su casa en la calle de Fortuni, cerca del parque de Monceaux, y procreó dos vástagos, uno de ellos bautizado como José María. Tras una activa vida social, su esposa fallecería en la capital francesa, en septiembre de 1936.

Para El Salvador, las gestiones diplomáticas de Torres Caicedo dieron como resultado la contratación de varias educadores y militares franceses, entre quienes se encontraban Augustine Charvin –fundadora del primer kindergarten nacional, en 1884-, del capitán de artillería Albert Touflet –diseñador de los planos del Hospital Rosales, muerto en la batalla de Chalchuapa, en abril de 1885- y el conde Ferdinand Marie de Montessus de Ballore –sistematizador de los estudios sismológicos y vulcanológicos del área centroamericana-.

Torres Caicedo fue el gestor y responsable de que El Salvador suscribiera un tratado de quince artículos con Gran Bretaña y sus posesiones en Irlanda y Australia, para facilitar la extradición de criminales fugitivos. Firmado en París, el 23 de junio de 1881, sus instrumentos de ratificación fueron depositados el 8 de noviembre de 1882, por lo que entró en vigor a partir del 13 de enero de 1883.

En 1884, acompañó al presidente salvadoreño Dr. Rafael Zaldívar durante su gira europea, en cuya parada madrileña tuvo ocasión de asistir junto con él y el general y doctor Luciano Hernández, entonces ministro de Instrucción Pública, a una sesión de la Real Academia de la Lengua, especialmente montada para recibir al mandatario centroamericano.

Después de varios años de servicio activo, en 1885 el gobierno salvadoreño lo destituyó de sus funciones como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante varias monarquías europeas. El régimen golpista del general Francisco Menéndez nombró en su reemplazo, de manera sucesiva, al banquero nicaragüense Crisanto Medina y a su hijo José Francisco Medina.

Amigo y colaborador de varias personalidades europeas de su época –Victor Hugo, César Cantú, Ferdinand de Lesseps, Emilio Castelar, el emperador Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo-, también fue consejero personal del presidente y mariscal Patrice de MacMahon.

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Página de El Correo de Ultramar, destacada publicación parisiense en lengua castellana, notable por sus detallados grabados. Imágenes cortesía de la Hemeroteca Municipal de Madrid, España.

Considerado un savant (sabio), fue condecorado con la Gran Cruz de Oficial de la Legión de Honor. Fue miembro de número o correspondiente de diversas organizaciones francesas, como la Unión Mediterránea, Sociedad de Economía Política, Alianza Greco-Latina, de la institución etnográfica Alianza Científica Universal, del Stanley Club (organización estadounidense que, el 15 de abril de 1886, le rindió un homenaje a Louis Pasteur en el Hotel Continental), militó en la logia francmasónica e integró los cuerpos colegiados de varios institutos y academias científico-literarias de Turín, París, Roma, Madrid y diversas ciudades de Brasil.

Fue autor de Ayes del corazón (poemario, New York, Imprenta de W. G. Stewart, 1853, 361 págs.), Flora y las flores (poemas, París, imprenta de El Correo de Ultramar, 1859, 9 págs.), Réplica a La época, diario de Madrid, sobre la cuestión de nacionalidad de hijos de español (Madrid, Imprenta de D. L. Palacios, 1862, 24 págs.), Ensayos biográficos y de crítica literaria sobre los principales poetas y literatos hispanoamericanos (40 autores fichados, tres tomos, París, 1863-1868), De la peine de mort (París, E. Dentu, 1864, 32 págs.), Les principes de 1789 en Amérique (París, E. Dentu, 1865, 392 págs.), Unión latino-americana. Pensamiento de Bolívar para formar una liga americana; su origen y sus desarrollos… (París, Rosa y Bouret, 1865, 385 págs. Unos años después, basado en este libro, un grupo de intelectuales afincado en París fundó la Liga Latinoamericana), Colonisation des deux Amériques (París, Bouchard-Huzard, 1868, 18 págs., extracto del Bulletin d'archéologie américaine de 1867), Estudios sobre el gobierno inglés, y sobre la influencia anglo-sajona… (con un prólogo en francés por A. Gresse, dos tomos, París, 1868), Mis ideas y mis principios (tres tomos, París, 1875), La rue de Bolivar à Paris (La calle Bolívar en París, cartas, París, C. Schlaeber, 1880, 16 págs.) y La autoridad y la libertad, el derecho y el deber (tres tomos, s. d.).

Aparte de sus propios libros, tradujo al francés o redactó obras, comentarios críticos, prólogos y noticias biográficas para obras de Andrés Bello, Florencio Balcare, Juana Manuela Gorriti, Abigail Lozano, Silveria Espinosa de Rendón y otros latinoamericanos más.

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Sus intensas y tesoneras vigilias de trabajo académico –que iniciaba a las seis de la mañana y concluía a medianoche-, unidas a una alimentación modesta y frugal, lo condujeron a los oscuros callejones de la locura desde 1885. Terminó sus días, el 25 de septiembre de 1889, amarrado al pie de un poste, en el asilo para orates de Charenton, la misma institución hospitalario-carcelaria fundada en 1645 por los Hermanos de la Caridad donde falleciera el Marqués de Sade. Al respecto, su amigo, el pintor salvadoreño Mauricio Villacorta, redactó la necrológica José María Torres Caicedo, diario La Unión, San Salvador, año I, no. 9, sábado 16 de noviembre de 1889, págs. 1-2.

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2) Tumba de la familia Torres Caicedo, en el cementerio patrimonial parisino del Père-Lachaise.

La velación de sus restos tuvo lugar en el no. 37 del bulevar Montmorency, en Ateuil, en las cercanías de París. Sus exequias se desarrollaron al mediodía del 26 de septiembre de 1889 en el templo de Nuestra Señora de Ateuil, tras lo que su cadáver fue conducido a París y sepultado en el cementerio patrimonial del Père-Lachaise.

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