El 30 de septiembre de 1878, desde su oficina en el primer Palacio Nacional de San Salvador, el presidente y médico Dr. Rafael Zaldívar estampó su firma en un acuerdo del Poder Ejecutivo. Ese documento incorporaba a la Universidad de El Salvador a José A. Bechtinger como doctor en Medicina y Cirugía.
Aquel era un trámite de rigor que todo extranjero debía cumplir para poder ejercer su profesión dentro del territorio nacional. Sin embargo, en el caso del Dr. Bechtinger implicaba un aporte a la historia médica nacional. Era el primer especialista en enfermedades de la piel que llegaba a El Salvador. Hasta entonces, las erupciones y demás afecciones cutáneas eran tratadas por métodos populares o mediante los tratamientos médicos conocidos desde los siglos coloniales hasta el segundo imperio napoleónico.
El Dr. Bechtinger se anunció en la prensa como médico de las Facultades de Austria, México, Guatemala y El Salvador. Abrió un consultorio en un local del Nuevo Portal, construido cuatro años antes al sur de la Plaza de Armas (hoy plaza Libertad) para reponer al anterior edificio, derruido por el terremoto del 19 de marzo de 1873. El galeno europeo ofrecía sus servicios al público sansalvadoreño "con especialidad a las enfermedades crónicas de la piel y secretas [venéreas] de hombres y mujeres", así como a las "de la vista, del oído y de la garganta (laringe)".
Pero aquel profesional de 1.88 metros de estatura, cara ovalada, frente amplia, barbilla afilada, piel morena, ojos color avellana y cabello marrón oscuro estaba de paso y no pensaba quedarse por mucho tiempo. Su objetivo era obtener pasaportes para él, su segunda esposa y sus hijos y trasladarse a los Estados Unidos por la vía marítima de California. Todos eran ciudadanos estadounidenses desde el 25 de agosto de 1875.
Para apoyarlo en sus gestiones, el gobierno de Zaldívar emitió otro acuerdo ejecutivo el 22 de octubre de 1878, que lo nombró médico y cirujano del puerto de La Libertad. Así estaría más cerca de embarcarse en cuanto pasara un buque de los que transportaban carga y pasajeros entre los puertos de Panamá y San Francisco. Su anuncio de servicios profesionales en San Salvador siguió publicándose en los periódicos hasta el 10 de noviembre.
El Dr. Josef Ludwig Nikolaus Bechtinger nació el 19 de mayo de 1835 en Udine, cuando esa zona italiana pertenecía a Austria. Su abuelo Franz era nativo de Huum (Croacia) y su padre Joseph Karl se definía alemán. Joseph Karl era médico militar, doctorado en medicina y cirugía, con especialidades en obstetricia y oftalmología por las universidades de Graz y Padua. Tras su retiro del servicio militar y civil, se asentó en Trieste (Lombardía) con su esposa Barbara Thereza, con quien también había fundado una familia compuesta por otros hijos, como Johann, doctorado en Medicina por la Universidad de Viena en 1888.
Josef Ludwig Nikolaus hizo la secundaria en Pest y Trieste, donde obtuvo el bachillerato en el primer semestre de 1856. Estudió medicina en la Universidad de Viena desde el invierno de 1856 hasta el verano de 1861, con una pasantía veraniega en Praga, en 1858. Obtuvo sus doctorados en Medicina (15.oct.1861) y Cirugía (11.nov.1862), con maestrías en Obstetricia (20.feb.1862), Oftalmología (28.marzo.1862) y Odontología (06.marzo.1862).
Con ese currículum y tras sus exploraciones médicas por Abisinia, Egipto y otras partes del África oriental al servicio del Reino Unido, el joven galeno fue incorporado al personal sanitario y médico del Segundo Imperio Mexicano, establecido por tropas europeas de ocupación para asentar en el trono a Maximiliano de Habsburgo y a su esposa Carlota, ambos también entusiastas de Trieste y de la exploración de las maravillas de la naturaleza.
Tras la caída del Segundo Imperio, el Dr. Bechtinger regresó a Austria, junto con su primera esposa, la húngara Elizabeth, y sus hijas austríacas Josephine (1862), Betinna (1863) y Barbara (1864).
Viudo, el Dr. Bechtinger ingresó a territorio estadounidense en 1864 por el puerto de New York, para establecerse en el Distrito de Columbia. Desde entonces, el Dr. Bechtinger tradujo sus nombres a Joseph Nicholas y así firmaría todos sus documentos legales y profesionales dentro de la comprensión territorial estadounidense. Se radicó por un tiempo en Sacramento (California), donde fundó y dirigió un instituto de educación secundaria. Cerró ese establecimiento educativo cuando fue contratado como médico por la Compañía del Canal de Panamá y después se marchó a trabajar a Batavia, antigua capital de las Indias Orientales Holandesas, ahora llamada Yakarta, capital de Indonesia.
Desde allí, aquel hablante de siete idiomas contemporáneos exploró China y los interiores de la isla de Formosa, ahora Taiwán, a la vez que dedicó un año a vivir en las colonias insulares holandesas de Sumatra, Java, Borneo y las islas Sándwich o Hawaii, entonces un verdadero leprocomio, leprosario o lazareto en medio del Pacífico. En contacto directo con las víctimas de la milenaria lepra y la viruela, se despertó su interés por las enfermedades de la piel y por las deformidades extremas de los cuerpos.
El Dr. Bechtinger realizó una profunda investigación fundamentada en observaciones personales en aquella parte del mundo donde la viruela había diezmado a la población nativa y la había hecho descender de 300,000 personas a 66,000 en 1866, muchas de ellas víctimas de la presión social que, al ver la aparición de las erupciones pustulosas, las incitaban a despeñarse hacia el mar. Además, la tradición local incitaba a las familias a entregar a sus hijas mayores de ocho años a los extranjeros, bajo el supuesto de que esos enlaces prevenían el contagio de la viruela. Desde 1848, los chinos y mongoles atraídos por ese ritual llevaron consigo la lepra al archipiélago. A partir de ese momento, en Honolulú se destinó un espacio geográfico como reserva de las personas infectadas y se les abandonó a su suerte, mientras sus cuerpos se pudrían hasta la muerte.
Como parte de sus observaciones, el Dr. Bechtinger registró hogares donde ni el padre ni la madre padecían lepra, pero sus hijos la sufrían en sus peores formas y hasta de dos maneras diferentes. Si un niño sano jugaba con un leproso, tras intercambiarse las ropas, el sano enfermaba en meses. En Jamaica tendría ocasión de reiterar esa observación, cuando vio que un esclavo negro contraía la lepra al limpiarle los zapatos a su amo inglés afectado.
En su libro de memorias de ese viaje, autopublicado en Viena, en 1869, en un volumen de 8º. con siete grabados metálicos, el Dr. Bechtinger asumió que la lepra se transmitía por un agente biológico bacteriano transmitido por contacto directo, pero que no afectaba por igual a las personas y que quienes padecían enfermedades afines contraerían alguna variante de la lepra en aquellos países o territorios donde era un mal endémico.
Convencido de sus hallazgos, aplicó sus descubrimientos para crear tratamientos y así mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por lepra tuberculosa, lepra de piel y una combinación de ambas. Sufrió burlas en Viena por sus ideas y fue tildado de loco, al grado tal que se le solicitó a la Facultad Médica que canalizara su expulsión de su seno universitario y la privación de su diploma facultativo. Incluso con esa supuesta mala fama, el Dr. Bechtinger tuvo oportunidad de disertar acerca de sus investigaciones en escenarios médicos como la Sociedad Médica de Filadelfia. Para su reivindicación plena, en 1874, las investigaciones del médico noruego Dr. Armauer Hansen descubrieron al Mycobacterium leprae o bacilo de Hansen, responsable de la infección, mientras que en 1924 el galeno japonés Mitsuda determinó las condiciones que permitían la transmisión social de la enfermedad en unos casos y no en otros.
El 14 de septiembre de 1869, Bechtinger contrajo nuevas nupcias en la capital austríaca con Wilhelmina, nacida en 1856 en territorio egipcio, de padres franceses, con quien procreó a Joseph (1871), Charles (1874) y Eugene (1877), nacidos en diferentes países del mundo en los que su padre estuvo destacado.
Tras su salida de El Salvador, que se produjo por vía marítima en una fecha indeterminada de la segunda quincena de noviembre de 1878, el Dr. Bechtinger y su familia vivieron en San Francisco y se establecieron en New York a partir de 1880, donde su hogar estuvo en el 11 East Houston Street. Desde el puerto neoyorquino, el Dr. Bechtinger se dirigió en 1886 hacia Río de Janeiro (Brasil), en compañía de Leah Alma da Costa Gómez, nacida en 1865 en St. Thomas, en las Islas Vírgenes danesas, de padre originario de Curazao y de madre venezolana. Con ella gestó a Paul (1882-¿?), José Julio (1889-1897), Emil Edward (1888-1962, casado en 1909 con Orminda Lima Rodocanachi y en 1939 con Hilda de Brito Celestino) y Mario Leopoldo (1892-1958). Hasta el día de su muerte, Wilhelmina siempre usó su condición legal y apellido de casada.
En los siguientes años y desde su residencia en el estado brasileño de Pará, el médico austríaco se dedicaría a profundizar en sus estudios acerca de la teratología o análisis médico de las monstruosidades y deformaciones de los cuerpos humanos. Uno de sus casos favoritos fue el de la francesa Blanche Dumas, nacida hacia 1862, y a la que le dedicó un artículo en la revista Annals of Gynecology (Boston, 1887): "Un monstruo femenino, dos vulvas y vaginas completas y separadas, cuatro pechos, tres piernas", anatomía fuera de lo común que, según Bechtinger, explicaba el desaforado apetito sexual de la joven mujer, famosa por su capacidad para entretener a sus admiradores con sus dos vaginas. En París tuvo un romance con el portugués Joao Baptista dos Santos, un hombre de tres piernas y dos penes funcionales. Eran tiempos en que la ciencia se mezclaba con el espectáculo y muchos de sus descubrimientos eran mostrados al público como atracciones de feria.
Aunque en varios sitios de Internet se afirma que el Dr. Bechtinger falleció en 1893, lo cierto es que su trascendencia ocurrió en Río de Janeiro, capital de Brasil, en el último día de 1929.