Valero Lecha es considerado el padre de la pintura salvadoreña, pues en su academia descubrió y moldeó el talento de una diversidad de artistas, cuyos nombres ahora forman parte de los referentes de la pintura en la historia del arte de El Salvador.
Para poder tener una visión amplia de porque el título que se le ha dado al español originario de Alcorisa, hay que conocer más de su vida y la de sus exalumnos.
Por ello, en el marco del 130 aniversario de su nacimiento en 1894, el Museo de Arte de El Salvador (MARTE), invita al conversatorio “Vivencias. Valero Lecha y sus almunos”, este domingo 18 de agosto, a partir de las 10:00 de la mañana, en la biblioteca.
Los panelistas invitados son Nicole Schwartz, Astrid Suárez, Dinora Preza, Lila de Ruiz, Ana Cristina Campos, Augusto Crespín, El Aleph y Mauricio Mejía.
Cada uno de ellos, hablará de sus experiencias con el maestro, de esos recuerdos que viven en sus memorias y que permiten saber más de la personalidad de quien fue alumno del también español Cecilio Plá y Gallardo.
Antes de aventurarse por el Nuevo Mundo, y sin imaginar todo lo que lograría en América, Lecha vivió una dura infancia, en medio de una España convulsa, que lo empujó a migrar en busca del sueño americano.
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Para ilustrar a las audiencias sobre la vida de don Valero, el Marte ha producido un audiovisual en el que se detalla ese contexto en el que nació el pintor que terminó por lanzarlo hacia el otro lado del Atlántico.
“… el imperio Español estaba ya en declive al encontrarse en una gran crisis politica; al mismo tiempo, hubo una gran hambruna por las sequías; además, las exportaciones españolas habían decaído, lo que les afectó económicamente. Estos aspectos, entre otros, motivan al joven Valero a buscar el paraíso americano. Debido a todas estas condiciones, es que se da el gran éxodo español hacia nuestro continente, trayendo sus conocimientos y aportes a nuestros países”, explica la pintora María Elena Palomo, una de las coordinadoras del conversatorio.
Pero para visualizar un poco del maestro de maestros de la pintura nacional, quien mejor que sus antiguos discípulos para expresarlo.
“Don Valero vivió el arte, por el arte y para el arte, y siento que él quería y esperaba transmitir ese amor al arte a sus alumnos. Enfrentó muchas dificultades y tuvo que hacer muchos sacrificios para realizar su sueño. Yo una vez tuve ese sueño, cuando tenía 7 años, y solo lo pude realizar cuando por los azares del destino, por una casualidad muy, pero muy fortuita, a Dios Gracias, tuve la tremenda fortuna de saber de la escuela de don Valero y lograr que me aceptara como alumna”, expresa Ana Cristina Campos de Duque, quien en la actualidad reside en Puerto Montt, Chile.
Para Astrid Suárez, se requiere de tiempo para poder hablar sobre quién fue su maestro y el inmenso legado que heredó a El Salvador. “… él fue una persona con un gran talento que supo compartir con sus alumnos dejando una huella permanente en sus vidas como pintores”.
Tal afirmación la comparte Mauricio Mejía, quien asegura que para muchos más que maestro fue como un padre y amigo.
Lila de Ruiz afirma que su memoria debe continuar latente, pues él en sí es un valuarte para El Salvador.
“En mi vida, don Valero dejó una imborrable huella: ver el mundo de colores, diferenciando la más leve tonalidad en la naturaleza; aprendí a notar los innumerables matices en los verdes de nuestra tierra y a amar esos verdes”, destacó la pintora.
Lo cierto es que a día de hoy, a través de sus alumnos, el maestro continúa escribiendo la historia del arte en El Salvador, una que sigue en las generaciones formadas por algunos de sus discípulos, dentro y fuera de las fronteras salvadoreñas.
Su legado en el país es tal, que el gobierno de Alcorisa, España, lo reconoce y por ello donó un busto del maestro Lecha, que fue colocado en los jardines del Teatro Presidente. Sin embargo, en la actualidad se desconoce dónde se encuentra este y los otros bustos que permanecían en ese lugar, después de ser retirados.