La historiadora y escritora británica Katherine Harvey, que acaba de publicar en España el ensayo "Los fuegos de la lujuria", una historia del sexo en época medieval, asegura que "el tema del consentimiento en el sexo en la Edad Media estaba ya muy presente".
En una entrevista con EFE, Harvey señala que no hay constancia de que en la Edad Media "se recurriera al cinturón de castidad o al derecho de pernada, invenciones modernas", pues habrían resultado "incómodos" por poner en entredicho el sacramento del matrimonio.
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Y "además pondrían en cuestión la idea del consentimiento, que para los medievales era más importante de lo que pensamos", asegura.
Tendemos a pensar, añade la autora, que las personas del Medievo estaban muy reprimidas sexualmente y al mismo tiempo estaban locos por el sexo, pero "sin embargo, el consentimiento era más importante de lo que se cree, y esta es una de las razones por la que desaprobaban los matrimonios infantiles".
Había una oposición a los matrimonios forzados, aunque se aceptaban los enlaces concertados, pero no si las parejas no querían casarse.
En "Los fuegos de la lujuria" (Ático de los Libros), Harvey intenta trasladar al lector moderno cómo era la sexualidad de la gente común del Medievo por las fuentes de que disponemos.
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DESMONTAR MITOS
Y también desmontar algunos mitos que se han perpetuado en la cultura popular a través de series como "Juegos de Tronos", que presentan una visión de la sexualidad medieval bastante violenta.
La sexualidad no era muy diferente de la actualidad, salvo en el poder que tenía la Iglesia sobre la gente y su consideración del sexo como pecado.
"Por lo menos de algunas prácticas que catalogaban como sodomía, que no solo incluía las relaciones homosexuales, sino también cualquier forma de sexo no reproductivo, como la masturbación, el sexo anal o cualquier otra práctica no reproductiva", apunta.
La Edad Media "no fue una época tan oscura como se piensa, pues aunque la Iglesia ponía el foco en el sexo como pecado, finalmente veían bien si ese sexo se producía en el matrimonio, pues generaba hijos y cristianos", indica.
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Tabús actuales como las violaciones, los abusos infantiles, el incesto o la zoofilia "eran vistos entonces también como inmorales y en teoría eran castigados".
Las prácticas zoofílicas, señala, eran muy desaprobadas porque "entraba en juego la frontera entre lo humano y lo animal, y en estos casos se llegaron a producir ejecuciones de personas y también de los animales involucrados".
En cuanto al abuso infantil y la violación, la percepción era muy parecida a la nuestra, en el sentido de la desaprobación, si bien luego tenían problemas para ejecutar el castigo.
Harvey documenta asimismo la existencia de personas no binarias en la Edad Media, algo que le ha exigido indagar mucho en los registros para encontrarlos, "casos como Rolandina en Venecia, que era intersexual por las descripciones de su cuerpo, que nació hombre pero se identificó como mujer, o el de John/Eleanor Rykener en Londres".
También el caso de "Katerina Hetzeldorfer, en el siglo XV en Alemania, que mantenía relaciones sexuales con mujeres utilizando aparatos que simulaban penes y las mujeres que tenían sexo con ella decían que pensaban que se acostaban con un hombre".
En cuanto a los sacerdotes, a pesar de que el celibato se hizo obligatorio a partir del siglo XI, no en todos los lugares se cumplió del mismo modo, y "en Inglaterra se hizo cumplir de manera más estricta que en la península Ibérica, donde los clérigos vivían de una forma más o menos abierta con sus barraganas".