Hace 80 años, el 26 de mayo de 1942, el periodista, fabulista y diplomático León Sigüenza murió en San Salvador, a los 47 años. El narrador y político es reconocido como el primer autor nacional que logró publicar sus fábulas en un libro. Lamentablemente, él nunca lo vio impreso.
Y si bien su obra póstuma — titulada “Fábulas” (1942) a secas— fue muy bien recibida en el siglo XX, en 2022, los que lo identifican en El Salvador son muy pocos. Ni qué decir de su visibilización y promoción.
En su natal Cojutepeque, donde nació el 31 de octubre de 1895, su legado se promueve en las aulas del colegio que lleva su nombre, el que funciona en el número 28 de la 8a. calle oriente.
Fue precisamente en la ciudad de los chorizos y butifarras, donde la joven ilustradora Ivette Guardado descubrió la magia de las fábulas de Sigüenza en el siglo XXI, misma ciudad donde ella también integra el proyecto escénico “El solar. Teatro Cojutepecano”.
La exalumna de la Universidad Don Bosco reside en San Salvador, pero quizá la cabecera departamental de Cuscatlán, al oriente de la capital, se ha convertido en el perfecto escenario donde enfrentar sus miedos y alzar la voz.
“El solar” no solo la colocó frente al temido público, también le permitió descubrir los cúmulos de creatividad que anidan en su mente. Es que en un afán de promover la oferta escénica de esta iniciativa cultural, Ivette comenzó a materializar ideas publicitarias, y unas sumamente coloridas.
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Confiesa que cuando le preguntaron si sabía quién era León Sigüenza, no tenía ni el más mínimo conocimiento sobre él. Pero cuando el único libro del diplomático llegó a sus manos, se dejó seducir por la sátira y la magia del fabulista cojutepecano.
Poco a poco, distintos personajes de las “Fábulas” de Sigüenza saltaron de la literatura al libro de dibujos de Ivette. Ese único libro póstumo del fabulista se introdujo en sus silencios y tomaron formas multicolores para después revivir en sus lienzos.
El pasado 6 de marzo, la artista exhibió sus personajes inspirados en los de Sigüenza, en el Cafeto de Cojutepeque. “Eufemismos ilustrados” se tituló e incluyó un conversatoria con Ivette.
Actualmente, en el seno de Casa Clementina de la cineasta Paula Heredia en Suchitoto, Guardado y Sigüenza enamoran a quien visita el más reciente emprendimiento de la ganadora del premio Emmy: la Galería y Tienda ARTLab y el New York Café.
Pero las propuestas visuales de esta talentosa salvadoreña no son solo trazos, colores y formas.
El arte la salvó en casi todos los sentidos en un país que se llama El Salvador. Irónicamente, esta nación urge de alguien que la salve -como Guardado plasma en una de las piezas que ha colgado de su cuenta de IG-, pues la violencia no retrocede y un porcentaje grande de la población la enfrenta a diario.
Ella es una de esas jóvenes que ha tenido que lidiar con este fenómeno, uno que le ha heredado ansiedad y miedo a circular en la vía pública.
Su niñez y adolescencia no fue nada fácil, Guardado es una de las menores de edad que se han visto obligadas a viajar solas en autobuses hacinados para asistir al colegio. Como ella confiesa, en varios de esos viajes atiborrados perdió el conocimiento debido a la angustia de sentirse aprisionada. Era una niña de 10 años y descubrió que muchos ángeles la cuidaban.
Y justo cuando comenzó a albergar pensamientos derrotistas sobre sus aptitudes académicas en sus años de escuela, descubrió que dominaba extraordinariamente los trazos y colores. De ahí su decisión de estudiar Diseño Gráfico.
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Pero el arte le reservaba mucho más. Las artes escénicas llegaron de golpe y la sacudieron a tal punto que el teatro se convirtió en su otra pasión.
Artistas como César Pineda y Rosario Ríos, esposa del director español Santiago Nogales, le han formado sobre las tablas salvadoreñas.
Y si bien al caracterizarse, el vestuario y el maquillaje inhiben sus miedos, la inseguridad que domina al país la intimida.
Ilustración para la celebración de los 20 años del Encuentro Nacional de Teatro Universitario (ENTU), que la artista compartió en su IG. Fotocaptura: imagen de carácter ilustrativo y no comercial / https://www.instagram.com/p/CVZDWykseYi/
Actualmente, el encierro obligado por la pandemia y el actual estado de Excepción la mantienen segura entre las paredes de su hogar, en el que convive con su madre y su hermano veterinario.
Después de cumplir con los quehaceres domésticos que le corresponden y cuidar de sus plantas, Guardado se introduce en su mundo multicolor y crea personajes maravillosos que ya conquistan a nacionales y extranjeros.
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Las representaciones visuales de las fábulas de Sigüenza son solo un pequeño atisbo de ese mágico universo, ilustraciones que aún pueden admirarse en la Galería y Tienda ARTLab de Casa Clementina.
Pero también lo comparte con los amantes del arte desde su Diario de Ilustración en Instagram, en el que además ha plasmado parte de sus convicciones como mujer artista. Ivette Guardado es sin duda un orgullo salvadoreño.