El Salvador dice presente en la prestigiosa Bienal de Venecia, Italia, este 2024, la que se inauguró el pasado 20 de abril y se extenderá hasta el 24 de noviembre.
Nuestro embajador es Ronald Morán, artista visual que no es nuevo en esta fiesta del arte internacional.
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Él debutó hace ya un tiempo, en 2007, con su icónica pieza “La habitación infantil”, de la que trabajó una nueva versión que actualmente se exhibe en el Museo de Arte de El Salvador (Marte), como parte de la exhibición permanente “Trópico telúrico” (2023-2026).
En esta segunda oportunidad, el integrante de la comunidad LFBK (La Fábrica) de Zaragoza participa con un mural que ha titulado “Repitiendo mantras oxidados”, pieza que se desprende de su serie “Por encima del jardín”, que tuvo su génesis en plena pandemia, en 2020.
Nació en los cuadernos de estudio que dedicó a la técnica china Sumi-e, técnica de dibujo monocromático en tinta negra que se desarrolló durante la dinastía Tang (entre los años 618 hasta 907, con un interregno entre 690 y 705).
Hay que destacar que el compatriota siempre ha tenido una afinidad natural con las culturas orientales, las que ha estudiado desde muy joven.
Siempre le atrajo esa mística que las caracteriza, esa dimensión holística que las ha inmortalizado.
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Para el salvadoreño, ser parte de esta bienal europea por segunda vez es “increíble”, a la que ha llegado invitado directamente.
El mural, elaborado con dibujos en papel de arroz y bambú, y fotografías en papel vegetal, se sumerge en esa necedad del hombre de seguir intentando con algo que ya fracasó.
La propuesta, mucho más sutil que otras que se exhiben en la bienal, no ha pasado desapercibida.
Morán creó una sensación de tridimensionalidad, trasponiendo los dibujos y fotos que cuelgan del techo y se alternan entre sí. La luz, las transparencias, el orden en que han sido colocadas las piezas imprimen cierto ritmo al mural.
La obra, también incluye textos que se desprenden de las reflexiones del creador.
Es como un juego de tiempo que narra como se fue concibiendo la serie en cuestión, según explicó Morán días antes de partir a Venecia. Desde los trazos básicos de tinta hasta las formas orgánicas del jardín metálico hermoso pero lacerante que exhibió en el Marte.
Los trazos en los dibujos surgen de su estudio con el alambre razor, que en la vida cotidiana se utiliza como herramienta de defensa para garantizar la seguridad de un inmueble. Pero justo ahí está la ironía, pues ese concepto de seguridad resulta muy cuestionable.
Para él, “la forma espiral e hiriente que corona los muros del vecindario son un símbolo de violencia, del temor en el que la sociedad salvadoreña sobrevive, en un contexto en el que el miedo al otro reemplazó al respeto”.
El mural “Repitiendo mantras oxidados” recibe a los visitantes en el Pabellón de Bolivia, nación sudamericana que logró que se le cediera el pabellón que le pertenece a Rusia desde principios del siglo pasado, pues este es el segundo año que los rusos no participan.
“La Bienal de Venecia fue fundada en 1895 y es uno de los foros de arte más famosos, una exposición de arte internacional que se celebra cada dos años con la participación de un jurado internacional”, detalla el medio mexicano La Jornada en nota sobre la bienal 2024.
UN CREADOR SANTANECO
Ronal Morán nació en Chalchuapa, Santa Ana, en 1972. Pulió su talento en las aulas del Centro Nacional de Artes (CENAR) y la Universidad José Matías Delgado de El Salvador. Luego viaja a México, donde se integra al Taller Soruco de Oaxaca.
Su propuesta visual abarca una diversidad de géneros: dibujo, pintura, fotografía, video, instalación e intervención. Desde sus piezas, ahonda en problemáticas sociales latinoamericanas que invitan al público a reflexionar sobre estas.
Ha participado en más de un centenar de muestras colectivas y en más de 15 individuales, según el sitio oficial del Marte. El artista visual ha representado a El Salvador en bienales de arte en Ecuador, República Dominicana, Nicaragua, Italia y República Checa.