En suelo salvadoreño, si un chelito ojos claros deambula por las calles, suele escuchar de sus interlocutores la pregunta “¿Sos de Chalate, verdad?”.
Lo mismo les ocurre dentro de los centros comerciales o en las aulas de escuelas y universidades, en aquellos distritos que no pertenecen a dicha zona del norte de El Salvador.
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Así lo afirma la joven Verónica Mejía López, de 17 años, quien cada vez que visita la capital llama la atención por su fisonomía y es cuestionada por su lugar de origen. Ella y sus hermanitas, Natalia y Rocío, residen con sus padres en el cantón El Zapotal, del distrito fronterizo Ojos de Agua, a pocos kilómetros del río Sumpul, en Chalatenango Sur.
Y sí, en efecto, la gente blanca, con ojos y cabello claro es muy común en Chalatenango, pero hay ciertas áreas de dicho departamento donde sobreabundan.

Pero, ¿por qué los “arios” salvadoreños se aglomeran en esa zona del país?
Tradicionalmente, se le ha adjudicado al noble, militar y gobernador español Francisco Luis Héctor de Carondelet, la razón de que los rasgos europeos predominen entre la población salvadoreña oriunda del norte del territorio.
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Según se indica en el libro “El Salvador: historia de sus pueblos, villas y ciudades” de Jorge Lardé y Larín, al V barón de Carondelet, vizconde de Langle, vizconde de la Herstre, señor de Hayne-Saint Pierre y caballero de la Orden de Malta, se le atribuye poblar de gente blanca dicho departamento, a finales del siglo XVIII.
“El geógrafo don Guillermo Dawson apunta que ‘Chalatenango era una población indígena mandada poblar de gente blanca en 1791, por el barón de Carondelet, Gobernador General del Reino (de Guatemala) en aquella época”, se lee en la pagina 145 del tomo 4 de la Biblioteca de Historia Salvadoreña publicada por el extinto Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) a inicios de los años 2000.

El nombre de quien gobernó la Intendencia de San Salvador del Reino de Guatemala, de 1789 a 1791, también figura en el libro “El ejercicio de gobernar. Del cabildo borbónico al ayuntamiento liberal El Salvador colonial, 1750-1821”, del historiador, catedrático e investigador Sajid Alfredo Herrera Mena.
En el primer capítulo de dicha investigación, Herrera Mena detalla que Carondelet fue denunciado ante la Audiencia de Guatemala por un grupo de familias “seguramente españolas”, que alegaban que el intendente no les permitía constituir una población en la zona del valle de Sapuyuca, en la jurisdicción de Opico.
Con esto se confirma que en tiempos del barón de Carondelet existieron asentamientos de españoles en territorio de San Salvador. Se dice que fue él quien envió familias españolas a habitar en la zona de Dulce Nombre de María y que de esos asentamientos europeos descienden los cheles ojos zarcos de Chalatenango.
Por otra parte, el historiador Ricardo Castellón, en su libro “Secretos de Familia. La familia y su movilidad en El Salvador Colonial, siglo XVIII”, también desarrolla el tema de la movilidad geográfica.

En este, explica que el sociólogo y filósofo alemán Georg Simmel, en cuanto a la movilidad, refiere que “las sociedades se caracterizan por la posibilidad que los individuos puedan desplazarse, movilizarse de un lugar a otro, aclarando que la proximidad espacial no significa necesariamente cercanía social”.
En esta investigación del doctor en Historia y Filosofía, se detalla que debido al atractivo de la industria añilera en los curatos de Chalatenango y Tejutla de finales del siglo XVIII se registraron migraciones de Guatemala y Honduras, así como formas irregulares de radicación.
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Similar argumento ofrece el antropólogo Ramón Rivas, director del Museo de Antropología de la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC), quien indica que debido al boom de la industria del añil en el Reino de Guatemala hubo un sinnúmero de migraciones que poblaron el norte de lo que hoy es territorio cuscatleco, muy probablemente de españoles que buscaban fortuna.
Otro dato que abona a esta tesis lo ofrece el investigador y escritor salvadoreño radicado en Barcelona, Carlos Cañas Dinarte, quien explica que esos asentamientos de gente blanca en Chalatenango, se mantuvieron aisladas por años, empujando a los habitantes a cruzarse entre ellos y mantener así las características físicas: piel blanca, ojos y cabello claro.


Fue hasta que la red de carreteras se amplió en el norte del país que estas poblaciones tuvieron más acceso al resto de municipios del territorio.
Al visitar la zona norte del actual Chalatenango, se logra ubicar una mayor cantidad de salvadoreños con dicha fisonomía, sobre todo en lugares como El Carrizal, El Portillo, El Zapotal y Ojos de Agua, adonde nos llevó la búsqueda de los chelitos ojos zarcos.
Sí es verdad que el área del noreste del departamento es una zona con una geografía bien accidentada, llena de cerros y precipicios que hacen difícil el acceso.
Basta con admirar el paisaje de la reserva forestal La Montañona, que abarca varios distritos de la zona: son 2,700 manzanas distribuidas entre Las Vueltas, La Laguna, Comalapa, Concepción Quezaltepeque, Chalatenango, El Carrizal y Ojos de Agua, según detalle en el sitio chalatenango.sv.



Esto confirma lo planteado por Cañas Dinarte. Pero para confirmarlo aún más, basta con visitar el cantón El Portillo de Ojos de Agua, donde casi todas las familias son parientes.
Así lo manifestó doña Reina Elizabeth Ayala de Alvarenga, quien reside en ese lugar y comenta que ese cantón fue fundado por dos grandes familias los Ayala y los Melgar. Casi todos tienen esos apellidos.
En la zona es común encontrarse con personas blancas, rubios o cabello canche, y se ven ojos claros, ya sea verdes, pardos, azules o amielados. También se ven pelirrojos y pecosos.
Lo peculiar: los salvadoreños en esa zona noreste de Chalatenango son algo ariscos, pero al ganar su confianza son excelentes anfitriones, al igual que cualquier habitante del Pulgarcito de América.
También están conscientes que sus características físicas los hacen especiales en el territorio: son los chelitos ojos claros de El Salvador, una de las tantas huellas de la migración europea que heredó la Colonia.

MODULO
Personas de piel blanca, rubios y ojos claros registrados en el país
-Enero de 2003 (Al introducir el DUI)
Piel Blanca: 219,000
Ojos verdes: 25,000
Cabello rubio: 3,000
-Al 26 de enero de 2025, según datos facilitados por el RNPN
Piel Blanca: 278,813 hombres y 415,580 mujeres = 694,393 representa el 10,9 % de la población
Ojos verdes: 25,813 y 23,299 = 49,112
Cabello rubio: 2,710 y 6,098 = 8,808