Tras someterse a una cirugía hace más de un año, el incansable investigador de la historia prehispánica de El Salvador, Federico Paredes Umaña, cerró sus ojos a este mundo y se unió al cosmos el pasado fin de semana.
Para celebrar que el alma del investigador de las Cabezas de Jaguar trascendió, familia y amigos realizaron una íntima ceremonia frente al océano que recordó el legado que deja al mundo el Premio Nacional de Cultura 2018.
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Sus restos mortales fueron cremados a inicios de semana y sus cenizas fueron depositadas en el mar, frente a familia y amigos cercanos.
Según detalles proporcionados por el poeta Kike Zepeda, la ceremonia fue realizada en el litoral de El Salvador y fue presenciada por unas 25 personas. La dirigió quien fue la pareja de Pardes Umaña, Tania Molina.
“Por la mañana nos dirigimos a Playa Las Flores (La Libertad), en donde Tania nos recibió en la playa y comenzó a dibujar de memoria las líneas de una de las Cabezas de Jaguar a las que Federico dedicaría su trabajo. Luego las pusimos en relieve mientras amigos y familiares nos acercamos para hacer un círculo. Ahí se volvió a agradecer por la vida de Federico, por su paso en este mundo, por el amor depositado a su familia, a sus amigos, a su esposa, a su hijo”, comparte el escritor.
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El hasta pronto continuó con los asistentes tomados de la mano, “haciendo un círculo, se dieron unas palabras en donde se agradeció al padre y madre creadora, y en donde sus cenizas serían devueltas al mar. Al terminar, trajeron sus cenizas al círculo y en uno de los agujeros representados en la cabeza de jaguar recién esculpida en la arena, se depositaron las cenizas de Federico Paredes, el amigo, el amor, el arqueólogo”, continúa el breve relato de la ceremonia compartido por Zepeda.
Todo finalizó con las palabras de los presentes recordando la vida del arqueólogo salvadoreño.