Al suroriente del centro de San Salvador, una antigua residencia se mantiene imponente ante el paso del tiempo. Según el historiador Dylan Magaña, fue construida en 1927 por el ingeniero italiano Uberto Goria, para una familia cuya actividad económica era el café, en el departamento de Chalatenango.
Se refiere a la familia del Dr. Rodrigo Samayoa, profesional, empresario y terrateniente, que fue compañero de Maximiliano Hernández Martínez en la facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador. Él estaba dedicado a la producción de café mientras su esposa, Clara Luna de Samayoa, se hacía cargo de sus hijos Salvador, Rodrigo y Concha Marina. Esta última fue parte del primer grupo de mujeres del Opus Dei en El Salvador, según se detalla en un trabajo realizado por Merlly Mendoza, para la cátedra de Restauración de Bienes Culturales de la Universidad José Matías Delgado.
Ubicada en la famosa “Cuesta del Palo Verde”, en la esquina sur oeste de la 4° avenida sur y la 8° calle oriente del Centro Hisórico de San Salvador, esta edificación destaca por su estructura, pero ahora ha llamado la atención porque está a la venta en medio millón de dólares en Marketplace.
Delmy Reyes, quien alquila un cuarto en dicha vivienda, comenta que hasta la fecha no les han dicho nada de la venta, pero que esperan que les puedan avisar con tiempo para tener tiempo de conseguir otro lugar donde vivir.
Según la publicación en Marketplace, esta se oferta para remodelar y reparar. Consta de 3 niveles, un sótano, más un terreno en la parte trasera. La distribución de la casa satisface necesidades espaciales de la época en que se edificó, como espacios especiales para la atención de visitantes, salones de manualidades o contemplación, terrazas paisajistas y pasillos dedicados a labores de servicio. Hoy por hoy, la casa está dividida en cuartos.
Hay que resaltar que está localizada muy cerca de bienes inmuebles importantes como el Palacio Nacional, la iglesia El Rosario y la Catedral de San Salvador.
Lee también: Remodelaciones en el Centro Histórico generan choque entre internautas
Luego que los dueños originales dejaron de habitarla, tuvo varios usos: ahí funcionó el Colegio Abraham Lincoln en los 60, la Escuela Técnica de Construcción, una clínica particular y la Escuela Técnica para Maestros de Obra (ENSETEC). Finalmente, se arrendaron las habitaciones a particulares.
En la actualidad, funciona como comercio y residencia, pues en el garaje y en el exterior de la casa funcionan varios emprendimientos informales, como ventas de artículos para el hogar, cerámica o venta y compra de inodoros y lavamanos usados. Las habitaciones son alquiladas por $100 dólares mensuales.
“Acá viven alrededor de siete familias. Todos alquilamos los cuartos”, asegura Reyes, quien tiene más de cinco años viviendo ahí con su familia.
Según Merlly Sandoval, de la Escuela de Arquitectura de la Matías Delgado, por las condiciones en que se encuentra la casa, se puede intuir que no ha recibido el mantenimiento idóneo para ser conservada, notándose un grave deterioro.
Entérate: Molina Civallero sigue escribiendo historia tras 6 décadas en el centro capitalino
“La casa es importante por su historia y también por su estilo, especialmente por su sistema constructivo que se llama Deployer, un sistema de estructura de madera y malla metálica, repellada de cemento. El mismo sistema que se utilizó en otras residencias de la época, como la casa Dueñas sobre la Juan Pablo”, se indica en el informe realizado para la cátedra de Restauración de Bienes Culturales.
La importancia de este sistema constructivo para la historia de la arquitectura del país es que fue parte de los sistemas de la revolución industrial introducidos después del terremoto de 1917.
“Si bien hay que mencionar que por el mismo deterioro la residencia ha sufrido cambios, uno de los más visibles es el reemplazo de parte del panel de cemento de un lateral y parte de la zona posterior por láminas”, subraya Sandoval.
Este sistema constructivo hizo su aparición a finales del siglo XIX en Francia. En El Salvador, se introdujo a inicios del siglo XX, como solución frente a los movimientos sísmicos. Este se fortaleció con el florecimiento económico generado por el café, lo que dio paso a la importación de materiales innovadores como el metal, la lámina troquelada y el deployer (lámina desplegable).
El Deployer era un sistema que consistía en una red metálica sujetada a una armazón de madera, que se usaba como base para pegar mezcla de yeso, arena y /o cemento, usando para el acabado terminaciones en lámina lisa, acanalada o troquelada.
Los cimientos debían estar hechos principalmente a base de piedra, luego se elaborará un muro de ladrillo de aproximadamente 1 a 15 m de alto, para luego levantar la estructura de madera sobre la que se adosaba la lámina deployer, para ser posteriormente repellada.
ESTILO ECLÉCTICO
En la casa Samayoa está presente el Art Nouveau, a través del uso de líneas curvas y formas onduladas, además de utilizar notablemente materiales como el hierro fundido y vidrieras decorativas, y el uso de formas asimétricas; a la vez, se percibe de forma muy sutil, una influencia neogótica dada por el uso de arcadas ciegas formados por arcos apuntados y balaustrada con arcos apuntados en terraza. Debido a lo anterior y a que se mezclan elementos de distintos estilos arquitectónicos, los especialistas afirman que su estilo generalizado es ecléctico.
Hoy día, el barrio donde se ubica es bastante decadente. Y a pesar de que en la zona se encuentran bienes culturales reconocidos, existe una gran cantidad de inmuebles de gran valor arquitectónico que no se hallan inventariados, según la arquitecta Griselda Gamero, de la Oficina de Rescate del Centro Histórico de San Salvador. Esto, porque el inventario existente de las casas con valor arquitectónico no incluyó el estudio de la zona y dicho estudio sólo contiene datos técnicos sobre el estado de otros inmuebles.
Debido a ello, la conservación de los bienes en la zona está en riesgo, ya que no han recibido ninguna clase de mantenimiento que ayude a su preservación, cita Merlly.