Tal y como él mismo lo describe en la autobiografía fechada el 18 de noviembre de 1969, el gran maestro de la pintura salvadoreña, Valero Lecha, nació hace 130 años, el 4 de marzo de 1894, en la región de Alcorisa, provincia de Teruel en Aragón, España.
Hijo de un carnicero, creció siendo pastor de ovejas, agricultor, albañil y estudiante para fraile. Pero ninguno de tales oficios consagraron su historia.
El virtuoso español se inmortalizó como pintor y formador del talento salvadoreño, luego de migrar a la nación cuscatleca tras contraer matrimonio en Tegucigalpa, Honduras.
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Antes, ya había probado suerte en el teatro con una compañía de comedia en México, donde compartió créditos con la famosa Sara García.
Pero en la comunidad artística-cultura de El Salvador se le recuerda como el académico que forjó a varias generaciones de talentosos pintores nacionales, como Rosa Mena Valenzuela, Julia Díaz, Noe Canjura, Raúl Elas Reyes, José V. Polanco, Mario Araujo Rajo, Augusto y Benjamín Crespín, Miguel Ángel Orellana, el Aleph, Titi Escalante y Mauricio Mejía, entre muchos.
Fundó su academia en 1937 y sus primeros alumnos la hicieron brillar. Sin embargo, para él fue una verdadera odisea mantener activa la academia que llevaba su nombre y funcionó frente al actual Teatro Nacional de San Salvador.
Él escribió que como maestro tuvo que enfrentarse a la indiferencia y el poco apoyo de las autoridades y la sociedad misma. Pese a todos esos obstáculos siempre estuvo ahí para sus alumnos, a quienes ayudaba en cuanto podía para que siguieron formando su talento,
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Sus exalumnos -los que aún le sobreviven- lo rememoran con cariño, como el maestro que no solo les enseñó técnica y descubrió sus aptitudes artísticas, también es el español que les cambió la vida y los hizo volar alto. El padre de la pintura en El Salvador del siglo XX.
En su 130 aniversario de nacimiento, algunas de las voces de la Cultura salvadoreña comparten su sentir. El maestro Lecha falleció en 1976.
FRASES DE EXALUMNOS
“… fui su alumno desde 1969 al 1973. En ese período, pude asimilar la importancia del dibujo para la formación académica de un artista. Posterior a eso, la necesaria depuración del color por medio del paisaje, con 7 colores primarios para encontrar todos los colores que existen”.
Augusto Crespín, artista
“Don Valero Lecha fue un maestro cuya memoria se mantiene fresca y viva. Él me enseñó, como decía él, a ver no a pintar. Me enseñó a ver con el alma. Mantengo una gratitud enorme hacia su persona”.
Titi Escalante, artista
“Recuerdo al maestro Lecha con mucho cariño y añoranza. Él fue para mí una luz, (me sentí) segura buscando mi camino como pintora, marcó un camino en la cultura del país y llevó a muchos artistas a su destino como pintores. Creo que fue el mejor maestro que tuvo el país en ese tiempo y marcó una época”.
Astrid Suárez, artista
“Don Valero, definitivamente, le cambió la vida a muchos de los artistas que pasaron por su academia (...)Siempre fue generoso, una persona muy especial. Era como un padre para uno… me dejó firmado recibos como de un año, para que siguieran dándome la beca (en 1975)”.
Mauricio Mejía, artista
"El maestro, don Valero, realmente fue un personaje. Con él yo aprendí a VER y a la fecha ese poder de observación lo sigo valorando. También con el aprendí el valor de observar y tomar anotaciones dibujadas de lo que uno ve todos los días y que son un verdadero tesoro que conservo y aún sigo practicando".
Ana Cristina Campos, artista