El 12 de abril de 1871, el general Santiago González Portillo (Zacapa, Guatemala, 25.julio.1818-San Salvador 01.agosto.1887) entraba en la ciudad de San Salvador, al frente de las tropas que dirigiera para derrocar al presidente Dr. Francisco Dueñas, quien se asiló en la Legación estadounidense.
En ese mismo año, el ya mariscal de campo González Portillo convocó a una Asamblea Constituyente, que le confirió el mando del país desde 1872 hasta 1874. No conforme con eso, el militar y político liberal convocó a otro cónclave constituyente en 1872, que le extendió su mandato hasta 1876. Pero esa segunda jugada política no fue tan fácil como la primera, arrastrada por su victoria militar ante el ejército de Dueñas.
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El 10 de mayo de 1872, el presidente González Portillo le entregó el Poder Ejecutivo a su Vicepresidente, el abogado Lic. Manuel Méndez. La breve ceremonia tuvo lugar en Sensuntepeque, localidad natal y de residencia del jurisconsulto. La localidad estaba en la ruta que seguía el mariscal con rumbo hacia Honduras, adonde él y el presidente provisional y general guatemalteco Miguel García Granados (1809-1878), ganador de la revolución liberal que tomó la capital guatemalteca el 20 de junio de 1871, se dirigieron para encabezar el derrocamiento del hasta entonces seis veces presidente de Honduras José María Medina, apodado Medinón (1826-1878) y quien era considerado un poderoso caudillo conservador que impedía consolidar la Triple Alianza liberal en el triángulo norte centroamericano.
El Lic. Méndez cumplió a cabalidad su papel como presidente provisional y le devolvió el mando al Presidente el 9 de julio de 1872. Durante su régimen, los intelectuales liberales como los doctores David Joaquín Guzmán Martorell y Francisco Esteban Galindo motivaron a las autoridades para que capturaran y expulsaran del territorio nacional a los sacerdotes de la Compañía de Jesús o jesuitas.
El sábado 17 de agosto, el mariscal de campo convocó a los doce departamentos para elegir a 36 diputados constituyentes, a razón de tres propietarios y un suplente. El Lic. Méndez no vio con agrado ese movimiento político, pero no pudo hacer mayor cosa. A las 9 de la noche del 1 de septiembre de 1872, en las cercanías de la Plaza Principal (ahora parque Barrios), en San Salvador, un solo disparo acabó con su vida. Su necrológica, El sacrificio de un patriota, fue redactada por el intelectual y liberal hondureño Álvaro Contreras Membreño. Fue publicada entre las páginas 1 y 3 del Boletín Oficial, año 1, no. 71, el jueves 5 de septiembre. Las elecciones tuvieron lugar el domingo 8.
En aquella sexta Asamblea Constituyente de El Salvador, entre diputados propietarios y suplentes, había nombres de liberales e intelectuales reconocidos. La presidencia de aquel parlamento recayó en el rico agricultor José Dolores Larreynaga, quien llevaba como suplente al poeta y general migueleño Juan José Cañas Pérez y como secretario al Lic. Dositeo Fiallos. Como diputado por La Libertad figuraba el médico y naturalista vicentino Dr. Darío González, mientras que por Chalatenango estaban el poeta y abogado Lic. Antonio Guevara Valdés y el periodista y orador hondureño Álvaro Contreras Membreño. Por Sonsonate estaba el poeta y futuro banquero Calixto Velado, mientras que por Usulután figuraban Enrique Masferrer (padre de Vicente Alberto Mónico Masferrer, más conocido como Alberto Masferrer) y el galeno y naturalista migueleño Dr. David Joaquín Guzmán Martorell. Por Ahuachapán fungía como suplente el futuro vicepresidente de la república Onofre Durán, mientras que el rico empresario Encarnación Mejía ocupaba una curul como propietario por Cuscatlán, junto con el general, escritor y periodista Julián Ruiz.
La nueva Constituyente fue instalada en el primer Palacio Nacional de San Salvador, el 26 de septiembre de 1872. Dio inicio a sus sesiones cuatro días después.
En su sesión número 52, ocurrida el 8 de febrero de 1873, aquella parte del Poder Legislativo bicameral del país recibió la petición de formar un nuevo departamento compuesto por los distritos de Ilobasco y Sensuntepeque. La opinión favorable de la comisión nombrada para proponerlo fue bautizar a la nueva entidad administrativa como departamento de Lindo (en homenaje al hondureño Lic. Juan Nepomuceno Hernández y Lindo, fundador de la Universidad en febrero de 1841) y que Ilobasco fuera su cabecera. La fundación del departamento fue aprobada, pero la situación sufrió un entrampamiento en los detalles del decreto fundacional. El representante Dr. Darío González propuso el nombre de Sensuntepeque para todo el área, mientras que el Dr. David J. Guzmán argumentó que se le bautizara Morazán. Otro propuso que el departamento se llamara 73, porque era la Constituyente de ese año el que lo fundaba y agregaba a la división administrativa nacional.
El diputado Álvaro Contreras Membreño propuso el apellido de Cabañas en memoria del general hondureño José Trinidad Cabañas (1805-1871), político liberal y cuñado del general y presidente salvadoreño Gerardo Barrios Espinoza. En su perorata, él señaló que el nombre del general Francisco Morazán era mucho para nombrar sólo a un departamento y que él no perdía la esperanza de que las cinco repúblicas centroamericanas unificadas llevaran, un día en el futuro, el nombre conjunto de República de Morazán. Fue así como el próximo departamento se convirtió en el primero de El Salvador en rendir homenaje a un personaje histórico de origen hondureño.
El representante por La Unión, Lic. Juan María Villatoro, el de Cuscatlán Cayetano Díaz, el Lic. Guevara Valdés y el Dr. Guzmán Martorell coincidieron en sus alegatos en sostener que Sensuntepeque fuera la cabecera departamental, mientras que el presidente Larreynaga y otros diputados argumentaron a favor de Ilobasco.
En la sesión 53, del 9 de febrero, intervinieron los representantes Díaz, Villatoro, Guzmán y otros. Tras larga discusión en el pleno, Sensuntepeque fue escogida para cabecera departamental.
El 10 de febrero de 1873, la sexta Asamblea Constituyente emitió el decreto que segregó los distritos de Ilobasco y Sensuntepeque del departamento de San Vicente (existente gracias al artículo 6 de la primera Constitución salvadoreña, promulgada del 12 de junio de 1824) y los incorporó al departamento recién fundado. Además, reestructuró al distrito de Ilobasco con Jutiapa, Tejutepeque y Cinquera, mientras que para el nuevo distrito de San Sebastián, en el departamento de San Vicente, asignó a los pueblos de San Sebastián, Santo Domingo, San Lorenzo, San Esteban y Santa Clara. El decreto legislativo fue sancionado por el presidente Santiago González Portillo el 22 de febrero de 1873 y fue publicado en las primeras dos páginas del Boletín Oficial número 93, el jueves 27.
¿Quién era Álvaro Contreras Membreño, el hondureño exiliado y liberal que bautizó al departamento de Cabañas? Nació en la entonces villa de Cedros (Honduras), el 31 de enero de 1839, como hijo de Gregorio Contreras y Josefa Membreño. Bachillerado en Filosofía y Letras por la Universidad de Tegucigalpa (1855), se afirma que se licenció en Leyes en la Universidad de San Carlos, en la ciudad de Guatemala.
Se inició como escritor en un periódico del Partido Liberal de Honduras, el cual era dirigido por Celeo Arias. En tierras hondureñas, fungió en diversos cargos públicos, como el de Administrador de Rentas de Tegucigalpa, Jefe de Sección del Ministerio de Gobernación y redactor de la Gaceta Oficial (1862-1863).
Enviado al exilio, llegó a El Salvador en 1864, como secretario del general José Trinidad Cabañas. Entrado en choques con el gobierno presidencial del Dr. Francisco Dueñas, se radicó en Costa Rica (1865-1871), donde se desempeñó como docente privado (fundó un colegio en Heredia, en 1869) y público, además de ejercer el periodismo en varios medios (como el bisemanario Estrella del Irazú (aparecido desde el 27 de febrero de 1868, fue considerado el mejor periódico centroamericano, en los que Contreras sostuvo diversas polémicas sobre la situación económica y la pena de muerte), el semanario La Juventud (publicado desde diciembre de 1868) y La oposición (impreso en Alajuela). También fue subsecretario en las carteras ministeriales de Guerra y Marina y Obras Públicas y como diputado por Alajuela ante la Asamblea Constituyente de 1870.
En San José, contrajo nupcias con la dama costarricense Manuela Cañas -descendiente de Manuel Cañas, el último gobernador español de Costa Rica-, con quien procreó a sus hijas Rafaela Salvadora y Julia, a quienes el poeta nicaragüense Rubén Darío conoció en su niñez, en Nicaragua.
Desterrado de suelo costarricense por el presidente Tomás Guardia, volvió a El Salvador, donde se incorporó a la masonería. Fue nombrado redactor del Boletín Oficial y del periódico gubernamental La opinión. De hecho, la mayor parte de sus escritos aún permanece dispersa en periódicos y revistas centro y suramericanas de esa época.
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Diputado por Chalatenango ante la sexta Asamblea Constituyente de El Salvador (1873), en marzo de 1874 se convirtió en un animado defensor de la necesidad de que El Salvador contara con bancos privados para impulsar la economía cafetalera nacional, pero sus argumentos económicos y políticos siempre fueron atacados por la alta curia católica.
En 1875 fundó un periódico personal, de corta vida. Tras el fin del gobierno liberal del mariscal Santiago González Portillo y su sucesor Andrés Valle, tuvo que emigrar a Nicaragua, de donde también fue expulsado, al igual que de Costa Rica y Colombia.
Retornado a El Salvador en 1881, sus discursos y escritos incendiarios le ganaron la pronta animadversión del férreo gobernante Dr. Rafael Zaldívar, quien ordenó su captura y tortura en una cárcel de San Salvador, donde sus verdugos lo obligaban a hablar por horas enteras. Como resultado de esos castigos, falleció en la capital salvadoreña, el 9 de octubre de 1882, ocho años antes de que su hija mayor, la pianista y cuentista Rafaela Salvadora (San José, Costa Rica, 02.mayo.1869-San Salvador, 26.enero.1893), contrajera nupcias civiles con Rubén Darío, en un hecho desarrollado en San Salvador, el sábado 21 de junio de 1890.
Como homenaje, el principal premio nacional de periodismo de Honduras ostenta su nombre. En El Salvador, nada lo recuerda en la actualidad.