La avenida Independencia actualmente está conformada por negocios de antigüedades, de reciclaje, talleres artesanales, negocios informales y mesones, entre la basura que ocasionalmente se acumula entre sus cuadras y antiguos inmuebles sin uso que han sobrevivido al paso del tiempo, puede apreciarse la relevancia que tuvo la zona oriental de las afueras del centro de san salvador.
La actual administración de la alcaldía de San Salvador busca continuar el proyecto de revitalización en este sector, al igual que otros periodos han intentado sin éxito mejorarla y regresarle un poco del brillo que tuvo.
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La historia de la avenida inicia entre finales del siglo XIX y siglo XX, cuando se amplió el recorrido del ferrocarril que en esa época se realizaba únicamente entre San Salvador, Santa Ana, Sonsonate y Acajutla.
Según el historiador salvadoreño Carlos Cañas Dinarte, The Salvador Railway Company Limited entregó en abril de 1900 la estación ferrocarril de Occidente, que permitió el aumento de flujo de pasajeros y mercadería entre la zona de Nejapa con San Salvador, por lo que el gobierno central impulsó la construcción del proyecto que en esa época se llamaría “Avenida de la Estación del Ferrocarril Occidental”.
La construcción se financió con la creación de impuestos nuevos y la expropiación forzosa de decenas de solares y casas de la zona, cuyos precios fueron pagados por la municipalidad capitalina mediante la recepción de la mitad del Fondo de Caminos correspondiente a la ciudad. La vía tendría una medida de 40 varas o 33 metros de ancho.
Al inaugurarla, según información recolectada por Cañas Dinarte, la calle se nombró “Gran Avenida Independencia”. Fue parte de los proyectos del gobierno del presidente Tomás Regalado y comenzó a utilizarse el 20 de diciembre de 1901.
Lo que volvió moderna y ostentosa esta calle fueron las 14 estatuas y dos bustos de mármol que se colocaron entre 1902 y 1903 en las orillas y que fueron encargados a Luisi y la empresa veneciana con sede en El Salvador Ferracuti.
Sobre pedestales se colocaron las estatuas de las sirenas, los leones rampantes y las estatuas alegóricas de la Ciencia, Mecánica, Electricidad, Astronomía, Comercio, Industria, Libertad, Poesía, Música, Pintura, Escultura y Agricultura.
También le fueron colocados los bustos de los independentistas capitalinos José Matías Delgado y Manuel José Arce, del obispo Ignacio Saldaña, del presbítero, doctor y licenciado Isidro Menéndez, y del general y presidente mexicano Porfirio Díaz.
Luego se agregó un quiosco en el extremo oriental de la avenida, una figura del dios Marte y los jarrones metálicos. Para 1906 se añadió un busto que donó la colonia española residente en El Salvador del escritor Miguel de Cervantes Saavedra.
La estatua de la Leyenda del Indio Atlacatl fue instalada en 1927 y el quiosco anteriormente mencionado también fueron removido. La pieza, que actualmente está en la colonia que lleva el mismo nombre, fue trabajada y fundida en bronce por el salvadoreño Valentín Estrada.
Durante sus primeros años, debido a la cercanía de la estación Ferrocarril de Occidente, se instalaron en este sector decenas de residencias, hostales, hoteles, casas de huéspedes, pensiones, bares, pequeños teatros y otros puntos necesarios para darles atención, cobijo, alimentación y diversión a las personas que llegaban a San Salvador.
Con el paso de los años, las modificaciones de la calle fueron adecuadas a las necesidades de cada época sin perder su anchura, mientras que sus elementos decorativos fueron distribuidos en distintas partes.
Por ejemplo, según investigaciones del historiador Carlos Cañas Dinarte, los jarrones de hierro fueron colocados en la plaza Morazán, aún se pueden observar un par de esas piezas.
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Algunas estatuas fueron colocadas en lo que era la actual Casa Presidencial ubicada sobre la carretera Panamericana. El busto en mármol del escritor Miguel de Cervantes Saavedra se instaló un tiempo en el extremo sur del parque Libertad y posteriormente al barrio San Jacinto, en un espacio dedicado a Don Quijote y Sancho Panza; los leones estuvieron instalados por muchos años en el salón Azul de la Asamblea Legislativa, fueron removidos en la última remodelación y su paradero es desconocido al igual que otras piezas de arte que eran expuestas en dicha institución.
El crecimiento demográfico de San Salvador y la decadencia del uso de los ferrocarriles fueron la ruina de los antiguos hoteles y bares del área que fueron dejando de ser usados por viajeros y turistas, por lo que se fueron transformando en puntos de prostitución, negocios informales y delincuencia.
Durante los últimos 25 años, distintas administraciones capitalinas han intentado modernizar y cambiar su imagen, como el exalcalde Carlos Rivera Zamora en su periodo de 2003 a 2006, él impulsó el espacio como un potencial ciclo vía, reubicó paradas de buses, además de las ventas y regresó a su lugar una copia hecha a base de cemento de la estatua del indio Atlacatl, y retiró una estatua de Augusto Cesar Sandino.
Mientras que el exalcalde Norman Quijano intentó llevar seguridad a la zona y convertirla en una vía turística al reordenar negocios informales que habían en las calles y cerrar ventas ilegales de alcohol y puntos de prostitución.
Un nuevo reordenamiento
La actual administración de la alcaldía capitalina busca integrar este tramo de San Salvador a la revitalización, así como otras administraciones buscaron un reordenamiento.
Pero las aceras siguen siendo hogares de personas con enfermedades mentales o en situación de calle.
En los últimos 20 años, la avenida es uno de los espacios de vivienda más importantes de vendedores informales, albañiles, carpinteros y otros trabajadores. Los mesones se encuentran por todos los alrededores.
Su imponente cine "Avenida", inaugurado en los años 50 y que fue popular por su capacidad de aforo y estilo arquitectónico, hoy luce sucio y vacío en su interior, con algunos daños en infraestructura causados por el incendio ocurrido en 2014, el cual afectó a vendedores informales de frutas y otros productos que habían sido reinstalados ahí en 2011.
Pocos vendedores se mantienen en sus puestos en este espacio y han sido notificados de desalojo, pero sin fecha exacta, al igual que sus vecinos, los zapateros.
Cristian Antillón, de 60 años, es uno de los zapateros más antiguos de la avenida. Él aprendió el oficio desde niño. A los 15 años, trabajó varios años en las aceras de la Avenida Independencia y se incorporó a la reubicación en la Casa del Zapatero, un proyecto que se creó por parte de la alcaldía en 2011.
La administración compraría este inmueble, pero el negocio nunca se concretó y pagaban el arriendo sin cobrarles a los 19 de los 30 zapateos que estaban en la calle y que aceptaron ser parte del proyecto.
Antillón comentó que para el mes de septiembre debían haber desalojado por indicaciones de la alcaldía, pero el proceso no se llevó a cabo: “Dicen que en enero sí nos vamos, que nos reinstalarán en La Tiendona, pero no vemos seguridad en eso”.
Las dudas de los zapateros surgen porque quien está exigiendo el desalojo es la empresa Teatros de El Salvador S.A. de C.V., una organización privada dueña de este inmueble que a través de un comunicado escrito y firmado dio hasta el primer fin de semana de enero para desalojar el lugar, con la afirmación que es por el proyecto de revitalización.
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Al hablar por teléfono con representantes de la empresa, quienes prefirieron no identificarse, comentaron que el inmueble nunca fue comprado por la alcaldía, por lo que la institución pagaba los gastos correspondientes, pero desde hace varias gestiones dejaron de pagar y nadie se hace responsable por el pago de servicios.
“Los dueños queremos de vuelta el inmueble, porque es de nosotros, no somos una institución pública”, dijo la representante, quien agregó que posiblemente se ejecutará algún proyecto.
Esta empresa se dedicó por años a organizar eventos de entretenimiento en el país, fue fundada en los años 50 y tiene otros inmuebles en el centro de San Salvador.
El historiador Carlos Cañas compartió que en este nuevo proyecto de revitalización del Paseo Avenida Independencia se debe devolver la dignidad a esa zona de la ciudad de San Salvador, mediante una efectiva interacción social y promoción local, por medio de microempresas de corte turístico y cultural, así como mediante la actualización de sus aceras, la reconversión de algunos de sus edificios y la reubicación de decenas de paradas de microbuses y autobuses.
“A la par de ese reordenamiento necesario, también es urgente una actividad de rehabilitación del patrimonio cultural tangible, mediante la localización y colocación de sus estatuas, bustos, leones rampantes, Atlacatl y demás elementos que ayuden a las futuras generaciones de la ciudadanía capitalina, para que aprecien y valoren el desarrollo histórico del Paseo Independencia, una vía urbana que fue trazada para ser uno de los puntos más bellos y progresistas de la ciudad de San Salvador”.