Para el escritor, dramaturgo y director teatral Diego Fernando Montoya, la canonización no le hizo nada bien a la figura de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Lejos de visibilizar su pensamiento y su activismo en pro de los más pobres, lo convirtió en una especie de figura “Rock Star”, que silencia ese potente discurso aún vigente, por el que el religioso murió.
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El colombiano dirige la obra “Después, otra vez, la noche”, el resultado de un proceso de laboratorio teatral en torno de la figura del único santo de El Salvador y los acontecimientos políticos, sociales y culturales relacionados con su asesinato.
San Óscar Arnulfo Romero fue asesinado por un francotirador, al filo de las 6:30 de la tarde del 24 de marzo de 1980, mientras celebraba una misa en la capilla del Hospital Divina Providencia de San Salvador.
Más de cuatro décadas después, el crimen de la emblemática figura latinoamericana está al centro de una obra de teatro, que pretende dialogar con el público y cuestionarlo sobre su relación con Romero.
“Yo no sé exactamente que pretendo, pero sé exactamente que no quiero. No quiero hacer la biografía de Romero, no quiero hacer la historia oficial de Romero, no quiero decir lo que la gente quiere escuchar de Romero… yo quiero cuestionar a Romero también y cuestionar la posición de la sociedad frente a la doctrina y la obra de Romero, su pensamiento”, enfatiza el colombiano, quien es autor de la dramaturgia y un investigador del mártir cuscatleco.
“Después, otra vez, la noche” es una puesta en escena que se construyó entre Cali, Colombia, y San Salvador, El Salvador, ganadora del Fondo Iberoamericano para la Creación de Espectáculos de las Artes Escénicas de Iberescena, en 2021.
Al fundador de Pasionaria Laboratorio Escénico de Colombia, se suman los consagrados actores salvadoreños René Lovo y Omar Renderos, de La Galera Teatro y Escena Norte respectivamente.
Los artistas detrás de la obra invitan a los amantes del teatro a dejarse cuestionar por esta puesta en escena sobre el mártir. VIDEO: Cortesía La Galera Teatro / Pasionaria Laboratorio Escénico
A Lovo, Montoya lo conoció en Londres en 2012 y a Renderos en 2016, cuando tuvo la oportunidad de visitar El Salvador y recolectar un cúmulo valioso de información sobre el santo migueleño.
“En mi mapa mental, no teatral, Monseñor Romero aparece en los años 80… después que lo mataron”, aclara el sudamericano.
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Cuando Lovo le propuso trabajar algo en conjunto, tuvo muy claro que el tema era Romero. “Me dije… si voy hacer algo en El Salvador, este es el tema. No hay ninguna posibilidad de que yo haga otro tema”.
Luego de concursar por los fondos en 2021, iniciaron ese laboratorio teatral que, contra viento y marea, presenta su resultado este viernes 5 de agosto, a las 8:00 de la noche, en La Galera Teatro y Cocina (Condominio 2000, esquina de bulevar Los Héroes y calle a las Tres Torres). El costo de la entrada es de $8 y $6; y se puede reservar cupo con transacción bancaria. Más información al 7695-3727.
Por el momento, la puesta en escena estará en cartelera todo el mes de agosto, pero el director Montoya espera llevarla a su país y presentarla en Cali, Bogotá y Medellín. También pretende visibilizarla en los festivales centroamericanos y en México. El tiempo dictará el viaje a seguir.
UNA ETERNA PROCESIÓN
La coproducción colombiana-salvadoreña está estructurada como un vía crucis en el que peregrinan el mártir salvadoreño y uno de sus asesinos.
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“En ‘Después, otra vez la noche’ nos preguntamos por el origen de la maldad. ¿Qué nos convierte en mártires o en parias? Es una indagación sobre el mal, pero también sobre el sacrificio”, se lee en la reseña de la obra compartida en las redes sociales de La Galera Teatro y Cocina.
Para reflexionar en los paradigmas sobre la relación entre el bien y el mal, Diego Fernando Montoya concibió un drama presentado como un vía crucis. “Hacen un tránsito, una peregrinación, pero se detienen por unos instantes para contar algo, para dejar algo colocado en el espacio, como en los altares, y luego siguen...”, explica el colombiano.
La obra tiene un gran componente de monólogos, sin embargo hay momentos de interacción entre los dos actores, momentos de diálogo importantes.
Aunque Omar Renderos interpreta al mártir y René Lovo al francotirador que lo mató, no caracterizan a los personajes como tales, son más bien representaciones de sensaciones, ideas, sentimientos, reflexiones en torno del asesinato de Romero.
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“Dialogan como dos personajes muertos. Uno muerto en vida y uno muerto que no se puede morir tampoco, porque lo hicieron un mito. Ambos están condenados a la eternidad, uno relacionado con el otro”, advierte Montoya, quien invita a los asistentes a despojarse de todo al entrar a La Galera y vivir la experiencia teatral.
El espacio de este recinto cultural capitalino se ha modificado en función del montaje, todos y cada uno de los elementos en escena persiguen sacudir al espectador hasta que se cuestione sobre su relación con ese hecho histórico, tanto desde la mirada de la víctima como del victimario.
“… yo he tratado de humanizarlo (a Romero) absolutamente, con todas sus contradicciones, con sus dudas, con sus problemas, con sus iras, con su amor”, expresa el director.
En la obra también se explora la figura del francotirador asesino, quien tras completar su misión parece haber sido marcado con el signo de Caín.
“Hay un reportaje de El Faro sobre uno de los mercenarios, que deja entrever a un hombre que era un militar con mucho estatus y después de todo esto ha enfrentado traición tras traición, huida tras huida, viviendo como un animal en el monte. Un paria; ni lo matan ni se muere”, manifiesta el dramaturgo. Todo por no negarse a cumplir la misión que le fue impuesta.
Ese mito bíblico está presente en la obra, y el equipo de artistas detrás de esta trata de desarrollar un aspecto arquetípico que lo disocia de lo puramente anecdótico. “Hay algo de todo esto en todos nosotros, seamos de donde seamos...”, enfatiza el sudamericano, cuestionando esa dualidad del bien y el mal presente en todos los humanos.