La celebración de la Semana Santa en Badajoz, España, se presenta como una amalgama de espiritualidad, historia, arte, color y sobriedad, fusionados en un esplendor que le valió el reconocimiento como "Fiesta de Interés Turístico Nacional", en 2011.
La arraigada tradición de la Semana Mayor en ciudad pacense se remonta al siglo XVI, con más de cuarenta cofradías que han desfilado por sus calles a lo largo de los años. En la actualidad, once cofradías, cada una con su propia historia, exhiben monumentos y obras de arte en los rincones más pintorescos del casco antiguo, gracias al trabajo silencioso de los costaleros, encargados de llevar los pasos.
El inicio de la festividad tiene lugar en el Viernes de Dolores y culmina en el Domingo de Resurrección, marcando cada día con procesiones únicas y emotivas, destacando especialmente el Jueves Santo con la salida de la Patrona, la Virgen de la Soledad.
La Semana Santa de Badajoz no solo se limita a ser un evento religioso, sino que también representa un vivo testimonio de la rica historia, el arte excepcional, la devoción palpable y la tradición profundamente arraigada en la ciudad.
La Pontificia y Real Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad custodia un destacado tesoro artístico, siendo su imaginería uno de sus principales activos. A pesar de la fama y devoción que rodea a la Virgen de la Soledad, la ermita de la Soledad guarda otras joyas, como el Cristo de la Humildad y Paciencia, conocido como "El Amarrao", atribuido recientemente al taller de Pedro Roldán, del S.XVII.
La ermita revela misterios adicionales, como el Cristo Resucitado del siglo XVII, denominado Cristo de la Victoria, triunfante sobre calavera y serpiente en la escalinata que conduce a la capilla superior. Resaltando en el muro lateral de esta capilla, un crucificado en expiración, de facciones atormentadas pero serenas, agrega intriga al conjunto.
La sorpresa se intensifica al descubrir un asombroso parecido con el Cristo de la Expiración, conocido como "El Silencio", de Granada. Investigando, se revela que la imagen granadina, obra del imaginero José de Mora, comparte similitudes impactantes con el crucificado de la Soledad. Ambos presentan un realismo trágico, destacando la influencia de las últimas obras de Mora.
Aunque algunos puedan sugerir que el crucificado de la Soledad podría ser una copia posterior de José de Mora, la hipótesis está sujeta a futuras investigaciones. No obstante, la falta de motivos para la realización de réplicas en este contexto hace improbable esta posibilidad.