El pollo es uno de los ingredientes más versátiles en la gastronomía, uno de los que goza de mucha popularidad, pero también uno que suele ir acompañado de ciertos agentes patógenos causantes de varias enfermedades.
Para contrarrestar dichas bacterias, la cocción eficaz es clave, y millares en el mundo están convencidos de que lo cocinan de la forma correcta.
Sin embargo, recientemente un estudio del Instituto Noruego de Investigación sobre Alimentación, Pesca y Agricultura ha demostrado que las técnicas generalizadas en los hogares para saber si la carne está lista no aseguran que los patógenos se reduzcan a niveles seguros.
Y es que, las recomendaciones para vigilar la cocción son muy dispares, y la prevalencia y la seguridad de los métodos que se utilizan comúnmente no son precisos, según los autores.
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En este sentido, los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) enlistan la formas de cocinar el pollo que ponen en riesgo la salud y recomienda:
1- Lavarse las manos con agua tibia jabonosa por 20 segundos antes y después de manipular la carne de pollo.
2- No lavar el pollo crudo. Durante el lavado, los jugos del pollo se pueden propagar en la cocina y contaminar otros alimentos, utensilios y mesones.
3- Nunca colocar alimentos cocidos ni verduras o frutas frescas sobre un plato, tabla de cortar u otra superficie que antes haya tenido pollo crudo.
4- Lavar las tablas de cortar, los utensilios, los platos y los mesones con agua jabonosa caliente después de preparar pollo y antes de preparar el siguiente alimento.
5-Usar un termómetro de alimentos para cerciorarse de que el pollo se cocine hasta alcanzar una temperatura interna segura de 165 °F.