La historia dentro del fútbol playa del ala salvadoreño César Rivera empieza muchísimo antes que en la Copa El Salvador que conquistó con la Selección Nacional el pasado sábado en Costa del Sol, pues esta misma se remonta a sus primeros años de vida, en las arenas calientes de la Barra de Santiago, y en el árbol genealógico que lo acerca a uno de los más grandes de la modalidad.
A sus 19 años, César ya alcanzó la distinción de jugador más valioso del tradicional torneo de Semana Santa, pero no es ni el primero y seguramente ni el último escalón que deberá seguir. Todo comienza con una mañana de septiembre de 2011, cuando su tío, Frank Velásquez, se jugaba para El Salvador el preciado lugar entre los mejores cuatro de la Copa del Mundo de Rávena, Italia, en aquel año.
Rudis Gallo, DT Selecta Playera: “Este proyecto es de todos los salvadoreños”
“De lo que mejor me acuerdo fue en Rávena, Frank era un jugador espectacular, lo sigue siendo... Los estaba viendo (por televisión), y yo decía ‘algún día voy a andar jugando ahí’... Cuando terminó el partido, de tanta emoción que teníamos, con mis amigos nos veníamos aquí a la playa a jugar a que éramos Frank, el Tín o tal jugador, siempre de la Selecta. Incluso hay niños que todavía dicen eso cuando juegan”.
Como muchos niños que soñaron algún día con imitar a sus nuevos próceres, vestidos con camiseta y short azules, César se hizo de un puesto en las escuelas de fútbol de su natal Barra de Santiago, impulsadas por la Asociación Pro Fútbol Playa, y no tardó mucho en debutar en el campeonato de su localidad, que cuenta con varios años de tradición.
Antes de su mayoría de edad, ya era un prospecto a seguir y, al cumplir los 18, el seleccionador nacional Rudis Gallo ya lo tenía en su radar para integrar la base del equipo. “Él vino una vez aquí a la Barra (en 2021), a entrenar a un grupo de jóvenes. Estaban Frank, Heber Ramos… Ahí fue cuando me mostré con él, medio estuvimos platicando y me dijo que siguiera trabajando. Ahí fue que yo me motivé para trabajar... Mi primera convocatoria fue una gran emoción, decir que lo había logrado, porque no es fácil”.
César no alcanzó a figurar en la nómina del Premundial de Concacaf ni del Mundial playero de ese año, pero la puerta quedó abierta. Pasaron los entrenos, los microciclos, y su desempeño lo mantenía en la órbita de la Selección.
La Copa
En su primera llegada a un hotel de concentración, César Rivera se dio cuenta que finalmente compartía equipo “con los mejores de El Salvador”: “Estaban Frank, el Tín, Eliodoro, fue una alegría porque estar con todos ellos es un poco de presión porque estás contra los mejores,... Yo sabía que no iba a ser fácil ganarse un puesto porque estás rodeado de los mejores de El Salvador, pero siempre dije que si no quedaba, iba a seguir trabajando para representar algún día al país”.
La ocasión de su primer torneo internacional con la Selecta Playera llegó la pasada Semana Santa con la Copa El Salvador, el torneo veraniego que reúne a tres de las mejores selecciones del mundo para medirse al cuadro local, al que en las cinco ediciones anteriores se le había resistido la gloria.
Luego de un dulce debut contra Alemania (4-1) y un sufrido triunfo en penales ante Uruguay (5-5, 4-3), El Salvador definió el título en la última fecha ante México. César venía de marcar un gol en cada uno de los anteriores partidos, pero aún no asumía un rol tan protagónico ante el público. Al menos hasta en el tercer tiempo del duelo ante el “Tri”, cuando se le encargó patear el penalti que decidiría el trofeo.
“En el momento que veo a Exon (Perdomo) ahí tirado, yo iba a entrar. Y mi compañeros me dicen ‘no entrés todavía, lo vas a tirar vos’. Desde ahí, me armé de valor, pensé ‘lo tengo que meter, sí o sí, este es el del gane’... Me le quedé viendo al arquero y se la cambié, se la tiré fuerte porque sabía que no se me iba a regalar… A la hora de marcar sentís la emoción y algo que te eriza el cuerpo”, recuerda.
César marcó dos goles en la remontada sobre México (3-2), que le valieron para cerrar el torneo con 4 dianas y como el MVP, algo que, cuenta, le emocionó hasta las lágrimas. La suya es una carrera que apenas despega y que marca un camino para tantos de jóvenes que juegan a ser un día como Frank, el Tín, Leo y los héroes del fútbol playa.