Mientras asistíamos a la magia de los Juegos Olímpicos, con un puñado de esforzados salvadoreños entre reyes del deporte mundial, se nos colaron dos partidos de Selectas -Sub 20 y Mayor- con fallos insólitos y difíciles de creer. Ambos en contra, claro, como ya es costumbre cuando se trata de selecciones cuscatlecas.
El primero de ellos -quizás el más doloroso- fue el robo que sufrió la Selecta Sub-20 en el Premundial de México. Con el empate 2-2 en el último minuto del tiempo extra, El Salvador confirmaba su clasificación como mejor tercero a los cuartos de final y quedaba a un triunfo (complicadísimo, claro, pero a un triunfo al fin) del Mundial de Chile. Pero el árbitro, llamado por el VAR, decidió revisar la jugada y encontró un roce en el inicio de la jugada -del mismo calibre del que hay decenas en cada partido- y anuló el legítimo gol. Enfrente estaba Canadá. Imposible no pensar cuando se trata del país del presidente de Concacaf, Víctor Montagliani, y con un antecedente lamentable en las eliminatorias rumbo al Mundial 2022 (penal no sancionado en el Cusca, ni llamado del VAR). Fuera de los feudos de Montagliani, Canadá no tiene privilegios: fue duramente castigada por sus trampas en los Juegos Olímpicos, algo imposible de ver en Concacaf... apañados por sus socios de las cadenas internacionales de TV.
El otro arbitraje más que polémico -para no entrar en otras calificaciones- fue el del amistoso de la Selecta mayor ante Guatemala en Los Ángeles. Un gol anulado por otro roce insólito en un tiro de esquina -del que también hay decenas en cada juego-, faltas insólitas y un final de juego marcado en medio de un contraataque con clara chance de gol para El Salvador.
Sin representación seria en Concacaf estas injusticias seguirán sucediendo, más cuando los poderosos del área necesiten resultados. No es excusa, es la realidad.