Durante el partido del lunes entre la Selecta y Curazao (que empató en la isla la Azul y Blanco por 1-1, igual que en el primer partido), hubo un hecho que no pasó desapercibido, un "cariñito" del DT Rubén de la Barrera al jugador Diego Flores.
En un saque de banda en el que Flores llegó cerca de la zona del banquillo nacional, se acercó Rubén saliendo incluso del sector pintado a donde pueden caminar los entrenadores.
Entonces, Rubén le dio aparentemente una especie de "coscorrón". En redes sociales fue mal visto, como una especie de agresión.
Sin embargo, el propio jugador declaró después que el acto fue para felicitarlo y motivarlo, con lo que se bajó el ruido en las redes.
En todo caso, el acto, independientemente de la intención de "reprobación" o "felicitación", es una acción agresiva, eso sí, sumamente sutil. Para los puristas en temas de violencia, obviamente no es lo más adecuado. Pero tampoco fue un acto que pasara a más, o que revistiera, en realidad, una importancia en particular para muchos otros, sobre todo en deportes, a donde existe una cultura de "cariños" mucho más fuerte y extendida, con práctivas realmente violentas y humillantes. Sino recordemos muchos de los actos a los que son sometidos "los nuevos" en los equipos de Primera División cuando suben de reservas. Les cortan el pelo rapado aunque no sea de su agrado, reciben golpes a través de una fila de jugadores que deben atravesar, son mojados o les quiebran hasta huevos en la cabeza, entre otras prácticas que, a día de hoy, se siguen dando en el fútbol salvadoreño.
MIRA TAMBIÉN: La Selecta no levanta y terminó el 2023 sin una sola victoria