En tercera fila del Museo Nacional de Antropolía están Rafael y Sofía, padres de Chelo Arévalo, campeón de Roland Garros, quien atiende una conferencia de prensa tras regresar a El Salvador.
Miran atentos, escuchan sus palabras, derraman un par de lágrimas, no caben de felicidad por el logro de su hijo, quien se convirtió en el primer centroamericano en lograr un Grand Slam de tenis, en el dobles de París.
Con Cancha hablaron sobre cómo forjaron a este campeón desde pequeño, algo que Chelo destacó, el papel de su familia en el camino al éxito.
"Muy contenta de estar viviendo estos momentos, Marcelo se lo merece, todos contentos, celebrando con Marcelo", dice su madre, quien no para de sonreír.
A Rafael, el progenitor, cualquiera que disfrutara del tenis en el país lo conoce. Sus gritos inconfundibles en las gradas del polideportivo de Merliot no pasaban desapercibidos para nadie. Era apoyando a Chelo en sus inicios, metiéndose con las decisiones arbitrales y levantando a la afición en torneos internacionales.
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"Como familia, orgullosos, satisfechos con la labor que hemos hecho como familia para poder dar el apoyo que se merecía Marcelo y Rafael, y en otro ámbito, nuestra hija, para poder apoyarlos a que logren sus objetivos, sus sueños", es lo primero que alcanza a decir el progenitor.
Sofía confieza que las " esperanzas estaban ahí, siempre teníamos fe que Marcelo podía llegar muy lejos", y se le consulta si siempre tuvieron la visión que sus hijos fueran profesionales del tenis, aún cuando todo comenzó.
"Esa era la idea", fue la respuesta. - ¿Pensé que había nacido más como una cuestión de diversión?
Rafael: "No. Nosotros teníamos la confianza que ellos se podían abrir puertas a través del deporte. Y comenzamos a llevarlos a torneos grandes, ya profesionales, para que ellos vieran, para que socializaran con los jugadores, porque esa es una parte de los torneos. Entonces, ellos fueron tomando esa parte bonita del deporte, del tenis, y siempre pensamos que, si luchábamos en conjunto, podíamos lograr lo que ha conseguido Marcelo", sostuvo.
Esa visión siempre la tuvieron, pese a que en la época en que comenzó todo para la familia, solo Miguel Merz, nacionalizado, e Ingrid González habían destacado en el país. Sin embargo, no era un deporte que llamara tanto la atención.
"Nosotros, para disfrute de familia, visitábamos Salinitas los fines de semana, y yo jugaba ahí, y Sofía también jugaba. Cuando nos vieron que pasaba ahí todo el día, sábado y domingo, jugando, llegó primero Rafael a decirme que le comprara una raqueta. Y después, Marcelo, al ver a Rafael, quería jugar tenis, y desde ahí comenzamos a ver los atributos, los dones que tenían para eso. Ahí fue que ya consideramos que, si íbamos a hacer una labor, la íbamos a hacer completa, con la idea y pensamiento de que las cosas, para que triunfen, tienen que hacerse bien", sostuvo.
Ahora, ya piensan también en la tercera generación de tenistas. "El nieto tiene un valor agregado, papá tuvo éxito en el tenis, Rafael, y tiene genes también del abuelo de él por parte de su mamá, que ha sido también tenista profesional. Y ya estamos pensando todos en el grupo familiar que él se destaque, se desarrolle como tenista", contó.
Los progenitores del ganador de un Gran Slam de tenis contaron que siempre confiaron de que Marcelo Arévalo llegaría lejos
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