Marcelo Arévalo conquistó, ayer, el torneo del dobles de Roland Garros, uno de los cuatro torneos de tenis más importantes del planeta. Ubicado 28 del mundo, seguramente mejorará esa posición cuando se actualicen los puntos que ha ganado para el ranking tras levantar el trofeo.
En redes sociales, surgió el debate entre periodistas y también entre aficionados sobre si es ya Chelo Arévalo el mejor deportista de este país.
Sin ánimos de ofender a nadie, esta nota persigue contextualizar un poco y brindar información que permita al lector tomar su propia decisión.
Para comenzar, hay que partir que "mejor" es un criterio imposible de definir pues lo que es mejor para uno no lo es para otro. Segundo, mucho parte del seguimiento que se le dé a "x" deporte para tenerle más valor. Así, incluso aunque la Selecta Playera no ha ganado ningún título mundial (fue cuarta en el Mundial de Rávenna), ese solo hecho le hace, para algunos, digna de entrar en el debate, pues se habla de fútbol. Algunos incluso ignoran que ha habido campeones mundiales en distintas disciplinas aparte de Chelo Arévalo.
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Tal es el caso de Yuri Rodríguez, fisicoculturista, un atleta que recién en noviembre pasado se coronó como el mejor en su división. Sin embargo, aunque sí hubo repercusión en los medios, esta ha sido en menor medida que lo ocurrido con Chelo Arévalo. Pocos, o casi nadie, debatieron si Yuri era el mejor atleta de todos los tiempos del país, por ejemplo, cuando logró la proeza (antes ya había dado oro en Juegos Panamericanos al país).
Uno de los factores que "afectan" la percepción tiene que ver con qué tan seguido es el deporte del atleta que se cuestiona, y, para el caso, el fisicoculturismo, si bien ha crecido mucho en el país, no es un deporte que se siga como aficionado. Hay muchos que lo practican de manera amateur, pero, por ejemplo, no hay ningún canal que reproduzca en el país los mundiales de fisicoculturismo.
Así las cosas, este deporte es muy difícil seguirlo, y, por tanto, no tiene demasiados adeptos. Además, no hay una "competencia" directa contra otro atleta, más bien cada quién se entrena de manera individual en su gimnasio.
El tenis, en cambio, genera más pasiones, es uno de los deportes más seguidos a nivel mundial y televisados, junto con el fútbol, el baloncesto, el voleibol, el fútbol americano, por citar a algunos (por lo general, grupales, no individuales).
El Salvador tuvo también su campeón mundial en tiro con arco. Lo consiguió Jorge Jiménez en Dubái, en 2007. De nuevo, se trata de un deporte que no es muy seguido, aunque, a través de internet, los amantes del arco y flecha pudieron seguir sus hazañas en aquella ocasión.
En un ya lejano 2003, Carlos "Famoso" Hernández se coronó como campeón del mundo en las 130 libras por la Federación Internacional de Boxeo. En ese entonces, no había ningún otro salvadoreño con el que se le pudiera comparar. El boxeo, a diferencia de los otros deportes mencionados y del tenis, sí es una actividad que se televisa mucho y que tiene su afición.
En la lista, para algunos, también entra Herbert Aceituno, el único cuscatleco que ha logrado una medalla olímpica. La consiguió en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, en la modalidad de parapowerlifting. Además, Herbert es subcampeón del mundo. De nuevo, es un deporte que prácticamente no sigue nadie. Es más, muchos ni siquiera saben que Aceituno ha sido el primer salvadoreño que logra que la bandera nacional aparezca en olímpicos.
Dentro de la lista, también aparece Alfa Karina Arrué, quien recientemente logró la hazaña de subir a la cima del Monte Everest en la rama del alpinismo. Acá, el problema parece ser que, aunque es considerado deporte (está federado y todo), no hay nadie contra quién se compita. Eso no significa que sea fácil, ni mucho menos, pero el rival es uno mismo, y el clima, la altura. Aparte, es otro deporte en el que, prácticamente, no hay forma alguna de poderse enterar en vivo de lo que está ocurriendo.
Chelo Arévalo consiguió lo que la gran mayoría no ha podido. En tiempos donde la tecnología facilita la comunicación, con un deporte mucho más difundido y televisado, más allá de que "no hay cultura del tenis en el país", según paralabras del mismo Arévalo, el sonsonateco mantuvo pegado a la pantalla a muchos cuscatlecos. Es más, había afición en las canchas de París apoyándolo, y Roland Garros es, por mucho, muchísimo más difundido por medios nacionales e internacionales que cualquiera de los otros deportes donde los salvadoreños han destacado.
Si "mejor" se define además por el tema de que logras ser el uno en algo, o llevarte el título de algo, quedarían descartados del análisis Herbert Aceituno (segundo lugar mundial y tercero en paralímpicos), o también Alfa Karina, pues ni siquiera hay un sistema de competición en alpinismo.
Algunos internautas incluso metieron en el debate a Cristina López, la marchista que le dio el primer oro en Juegos Panamericanos a El Salvador, en Río 2007. Sin embargo, tampoco fue campeona del mundo.
Chelo Arévalo no es tampoco el uno en el ranking del dobles mundial de su propia federación ganó, eso sí, uno de los cuatro torneos más importantes, más prestigios y más televisados, el Roland Garros, y lo pone, sin duda alguna, en el debate. Sus 31 títulos (5 Futures, 21 Challenger y 4 ATP más el Grand Slam) le dan, eso sí, un plus.
Pero, por ejemplo, Jorge Jiménez ha sido el máximo ganador de medallas en Juegos Centroamericanos y Panamericanos para el país, por lejos, algo que Chelo no puede ni siquiera acercársele a los talones. Famoso ganó un título, múltiples peleas para ello, eso sí (42 triunfos), pero un único título. Igual Yuri Rodríguez.
Al final, las comparaciones son odiosas, pero no es la intención, sino más bien, hacer un balance positivo y recordar a todas aquellas (pocas) glorias nacionales que han llegado no solo a codearse con la crema y nata del mundo, sino, a subirse a los podios, a poner en alto el nombre de El Salvador, a sonar el himno nacional por las bocinas de los estadios, a enchinar la piel de los que observan, a hacer sentir a los salvadoreños orgullos, a que se nos olviden, por un momento, que venimos de un país chiquito con muchos problemas y violencia, a hacernos creer que "Sí se puede", y "Sí se pudo", como dijo Marcelo Arévalo.
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