La ola de Teahupo'o, en Tahití (Polinesia Francesa), donde desde el sábado se disputará el surf de los Juegos Olímpicos de París 2024, encarna el ideal de esta disciplina: potencia en estado puro y belleza salvaje. Incluso los mejores admiten tener miedo en el momento de atacarla.
El salvadoreño Bryan Pérez está a la espera de su debut olímpico, donde se enfrentará a Gabriel Medina (BRA) y Connor O’Leary (JPN) en el heat 4, planificado para el mediodía salvadoreño de este sábado, en caso que las olas lo permitan.
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"Si dices que no tienes miedo, estás mintiendo", aseguró el surfista francés Kauli Vaast (22 años), uno de los aspirantes a las medallas, en una entrevista concedida a la AFP en mayo.
Desde muy joven conoce los peligros de esta ola y sus singularidades. "Esta ola no es cualquier ola. Ante todo hay que respetarla porque no es un juego. Es muy difícil de leer y muy rápida, tienes que ser muy fuerte técnicamente", advierte.
¿Y cómo esa ola aislada del sudoeste de Tahití, frente a un pequeño pueblo en el que la carretera se detiene junto a unas montañas, se convirtió en uno de los lugares míticos del mundo del surf?
"Es un lugar único. Surfear aquí siempre es una experiencia increíble", cuenta el hawaiano John John Florence, dos veces campeón mundial (2016, 2017), actual número uno mundial y finalista este año de la etapa del Tour Pro en Tahití.
Teahupo'o se forma gracias a la fuerza del Pacífico. El 'monstruo' surge cuando el lecho marino se eleva abruptamente desde una profundidad de unos 45 metros hasta la altura de una persona, chocando contra una imponente placa de arrecife y coral afilado.
Para un surfista que se lanza a domar la ola, solo hay una escapatoria posible: contener el impacto inicial, levantarse rápidamente y girar hacia la izquierda de cara a tierra, hasta que la ola se desvanezca.
Cuando la ola es fuerte, el agua toma incluso la forma de un cilindro de varios metros de alto, en el que cabría una persona de pie. "Es un tubo, el sueño de todo surfista", explica entusiasmada Vahine Fierro, tahitiana y favorita para estos Juegos Olímpicos.
"Al salir de un tubo, a veces no recuerdo lo que hice dentro. Simplemente tengo la impresión de que todo está ralentizado", describe la joven deportista de 25 años, que subraya a menudo la importancia del "mana" del lugar, la fuerza sobrenatural en la cultura polinesia.
Cuando el surfista no consigue domar la ola, puede ser tragado por el espeso muro azul y escupido con fuerza después. Durante las competiciones, que estuvieron prohibidas a las mujeres de 2007 a 2021, una patrulla en moto naútica se encarga de recuperar rápidamente a los surfistas que fueron a los corales.
En los Juegos Olímpicos, la vigilancia será todavía más férrea. "Algunos surfistas vienen del mundo amateur y nunca se han medido a una ola así. Habrá momentos de duda para ellos", estima un miembro de esa 'Water Patrol', conocidos ángeles guardianes de Teahupo'o.
Los organizadores de los Juegos Olímpicos se han dado hasta el 4 de agosto para poder lanzar a los deportistas en el momento apropiado. Para John John Florence, "si las condiciones son buenas, decidirá el que tenga menos miedo".