La casa de Latinoamérica en el corazón de París es el lugar privilegiado para la entrevista con Nixon Hernández, el nadador salvadoreño que compitió en la prueba de reina de la velocidad: 100m libres. Pascal Drouhaud, el anfitrión, nos convida café y galletas para que la charla pueda surgir más amena, más realista y más distendida en la vorágine de los días olímpicos
Ya tengo ganas de volver a El Salvador a entrenar ya para los próximos Juegos Olímpicos”, dice Nixon. Junto a él está José Alvarado, una de las figuras del futuro de la natación salvadoreña, radicado en Francia y entrenando en París hace dos años.
“Estar en unos Juegos Olímpicos es una culminación de sueños, de esfuerzos, de sacrificios -dice Nixon sobre reciente y extraordinaria experiencia deportiva. “Creo que más que haber llegado a ser la persona en la que me tuve que convertir para poder ser un atleta olímpico, a mi lo que me gusta es pensar en el futuro, ya estoy en una edad adulta (26 años) y a mí me gusta mucho pensar en las futuras generaciones. Uno de los propósitos que yo tengo para mi deporte que me apasiona como la natación, es dejar o ser un pionero en las pruebas de velocidad, mostrarle a los jóvenes que nosotros también podemos llegar a competir contra los mejores del mundo, que podemos llegar a una semifinal si nos los proponemos. Estoy en el proceso de crear ese paso, de construir ese momento que es llegar a una semifinal olímpica, que yo espero se pueda lograr en el 2028”.
-¿Te vas conforme con el rendimiento deportivo aquí en París?
-No, irme conforme sería llevarle a El Salvador su primera medalla olímpica, eso sería quizás para mi estar conforme. No creo ni siento que he dado todo lo que tengo que dar en la natación, entonces por eso ya veo de cara al próximo ciclo olímpico: prepararme, buscar el apoyo del gobierno, de la empresa privada, porque realmente durante mi estancia en Europa me he dado cuenta de que nosotros tenemos todo para ser de élite, solo se necesita un poquito más de apoyo para dar ese salto de profesional a élite mundial.
-¿Soñas con los Juegos de Los Ángeles?
-No sueño, lo veo como una meta. Los sueños no se hacen realidad, las metas sí.
-¿Como arrancaste, donde vivís y donde entrenas hoy?
-Empecé a nadar a los 6 años en el colegio Liceo Salvadoreño y la historia es simple, solo quería aprender a nadar y el destino se encargó de todo lo demás. Me gustó mucho la natación, empezamos a competir internacionalmente, ahora vivo en España, entreno en un equipo, con entrenador argentino. Representar a El Salvador es siempre una de las cosas que más me gustan, porque sé que no soy solo yo, ver la bandera, alzarse, escuchar el himno nacional es una sensación fuera de este mundo. Para mi realmente, quizás un sueño sería poder llevar la bandera de El Salvador a un podio olímpico.
-¿Se puede o es muy lejano hoy pensar en una medalla olímpica para El Salvador en natación?
-Con el apoyo adecuado se puede, no hay nada imposible. Se puede alcanzar una medalla olímpica si tenemos el apoyo.
-¿Cómo es el entrenamiento de un nadador olímpico?
-Son cinco horas, tres horas en la mañana, dos en la tarde; luego viene lo que yo llamo “las pequeñas cosas” que hacen a un nadador olímpico. Quizás un domingo salir a correr o ir al gimnasio, ir a nadar, cositas extras como después de entrenar, quedarse haciendo técnica. No forman parte del entrenamiento en sí pero es lo que hace la diferencia entre alguien que gana y llega a los Juegos Olímpicos
-¿Qué te dejó toda esta experiencia olímpica?
-Que quiero ganar. Realmente ver a los nadadores en el estadio, el apoyo de la gente. Quiero esforzarme, dar todo el aliento y dar todo lo que tenga para poder llegar ahí.
-¿Cómo es sentirse protagonista en un estadio como el Arena Paris la Défense?
-Es una locura. Los tímpanos están que explotan de la emoción. Quizás no vamos a tener unos Juegos Olímpicos en El Salvador pero lo que decía: quiero que las próximas generaciones se den cuenta de que nosotros también podemos.
-El Salvador no tendrá sus Juegos pero sí seguramente será local en varias disciplinas en Los Ángeles.
-Eso es muy cierto, la verdad, me gustaría llevar mucha felicidad a los hermanos lejanos. Ya me veo en Los Ángeles.
-¿También hubo algunos detalles de la Villa que no gustaron?
-Sí, la cama
-¿Qué pasó?
Es imposible dormir en esas camas.
¿Por qué?
Es muy delgada, muy dura. Creo que hacen un estudio, son tres colchones diferentes, como si fuera un sillón, pero no me sentía cómodo, no dormí bien.
-Parece ilógico, ya que es fundamenal el descanso en el alto rendimiento.
-Es muy importante. Pero esto es parte de la nueva idea que se está creando de los juegos ecológicos, creo que se tiene que ver más allá de eso y que sea ecológica y cómoda.
Antes de despedirse, pide una frase para cerrar la charla. Y lo escuchamos: “A los jóvenes que sigan sus sueños. Yo soy igual, no soy mejor que ustedes, no tengo nada diferente, no comí nada diferente, empecé a nadar a los 6 años. No tengo nada de especial, lo único que tengo de especial es que nunca me di por vencido. Mi sueños, a pesar de todas las cosas malas que me pasaron, que a veces me quedé afuera, a pesar de todo, no me di por vencido. Y no darte por vencido en un deporte tan bello como la natación, es lo mejor que te puede suceder.
Para los Juegos Olímpicos Juveniles, quedé afuera por dos centésimas; había entrenado durísimo. Me quejé, me enojé pero no se me dieron las cosas, quería dejar de nadar, el apoyo de mis papás fue fundamental y ¿qué hubiese sido de mí si me hubiera dado por vencido en aquel entonces? Veo que en los entrenamientos en Francia, todos quieren que les vaya bien a todos. Es una alegría genuina, sin envidia, si le va bien al otro, también me irá bien a mí. En El Salvador tenemos que hacer una enseñanza más familiar, todos somos salvadoreños y todos queremos ver a todos triunfar, no sólo a uno sino a todos”