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Alfa Karina Arrué: "Todo lo que uno sueña está al otro lado del miedo"

La primera salvadoreña en subir el Everest contó sus experiencias más duras: pérdida de dientes, congelamiento de pies, etc., y cómo encontró fortaleza para sobrevivir

Por César Najarro / Twitter: @cjnajarro |

Foto: Cortesía de Alfa Karina Arrué

Alfa Karina Arrué, la primera salvadoreña en escalar el Monte Everest, el techo del mundo, habló en un webinar especial patrocinado por Cosavi, Ahorro y Crédito, en el que brindó un mensaje de superación y esperanza para vencer cualquier montaña que una persona enfrenta en la vida, desde los problemas más cotidianos hasta los que padecen increíbles.

Alfa volvió a contar algunas de las experiencias más duras que ha vivido, y otros detalles que no había develado en los medios de comunicación.

Narró cómo la búsqueda de la sanación personal y de darle otro ejemplo a sus hijos cuando tocó fondo la llevó a la montaña, al alpinismo y escalada. Fue en la naturaleza a donde empezó a encontrar las respuestas a la tristeza por un divorcio.

Su enamoramiento fue total con la montaña, y decidió comenzar a vivir con una nueva visión. Desde entonces, comenzó a trazar un proyecto que culminó con escalar el monte más alto del mundo. Pero para ello, tuvo que superar muchísimas montañas previas, literales, y de problemas.

Sin apoyo deportivo, no recuerda cuántas cartas envió para buscar patrocinio. Se encontró con simplemente ser ignorada, primero. Luego al menos ya le acusaban de recibidas las cartas, pero la negativa era la misma respuesta. Finalmente, cuando creyó que por fin sería escuchada, la respuesta fue que tal vez la hubiesen apoyado si fuera hombre.

Para entonces, ya era frecuente que hiciera montañas altas en Centroamérica, y buscaba cómo poder seguir creciendo técnicamente. El dinero ya era un problema serio.

De nuevo, otra empresa aceptó escucharla, pero la indignación fue total. Aceptaban apoyarla a cambio de favores sexuales.

Decepcionada totalmente, pensó en abandonar su sueño de subir el Everest. Pero una amiga le dijo que "una mujer nunca debe abandonar sus sueños", y la motivó a ir a México, y a no darse por vencida. "Rendirse no es opción", asegura.

"Eso es fundamental en la montaña, y en la vida, no darse por vencido, continuar. Comencé a entrenar en México, a subir montañas allá, pues es más barato y cercano que ir a Sudamérica.

Siguió buscando patrocinios pero aunque ya los medios comenzaban a publicarle sus hazañas, el apoyo real no se manifestaba. Paralelamente, seguía entrenando como podía. En una expedición en México, quedó atrapada con otras cuatro personas en un lugar a donde ya no tenían ni comida. En medio de una tormenta, sobrevivieron porque otros que ya habían estado antes dejaron algo de comida. La racionaron y durante cuatro días se turnaban para dormir y para cuidarse, pues los ratones de montaña amenazan también. Para colmo, las condiciones del clima empeoraban y no podían salir para terminar y coronar la montaña, o para regresar, mientras que una de las personas con la que esteban comenzó a desesperarse, a ponerse violento.

"Decidimos salir, porque o nos mataba la montaña o sentimos que nos podía matar él". Afotunadamente, sobrevivieron y fue una de las experiencias que marcaron más aún su fortaleza mental.

En otra ocasión, en Aconcagua, el punto más alto en América, se fue a lo que consideraba un entreno. Pero el mal tiempo le jugó en contra, además de no llevar unas botas adecuadas para la altura que alcanzaría. Entonces, se le mojaron los pies en un clima terrible. Iba sóla, algo poco usual, pero su economía no le permitía otra situación. Tampoco había pagado un seguro de rescate (ahora ya es obligatorio, en ese momento no). De nuevo atrapada en la tormenta, pasó cuatro días sin poder comer, pues la cocina de gas que llevaba no funciona en esas alturas. Deshidratada (se obtiene agua calentando hielo), muy débil por no comer, con apenas un 45% de oxígeno que se obtiene allá arriba, "uno comienza a perder la lucidez".

Ahí, en ese lugar, sufrió el congelamiento en sus pies, y así le tocó emprender el viaje de nuevo. En el camino previo, se encontró con unos canadienses, que llevaban ayuda, que iban en grupo. ¿Qué hacés aquí sóla?, le dijo uno, lo cuál le sorprendió y le molestó de alguna manera, al sentir que le veían como incapaz de lograrlo. Sin embargo, luego lo encontró en la cumbre. Esta misma persona la abrazó, y le agradeció por inspirarle.

En otra ocasión, sufrió la pérdida de varios dientes en un accidente mientras trataba de saltar un precipicio y no engancharse a la pared. Obviamente, quedó colgada de la cuerda de soporte. Mientras muchos se hubiesen regresado al campo base, pero Alfa se dijo a sí misma que no se rendiría. Siguió con el dolor terrible, más aún con un clima tan helado. No era una opción rendirse, había llegado ya muy lejos para detenerse, y culminó.

Siguió luchando por su sueño, preparándose, pero el apoyo económico no llegó, y decidió hipotecar su casa para poder emprender el sueño hacia el Everest.

Entre muchas experiencias, una de las duras que vivió fue ver cómo otras personas morían en el camino. Pero, además, en un momento las condiciones climáticas simplemente no permitieron que siguiera subiendo y que pudiera culminar la meta. "Sabía que no volvería a poder hipotecar la casa para lograr mi sueño". Así que en el retorno, lloraba y lloraba, y el sherpa (personas de una etnia que viven ahí en la montaña y que trabajan ayudando a los alpinistas a subir, son guías y ayudas) "me decía que dejara de llorar, porque me iba a deshidratar", ya que no sólo es un tema de subir, sino de bajar. "La mayoría de muertes ocurren en la bajada", contó.

Al regresar, Yamil Bukele, presidente del INDES, le dijo que habían visto su esfuerzo, y que la apoyarían para volver a intentarlo.

Y así fue, pero en la segunda ocasión, también tuvo problemas, pues su sherpa enfermó. "Pensaba que no me volverían a patrocinar", contó. Sin embargo, logró coronar el Everest y convertirse en la primera salvadoreña en llegar a la cima del mundo para hacer historia.

Más recientemente, en Denali, quedó atrapada en una montaña en la que paso 4 días sufriendo. Además, estuvo soterrada en varias ocasiones. "Tuve miedo de mi seguridad, porque hubo personas que me dañaron. Por eso hablé, por eso activé el rescate, no tanto por la montaña. Me golpearon, perdí la vista unas horas", narró.

Finalmente, brindó un consejo a la juventud: "Aunque uno tenga miedo, hacer las cosas. No tener miedo a soñar en grande. Cuando uno tenga metas grandes, montón de gente al rededor dice estás loca, qué se cree, o eso es imposible. NO tenemos que escuchar esa negatividad. A veces te lo dicen porque te aprecian y tienen miedo que te pase algo. Pero uno tiene que seguir, no tener miedo, y ser muy constantes. Uno debe tener un sueño, ponerse una meta con ese sueño, y luego llevar todo ese camino con constancia. Si no sos constante, no vas a llegar al final. MUchas veces uno siente la necesidad de tirar la toalla, pero hay que ser persistente, y rendirse no es una opción".

Y también dejó frases motivantes:

"Dios nos ha dotado a todos de las mismas capacidades y habilidades para poder superar los obstáculos de la vida".

"No me juzgues por mis éxitos, júzgame por las veces que me caí y volví a levantarme".

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