La historia de Alberto González fácil da para película de Netflix y para inspiración cotidiana ha servido en las últimas horas en el mundo del deporte. Otra anécdota fascinante que se desprende del olimpismo y de lo que implica en general en la vida más allá de ganar o no una medalla.
Lejísimos estuvo el chapín de alcanzar una presea en París 2024 en la prueba de la maratón, llegó a más de 15 minutos del ganador, el etíope Tamirat Tola, quien ganó con nuevo récord olímpico con 2:06:26, seguido a 21 segundos por Bashir Abdi, de Bélgica, y de Benson Kipruto, de Kenia, tercero a 34 segundos del nuevo rey.
En la posición 66, con 2 horas, 22 minutos y 12 segundos entró González Míndezentre 71 que terminaron la prueba y 10 más que no lo consiguieron.
Él ya ganó una carrera más difícil cuando, en febrero, apenas dos meses después de haber logrado la clasificación a París 2024, luchaba por su vida en un hospital a donde pasó 6 días en estado de coma.
No sólo había pocas esperanzas de que compitiera en los Juegos Olímpicos, sino siquiera que volviera a correr, su vida estuvo en vilo.
Por eso, tras cruzar la línea de meta, lo primero que hizo fue agradecer poder seguir vivo.
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