No es fácil destacar en el deporte, tampoco lo es en los estudios. Demás está decir que es aún más complicado ir bien en ambos frentes.
Sin embargo, CANCHA platicó con dos chicos que han podido sortear distintos obstáculos para brillar en ambas arenas, entre los libros y el deporte.
La tenimesista Cristina Machado y el judoca José Rivas Leiva hablaron sobre cómo se apasionaron por el deporte en el que destacan, las limitantes que han tenido, los retos y los sueños a futuro.
Machado y Rivas Leiva fueron galardonados en los más recientes premios de la Espiga Dorada 2022 en la categoría: “Atletas integrales Premio Nelson Rivera”.
Pero, también, fueron ganadores de una beca universitaria completa gracias a Fundación Poma. Estas son sus historias.
Cristina Machado
¿Cómo te interesaste por el tenis de mesa?
Cuando estudiaba en otro colegio llegó el entrenador Mauricio Cóbar a dar una práctica de tenis de mesa. Al principio no me convenció del todo, pero me dijo que yo acudiera a una competencia al Palacio de los Deportes de Indes. Fui y quedé en primer lugar, eso llamó mucho mi atención, él me dijo que yo tenía el talento para practicar tenis de mesa. Mi mamá dice que cuando estuvo embarazada de mí ella lo conoció, él le dijo que me iba a convencer a mí de practicar el deporte. Así que él sentenció que desde que estaba en la panza de mi mamá yo ya traía para practicar tenis de mesa.
Cuéntame sobre tus inicios
Me gustó mucho el ritmo, la concentración. Me costó llegar al nivel de las niñas, hay que practicarlo desde los cinco o seis años, yo inicié a los once. Mi mamá nunca me abandonó, puse todo mi empeño y gracias a Dios alcancé a las niñas de mi edad y a los 15 años logré llegar a la categoría mayor.
¿Otro deporte?
Al inicio hacía fútbol, como portera, y baloncesto. Eso fue solo con él.
Tus sensaciones sobre la beca
No me lo esperaba, me había dicho que fuera. No sabía nada. Cuando José ganó, dije que tal vez podía lograrlo yo también y así fue. Gracias a mis padres porque lo pude lograr, fue un día muy feliz en mi vida.
¿Hay otros deportistas en la familia?
Mi hermano, pero dejó el fútbol en el bachillerato.
¿Cómo reaccionó tu familia cuando ganaste el premio?
Súper felices. Me escribieron para felicitarme, me dijeron que era todo un orgullo. Saben del sacrificio de mi vida social, mi esfuerzo puesto. Se alegraron mucho de mi promedio y los logros académicos. Mis papás me llevaron a celebrar al día siguiente.
¿Cómo se dividió tu agenda?
En FESA tenía que organizarme perfectamente, mis entrenos, mis deberes, si tenía que adelantar cosas... Cuando iba en los buses, las tareas. Mis compañeros me molestaban porque mucho trabajaba. Mi mamá siempre me apoyó para organizarme, en los desvelos, cuando eran las competencias internacionales era difícil porque nos concentraban, me perdía clases. En la tarde-noche reponía clases. Estaba en dos categorías, doble concentración. Mis compañeros me apoyaban mucho para explicarme.
¿Estuviste tentada a dejar el deporte?
Había momentos en donde me sentía muy frustrada. Yo me levantaba como a las 4:00 a.m. para ir a FESA y luego regresaba a casa como a las 12:00 a.m.. Yo le decía que no aguantaba, que no sabía si iba a salir con todo. Pero mi mamá me dijo que no renunciara a nada. El tenis de mesa forma parte de mi personalidad, me dijo que no me rindiera nunca.
¿Cuál fue tu promedio de calificación de notas?
9.45 fue el promedio final.
¿Cómo viene tu futuro profesional?
Elegí ingeniería industrial y estaré en la UCA. Esa es una carrera que me llama mucho la atención. Al inicio no estaba muy convencida, pero mi hermano, quien está en su último año de la misma carrera, me vio el talento para poder sacarla. Por mi carácter, que afronto los retos, me enseñó lo que se hace. Así fue como decidí.
¿Cuál fue el obstáculo más grande para llegar hasta donde lo has hecho?
Una vez cuando tenía 15 años me dio varicela y no podía ir a una competencia, un centroamericano, no pude competir y me desmoralicé bastante. Pero mi familia me apoyó para que no dejara de ir, al año siguiente fui a Cancún y quedé campeona. Fue el mejor año que tuve. Clasifiqué a la categoría mayor, tuve la Espiga Dorada en mi federación. Gracias a Dios y al apoyo de mi familia pude lograrlo.
¿Cómo te ves de aquí a diez años?
Exitosa con mi carrera, mi familia. Espero seguir en el tenis de mesa, que se que poco a poco ya no lo podré practicar. El tenis de mesa ha sido parte esencial en mi vida y lo seguiré practicando hasta cuando pueda.
¿Qué mensaje le das a los chicos?
Que sepan organizarse, que no se den por vencidos, que los obstáculos que vendrán son difíciles, pero no imposibles. Que tengan cerca a su familia, que se concentren y que le pongan todo su empeño.
¿Qué haces para entretenerte?
Me encanta ver series, leer libros, ver películas de ciencia ficción. Paso mucho tiempo con mi familia.
José Rivas Leiva
¿Cómo te interesaste por el judo?
Empecé jugando fútbol, pero era muy general, me gustó más la disciplina, la unión en el judo, pese a ser un deporte individual. Se trabaja aún así mucho en equipo, el compañerismo que se vive dentro de este deporte me atrajo mucho.
¿Cómo te enteraste del judo?
Fue después de un entreno de fútbol, mi papá me llevó al dojo a ver qué me podía interesar además del fútbol y me terminé enamorando del judo. Lo practico desde hace 14 años, desde que tenía cuatro.
¿Qué te decía la familia?
Me apoyaban mucho, me veían futuro, mi entusiasmo al practicarlo. Siempre me apoyaron en todo momento. Mi último año de estudio fue el más difícil, las materias eran acorde a la universidad, más pesado. Pero siempre de la mano de Dios pude llevar ambas cosas a la par. Solo fue cuestión de organizarme un poquito.
Recuerdo cuando te ejercitabas en la pandemia
Estaba acostumbrado a entrenar tres o cuatro veces por semana y adaptarme a una nueva forma de entrenamiento fue difícil. Más estando en mi casa, un lugar más encerrado... No tenía compañeros con quien practicar. No era lo mismo. Todos los entrenos eran virtuales, solo hacíamos la parte física, la técnica no era posible por no tener un compañero, tocaba agarrar una almohada.
Cuenta lo que sentiste al momento de ser premiado en la Espiga Dorada
La verdad no me lo esperaba, cuando escuché mi nombre todavía no lo podía creer. Fue grandioso recibir ese premio luego de tanto tiempo. Estuvimos con el presidente de la federación, Luis Chévez; y mi entrenador, Óscar Henríquez. Recuerdo que tras recibir la distinción, saludé a mi mamá, a mi familia y luego fui a saludarlos porque fueron un pilar importante para poder lograr ese premio. Sin ellos y sin Dios, sería imposible.
La pérdida de tu padre fue un instante difícil para tu carrera
Él fue quien inició todo, sabía bastante de deportes y siento que al perderlo mi corazón me dijo que lo dejara (el judo) porque mi papá fue parte importante. Me sentí presionado tras su partida a seguir con el judo. Pero otra parte de mi corazón me dijo que lo hiciera por él, porque él me dijo que siguiera y nunca desistiera. Sé que él estará orgulloso de que yo continuara.
¿A qué pasatiempos dedicas en tu día a día para relajarte?
Cuando tenía espacio libre o un momento de distracción, como investigar, jugar fútbol, algunos videojuegos antes de que se me arruinara la consola.
¿Cómo fue elegir tu futuro profesional?
La carrera que iba a iniciar era medicina en la Universidad Nacional. Yo no estaba ni enterado de que me iba a ganar la beca Poma, cuando me dijeron que me la darían cambiaron mis planes. No estaba dentro de los requisitos de la beca, tuve que cambiar un poco y me decidí por ingeniería biomédica.
¿Cómo te ves de aquí a diez años?
Me veo terminando mi carrera deportiva como académica. Si Dios quiere seguiré compitiendo al más alto nivel, pero se que las lesiones son un tema delicado, pueden terminar con mi carrera. Igual pienso seguir estudiando tras la ingeniería. Mi futuro solo Dios lo decide, siento que puedo llegar lejos, ganar una medalla olímpica; uno de mis mayores sueños. Eso me motiva a seguir entrenando, es lo máximo que puedo lograr.
Tus calificaciones y promedio
En varios periodos tuve altibajos, pero irme superando, esa sensación de llevar ambas cosas a la par, fue motivante. Siempre que salía mal, sabía que quería salir mejor en la próxima ocasión. Mi promedio fue de 9.22. Me gustó mucho siempre ciencias y matemáticas.
Lo más fácil y lo más difícil del judo
Lo más difícil es, quizás, motivarte a entrenar todos los días, tu cuerpo a veces se cansa, pero tu corazón te dice que vayas. Lo más fácil es entrenar porque hay compañeros quienes te ayudan, y los profesores.
¿Qué consejo a los jóvenes?
Que no dejen que las personas les digan que no pueden seguir haciendo lo que hacen. Si lo aman que no paren. Que no se rindan nunca, a veces el cuerpo te dice que no, pero si el corazón dice que sigas, hazle caso que verás los resultados.