"Chomingo" Chávez I recibió a CANCHA con los brazos abiertos en su casa. Tras saludar, lo primero que hace es mostrarnos una nutrida hemeroteca de elaboración propia con una cantidad ingente de ejemplares de El Diario de Hoy.
Acto seguido nos empieza a señalar portadas, noticias deportivas, de realidad nacional, y de pronto comienza de forma natural a trasladarnos a un pasado muy glorioso para la ciudad de Santa Tecla; una urbe bastante silenciosa y apacible aún pero sólo desde algunos lugares privilegiados y sencillos como la casa de "Chomingo".
Su morada va repleta con recuerdos suyos de gestas en el baloncesto y hasta en la mismísima Alcaldía de Santa Tecla. Es tal la cantidad de reconocimientos, recuerdos y artilugios, que si las paredes pudieran hablar reclamarían piedad; "asfixiadas" por este y aquel coroto que resiste al tiempo desde un cuadro de madera con vidrio, un laminado y otras tantas técnicas para la conservación de objetos.
Los muros también de la clínica de sanidad contigua -y atendida por uno de sus hijos- están atestados por supuesto de todos esos premios e inscripciones elogiosas. El ejercicio de mostrarlos, cuenta Chomingo, es una regla para todos los visitantes nuevos y no tan recurrentes. Por supuesto, abundan las fotos de familiares y de episodios transitados en la Fe cristiana, una que abraza todos los días con particular cariño y devoción.
"Chomingo", acérrimo devoto de la Virgen María, empieza a lanzar -antes de sentarnos- numerosos recuerdos sobre cantidad de andanzas propias y sin respetar cronológicamente los tiempos de su vida. Todas al máximo y como corresponden. "Chomingo" carcajea y mira a la nada de vez en cuando mientras cuenta algún que otro dato que quizás usted no escuchó -o leyó- aún, sobre esta leyenda viva del baloncesto salvadoreño.
Con nueve décadas de "dar lata", según él, anda en casa de aquí para allá sin bastón. "Chomingo" baja y sube algunos escalones sin mayor dificultad; elige un sitio para conversar y desempolva aquellos tiempos pretéritos que tanto le inquietan recordar. Un tecleño de corazón y uno de esos baluartes que merecen mucho más que la nomenclatura descuidada o aburrida de una calle.
"Tuvimos la obligación de jugar todos los puestos", dice "Chomingo, cuando se le consulta sobre su primera posición en la cancha de baloncesto. Se niega a reverlarnos cuál fue su primer rol desempeñado contra el aro, pero da pistas que fue un esforzado defensa quien luego con más ilustración en la materia se hizo polivalente para marcar época junto a otros colegas suyos de anchísima clase con la pelota naranja.
"Recuerdo que hacíamos torneos de tiros libres en el entretiempo de los juegos y también en otros momentos. Nos ayudó mucho dedicarnos al baloncesto competitivo al no más salir del colegio. Yo me le pegaba al 'Negro' Pineda para ir a los entrenos (para incrementar el nivel, la técnica)".
Cuando uno conoce a "Chomingo" Chávez I uno lo asocia de manera inequívoca con el baloncesto; pues en dicha disciplina deportiva tuvo un devenir de ensueño hasta poner en lo más alto que pudo el nombre de El Salvador. Sin embargo, Chávez no sólo practicó el famoso deporte que domina desde hace décadas con puño de hierro desde los Estados Unidos de América.
"Practiqué futbol también, desde el Colegio Santa Cecilia; a nivel departamental. Fui portero, luego en el Instituto El Salvador. ¡Tírenle por abajo a Chomingo!, por alto agarraba algo, por abajo pasaba la bola", recuerda así entre unas risas que sólo daban tregua cada vez que hacía una pausa para una nueva anécdota.
"Intenté jugar con el Lincoln, en béisbol; el señor Bahaia padre nos ayudaba mucho con los implementos. Tengo un récord: casi nunca le pegaba a la bola. Por eso me decían Mickey "ponche", en tiempos de Mickey Mantle".
"Compartí equipo de fútbol en el Instituto El Salvador con "La Baiza" Ruano, y otros quienes fueron seleccionados nacionales. Entrenábamos en el Campo Marte, ahora el Parque Infantil".
¿Cuál era su secreto para mantenerse tan asociado al deporte y llevar una vida responsable con sus menesteres? "Iba a Los Chorros a chapalear, me marchaba corriendo desde la casa con mis amigos y tiempo después ya logré 100 metros seguidos en natación. Pero es, gracias a Don Manuel Rivas Pineda... si más me muero ya intentando nadar en una piscina para alta competencia... pero eso me ayudó para hacer buen baloncesto".
"Mi mamá no tenía mayor injerencia en mis quehaceres deportivos, ella sólo veía cuando me iba a entrenar, a jugar. Con mis amigos íbamos a Los Chorros allá por el 53' y así fortalecimos esa tenacidad que nos caracterizó. Roberto Bondanza, quien estudiaba en EE.UU., se nos acercó un día mientras jugábamos y nos enseñó fundamentación tras reprobar nuestro accionar con malas palabras. En una semana nos dejó nítidos, él era profesor de BKB en San Francisco, EE.UU. Soñábamos con techar la cancha que ahora es el Adolfo Pineda de Santa Tecla, hacíamos rifas y fiestas para dejarlo bien. Esa misma tiene ya 50 años en 2024".
Entre tanto pisar las canchas, sudar, enlodarse, reír, llorar, gritar... hubo una pregunta no hecha pocas veces por alguien muy especial en su casa. Alguien quien siempre se encargó de retornar al buen "Chomingo" a una realidad de la que no podía escapar, y menos en un país como El Salvador: "Mi papá me decía ¿y cuándo vas a estudiar?".
Justamente un episodio con su padre lo recuerda entre sus permanentes sonrisas y pausas realizadas: "En una clausura empezaron a premiar muchos rubros, disciplina (buena conducta), matemáticas, lenguaje... llegó deporte y me dijo mi papá 'tal vez aquí te sacás algo', y no fue así... de inmediato recuerdo que me dijo ¿bueno, y a qué te mando yo entonces? (risas)".
Como varios atletas en tiempos pretéritos "Chomingo" fue apoyado para hacer deporte con muchas reservas. Dedicar tiempo en demasía al deporte no garantiza la supervivencia en estos lares, ni ayer... ni ahora: "En esos días a uno lo tenían por vago a causa del deporte; en el trabajo me extendían los permisos así: 'Má, vago' (tomá, vago), pero eso me fue fortaleciendo lejos de otra cosa".
"Seis tecleños estuvimos en la Selección Nacional de Baloncesto de los años cincuenta: 'Coky Zablah, Roberto Bondanza, José Mauricio Lemus, José Adolfo Pineda, Pío Salomón quien creció en Tecla, y finalmente tu servidor: Chomingo Chávez". Santa Tecla dominó con poder desde la línea de tres en aquellos tiempos.
"Tras ganar el Centroamericano (1954) pudimos ir luego a Venezuela (C.A. y del Caribe), nadie creía que fuéramos basquetbolistas por nuestra estatura, es que nadie de nosotros rebasaba los dos metros. Nuestro secreto era no rebotar el balón arriba de la rodilla. Juan Mateu Llort se divertía contra los altos, macizos... la ventaja del bajo (como en su caso) es que es más ágil, y si a eso le sumamos la picardía...".
"En ese entonces nadie entendía lo de ser profesional, éramos amateur. Los juegos de Venezuela eran en el 58', pero por un golpe de Estado pasaron al 59'. Yo era banca del 'Negro' Pineda, jugábamos la final contra Colombia. Recuerdo que el entrenador me dijo: "¡Chomingo entrá por el Negro!", y apenas unos segundos después me indicó también: "Chomingo ¿va a jugar?" ¡sí, le contesté!, "pues entonces quitate el reloj, la chumpa y dejá ahí esa cámara por favor", me dijo (risas), sin esa cámara yo no tuviera muchas fotos de esa experiencia".
"Algunos alcanzaron a escuchar por la radio que fuimos campeones y nos fueron a recibir al Aeropuerto de Ilopango, en esos días no había otro; ahí llegaban y partían todos los aeroplanos. Nos venimos entonces en caravana hasta Santa Tecla para celebrar en el Centro Cultural 22 de diciembre, frente a la Parroquia El Carmen y esquina opuesta al banco".
Por increíble que parezca el caso de "Chomingo" es uno de esos en donde nunca se separó del deporte en su día a día pese a los compases laborales que a la inmensa mayoría le exigen abandonar la diversión. Llegamos a creer que sin ninguna formalidad Chávez tiene aún un matrimonio paralelo con el baloncesto, y así es. "Mi primer trabajo fue pesando café aquí en Santa Tecla durante las vacaciones escolares. Pero el primer ya formal fue en el Instituto de Vivienda Urbana (IVU), en Estadística; el esférico siempre me acompañaba".
"El baloncesto me abrió puertas, primero jugué con el IVU, luego en el Banco de Comercio y después me ofrecieron estar en el equipo del Banco Central de Reserva; se decía popularmente que por eso me contrataron y no por mis conocimientos de contabilidad (risas). Fueron 35 años los que laboré arduamente en el BCR, primero caja, luego archivo, personal y finalmente en relaciones públicas. Después entrené a equipos de todo tipo, empresariales, amateur...".
"Trabajaba en el BCR y mi señora me dijo que un grupo del PCN quería que yo fuese candidato a la Alcaldía de Santa Tecla por mi popularidad. Recordé a la cancha de baloncesto, el mercado, mi madre vendía queso ahí, El Cafetalón... medio mundo vivía en mesones aquí, el Martell, el Lemus... y de pronto se me ocurrieron muchas cosas para hacer como alcalde y acepté en 1970. Cincuenta años cumple la cancha Adolfo Pineda en Santa Tecla, hice la lucha para techarla y dejarla bien".
"Rafael Guirola, dueño de la finca San Rafael, dijo una vez en una reunión: "Si gana Chimingo -así me decía- contruiremos casas"... y así fue como nació la Colonia Quezalte, 660 casas". Chávez "las podía" con muchos porque su afable carácter siempre le abrió puertas junto al baloncesto, su fama supo utilizarla para provecho no solo de los suyos, sino también al servicio del pueblo tecleño, que empezaba a crecer en esos días de manera exponencial con gente proveniente sobre todo desde San Salvador.
Con todos sus colegas de baloncesto tecleños tuvo y tiene una gran amistad, esos lazos que ni siquiera el tiempo rompe y que perduran de sin igual manera. Pero "Chomingo" siempre guardó de manera más estrecha una fraternidad a prueba de todo con Adolfo Pineda, para muchos, el mejor basquetbolista en la historia de El Salvador. "Al negro Pineda lo llegaban a traer en auto para entrenar, lo llegaba a recoger el motorista de Instituto de Educación Física, no existía el Indes... con dos amigos nos metimos en la parte trasera del vehículo y cuando íbamos por la Ceiba de Guadalupe lo asustamos ¿bueno y ustedes que están haciendo aquí?, nos reclamó. ¡Queremos entrenar con vos!, le dijimos, y le cayó en gracia. Toda una picardía".
Por supuesto, no evitó marcar -cortando por primera vez sin las carcajadas- el siguiente apunte: "Cuando el negro estaba en sus últimos días le pusieron su nombre al gimnasio que se erige en San Salvador, sin embargo, el original es el de aquí, el de Santa Tecla".
Tras la reflexiva acotación, tomó distancia de aquel momento que le había llenado de seriedad para retomar los distintos episodios de su vida: "Terminé de jugar baloncesto en 1993, de ahí todo fue muy suave y me quedé entrenando". Aprovechamos para que nos contara sobre algún episodio del conflicto civil o la anterior dictadura para avivar un poco aquella llama de alegría que con el recuerdo de Pineda pareció haberse casi extinguido.
"Estudié en el Instituto Damián Villacorta mi plan básico y unos militares una vez nos invitaron a jugar, llegaron ahí ¡y les ganamos! Por eso nos dieron de 'alta' y nos prestaron uniformes para tomarnos fotos... parecíamos bichos recién reclutados". En ese momento Chávez recuperó aquel fuego inicial para continuar conversando como lo había hecho ya.
La capital salvadoreña siempre dotó a la historia propia de una cantidad casi infinita de atletas en la historia del país. A ojo de pájaro, el recuerdo de varios nombres comenzó siempre con el dichoso "San Salvador" como punto de partida, y por ende, también del progreso y éxito para los mismos. En algunos casos, la capital también fue el lugar desde donde escaparon hacia esa eternidad que a todos nos espera. Pese a la marcada hegemonía capitalina, retamos a "Chomingo" para que nombrara a varios atletas tecleños de su época y así defender que su tierra también aportó deportistas a la gloria del país.
"Carlos Ignacio Ábrego, físicoculturista; campeón Centroamericano y del Caribe. Julio Gertrudis, un tremendo pitcher, campeón en primera categoría. Julio Patricio Merino y Carlos Rosales, campeones en ciclismo a nivel nacional y en C.A. En fútbol no puedo olvidar al "Mocho" Cuéllar, al "Pulpo" Fernández, a "Chincuya" Deras y "Calín" Chicas. En baloncesto a todos quienes ya le mencioné con quien hacíamos equipo".
Es inusual encontrar adultos mayores quienes sean capaces de reír sobre su merma física y lógica tras el paso del tiempo. Sin embargo, "Chomingo" es una de esas excepciones. Es orgulloso de su edad, de su salud, de su presente y también de aquellas "pasaditas" que le recuerdan lo "grande" que ya está.
A él no le molesta en lo absoluto y se ríe de ello: "Me invitaron con una carta para llevar la antorcha de los Juegos Centroamericanos y del Caribe del 2002, pero en la documentación que debía llenar estaba obligado a incluir los datos de mi doctor de cabecera y los medicamentos que yo tomaba con todo detalle. Una cuadra (100 metros) iba a llevar yo la antorcha... (carcajadas) he gozado con eso".
Cuando le preguntamos qué es lo que más extraña de aquella Santa Tecla en la que creció, llena de fincas, de un clima verdaderamente fresco, aire puro, calles empedradas, mucho silencio y varios negocios que no existen más, recuerda con cariño: "Extraño que la niñez y la juventud disfruten haciendo deporte en espacios públicos en Santa Tecla, patinaje por ejemplo, como en los parques San Martín, Daniel Hernández o en las mismas calles".
También extraña a sus amigos en el exterior, específicamente en la ciudad de "La Mirada" en Los Ángeles, California. Ahí en donde se ubica la "Avenida Santa Tecla", una vía que tiene ya varias décadas y que fue bautizada así con la ayuda de la comunidad de tecleños que residen en dicho sitio.
Hace poco más de un mes "Chomingo" estuvo cumpliendo noventa agostos de vida. En el pastel que le partieron unos amigos suyos se dejaba ver sobre el turrón blanquecino una dedicatoria que encarna el espíritu y carácter de Chávez; el letrero decía con claridad: "Diez para los cien", un enternecedor enunciado que descansa en una de sus mesas de sala; quizás la más grande, para alojar toda clase y cantidad de recuerdos deportivos, políticos y religiosos.
Finalmente, sin dejar de sonreír e hinchándose de pura ternura, sentencia: "Pronto estaré cumpliendo 91 años y no hasta el 2025 (sino en noviembre de este año)... me gusta sumar aquellos nueve meses en los que mi madre, me llevó en su vientre".
¡IDENTIFÍQUESE!
Nombre: José Domingo Enrique Chávez Aguilar.
Apodos: Chomingo, Chimingo.
Edad: 90 años.
Fecha de nacimiento: 4 de agosto de 1934, en Santa Tecla.
Posiciones: Todas las de la cancha.
Estudios: Graduado de Bachiller del Instituto El Salvador de Contador
Graduado de Lic. en Relaciones Públicas de la Universidad Leonardo Da Vinci.
Familia: Hijo de Pedro Chávez Martínez y María Clara Aguilar Chévez, ambos tecleños.
Máximos logros: Campeón de BKB C.A. en 1954 y campeón de BKB C.A. y del Caribe en 1959.