La ciudad Luz, la que recibe millones de turistas por año y es una de las más fotografiadas del mundo, ha mudado toda su escenografía a esos cinco círculos que representan los continentes y el deporte, más conocidos como los anillos olímpicos. Si París invade todo, esta vez fue la invadida por los anillos.
París es hoy una ciudad olímpica, deportiva. Las poco más de dos semanas que duran los Juegos, el ambiente se palpita en cada rincón. En cada acera, cada esquina aparecen aficionados de todos los países que van apurados a los distintos deportes o se relajan en los cafés con una cerveza bien tirada, pero no tan fría (así se toma por aquí, cada quien tiene sus gustos).
EDH EN PARÍS 2024 - Así le fue a los salvadoreños en Juegos Olímpicos
Turcos y marroquíes llevan la delantera en cuanto a números –son millones las personas de esas nacionalidades que viven en Francia- y lo hacen notar con sus camisetas y banderas. También hay muchos asiáticos: chinos y japoneses a la vanguardia.
Los europeos son locales y están por todas partes, tienen el beneficio de la cercanía. Pocas camisetas de Sudamérica y muy muy pocas, de Centroamérica. Aunque siempre aparece una de la Selecta en todas partes…
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El café más caro del mundo está aquí en la esquina, en el restaurante llamado Sortie. Desde muy temprano llega el camarero, que con un atento y sonriente “bonjour” reparte el menú. Un café a 7 euros (unos 8 dólares) es de los más de económicos que se pueden tomar por la zona del Porte de Versailles.
Y la taza es de mediana para pequeña. Como una especie de ¿promoción? aparece en la solapa del menú el café acompañado de una croissant -más pequeña a las que estamos acostumbrados en El Salvador- al módico precio de 15 Euros. Nadie parece fijarse en esas minucias, ya que el lugar está repleto.
El mesero no para, solo él y una compañera se hacen cargo de todo el lugar, bastante amplio y con las aceras inundadas de sillas mesas. Y no equivoca un solo pedido, no vaya a ser que se confunda con el café más caro del planeta…
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Inmenso y a veces interminable, el viaje en metro de cada mañana temprano rumbo al París Media Centre, la base de la cobertura de EDH y elsalvador.com, se ha transformado en una rutina impredecible.
Las protestas de los habitantes de París porque se los subieron al doble los boletos (15 euros el pase del día, que incluye todo el servicio público, esto es metro, más tren y buses), es el precio que acordaron para todo el tiempo que duren los Juegos. Después volverá a la mitad, el precio que tiene durante todo el año.
Dudoso privilegio para los aficionados a la fiesta máxima del deporte. Además. las interrupciones del servicio suelen ser moneda frecuente, porque hay estaciones suspendidas durante los Juegos, por la impresionante logística que transforma toda una ciudad durante la justa deportiva.
Pero el servicio es excelente: rápido y eficiente con una inmensa cantidad de vías y vagones que no paran de ir y venir. Y puntual al extremo. Acabo de perder un metro, pero la pantalla indica que el próximo llegará en 1 minuto, 30 segundos…