La segunda fue la vencida. No lo consiguió en 2021, pero un año después, con carácter, perseverancia y mucha fe, como ella misma lo declaró, la montañista salvadoreña Alfa Karina Arrué llegó a la cumbre del Monte Everest. Logró una hazaña inédita en mayo pasado.
Esta vez, nada se lo impidió. Desde tener una buena ventana de clima, haber pasado muchos entrenamientos extenuantes y técnicos previos, y trabajar hasta lo más mínimo para el ascenso -con la experiencia de la primera vez-, se convirtió en la primera salvadoreña en llegar al “techo del mundo”. La primera mujer atleta nacional en subir los 8,849 metros y ondear la bandera nacional en la cima nepalí.
“La vida es una montaña, entre más alto, más difícil. La montaña da las lecciones de vida y me alegra haber representado mi país”, declaró en aquel momento Alfa Karina, tras retornar al país luego de estar por el Everest.
De la salvadoreña, se conoció posterior a su proeza que la tocó un fondo emocional después de su divorcio, pero encontró el amor a primera vista y verdadero con las montañas.
Para la salvadoreña, la conquista a la que llegó la volvió colectiva, de país. Eso era parte de lo que la inspiraba. Pero ahora, no se quedó hasta ahí. Arrué buscará hacer otros “ocho miles”, para lo cual ha continuado entrenando y busca seguir dando adelante, con sus mejores armas físicas y proponiéndose objetivos impresionantes. Su última cosecha fue escalar y llegar a la cima del Monte Kilimanjaro, en África.
“De los 14 ochomil, el Everest es un hito. Si logras hacer esta cumbre, entonces estás seguro de que podés hacer los otros que son más bajos que el Everest. Eso sí, no significa que sean más fáciles, porque son más técnicos, pero las condiciones que se enfrentan en la cumbre del Everest lo hacen ser el más difícil”, relató.