Pocos atletas reciben el honor de que se les construya una estatua al final de sus carreras. Aún menos mientras siguen activos. Sin embargo, en Roland Garros, desde el 2021, una escultura de acero de 10 pies de Rafa Nadal se alza a las puertas del icónico complejo. Su estatua se encuentra junto a los legendarios “Cuatro Mosqueteros” del tenis francés: Jean Borotra, Jacques Brugnon, Henri Cochet y René Lacoste, quienes entre 1924 y 1932 dominaron el torneo parisino. En honor a su legado, el trofeo del campeón individual masculino del Abierto de Francia lleva el nombre: Coupe des Mousquetaires.
Pero es Nadal, el español, quien ha dejado la huella más profunda en Roland Garros, alzando la Copa de los Mosqueteros un récord de 14 veces. Desde su llegada a París, aquel adolescente mallorquín con pantalones cortos flojos y camisetas sin mangas reescribió la historia, dominando el Abierto de Francia de una manera que trasciende el deporte. El “Rey de la Arcilla” ganó su primer título a los 19 años de edad en el 2005, y conquistó el décimo cuarto a los 36 años en el 2022. Toda una vida de triunfos en un solo torneo. En total, Nadal jugó 116 partidos en Roland Garros, ganando 112 y perdiendo apenas cuatro. Su porcentaje de victorias del 97% es el más alto jamás alcanzado por un jugador en un torneo de Grand Slam, marcando un nivel de efectividad sin precedentes en la historia del tenis.
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Ahora que Nadal ha dejado Roland Garros, sus récords parecen insuperables, tanto en el tenis como en otros deportes. Sin embargo, al ampliar el espectro, se pueden trazar comparaciones. En los Juegos Olímpicos, Usain Bolt y Michael Phelps son los gigantes indiscutibles de la velocidad en pista y agua, respectivamente, ambos invictos en sus pruebas durante tres ediciones de Juegos Olímpicos consecutivos. Simone Biles ha dominado el mundo de la gimnasia y es la atleta más condecorada en la historia de ese deporte, combinando estilo y longevidad.
Tiger Woods logró el célebre “Tiger Slam” al ganar los cuatro torneos mayores de golf de forma consecutiva entre el 2000 y el 2001. En el mundo de los deportes de combate, Floyd Mayweather y Khabib Nurmagomedov se retiraron invictos, derrotando a todo aquel que se les puso enfrente. En Fórmula 1, Lewis Hamilton y Michael Schumacher comparten el récord de más campeonatos mundiales, con siete, aunque Max Verstappen está en camino para desafiar ese récord. Y en el surf, Kelly Slater ha ganado la Liga Mundial de Surf 11 veces, siendo tanto el más joven como el más veterano en lograrlo.
Sin embargo, para equiparar los números de Nadal en un solo evento, hay que forzar los criterios de comparación. Tal vez las únicas referencias verdaderas puedan encontrarse dentro del propio tenis en la era moderna. La búsqueda incesante de Nadal por la gloria en Roland Garros recuerda la hegemonía de Martina Navratilova en Wimbledon, donde ganó nueve veces entre 1978 y 1990. Los ocho títulos de Wimbledon de Roger Federer, incluidos cinco consecutivos entre el 2003 y el 2007, y los 10 Abiertos de Australia de Novak Djokovic, con una racha de 33 victorias consecutivas entre el 2019 y el 2024, son hitos impresionantes, pero ninguno supera los 14 títulos de Nadal en París. Por eso es, sin duda, el Rey de la Arcilla.
Nadal ganó su primer partido en Roland Garros en 2005, a los 19 años, con su melena larga recogida en su característica bandana. A pesar de su rostro de niño, Nadal estaba construido como un toro. Entró en escena como un prodigio del tenis y se unió al selecto grupo de jugadores que ganaron un Grand Slam siendo adolescentes. El sabor de la victoria lo convirtió en un adicto a ganar. Nadal sumó una racha de 81 victorias consecutivas en arcilla entre el 2005 y el 2007, la más larga en la historia del tenis masculino por superficie en la era moderna. La temporada europea de arcilla casi siempre terminaba con Nadal levantando el trofeo en París, pero su dominio se extendía a otros escenarios. Ganó 11 títulos en Montecarlo, 10 en Roma y 12 en Barcelona. Incluso su récord en el Abierto de Madrid, con solo cinco títulos, sigue siendo el más destacado en la capital española.
Es una verdadera lástima que no hubo una despedida a la altura en sus últimas apariciones en la ciudad de París. Las lesiones lo limitaron este último año, y las derrotas ante Alexander Zverev en el Abierto de Francia y ante Novak Djokovic en los Juegos Olímpicos fueron especialmente dolorosas. Sin embargo, aún hubo destellos del viejo Rafa, con esa garra inigualable que siempre lo caracterizó.
Basta analizar los enfrentamientos directos a lo largo de los años, para terminar de comprende mejor su dominio en París. Nadal se enfrentó a Djokovic en 11 ocasiones en Roland Garros, ganando ocho. Se midió contra Federer seis veces, llevándose la victoria en todas, incluidas tres finales consecutivas entre el 2006 y el 2008. Dominic Thiem y su compatriota David Ferrer podrían haber ganado varios títulos de Grand Slam de no ser por Nadal, ya que ambos perdieron los cuatro partidos de semifinal que disputaron contra él en París. Andy Murray tampoco escapó ese dominio, cayendo en dos semifinales del Abierto de Francia.
Pero no había deshonra en esas derrotas. Cuando Nadal ganó su 14º Abierto de Francia y su 22º título de Grand Slam, su rival, Casper Ruud, parecía derrotado antes de siquiera saltar a la cancha, abrumado por el peso de la historia y la presencia de un campeón de esa magnitud. Tras la victoria aplastante de Nadal por 6-3, 6-3, 6-0, Ruud pareció aliviado cuando su calvario finalmente terminó. Ese día entendió lo que significa jugar y perder ante el mejor jugador sobre arcilla de la historia. Como tantos otros antes que él, Ruud se unió a una larga lista de víctimas de un legado que, al igual que Rafa Nadal, será eterno.