Que debió salir con otro sistema, que muy amarrete con tres volantes de marca, que no convocó a los mejores, que le hacen la alineación, que la dirección deportiva de la Fesfut es un desastre, que la liga nuestra es muy mala, que los jugadores no han tenido la formación debida, que no son profesionales... Mil explicaciones, 23 partidos sin ganar. Todo eso se escucha.
Horas antes del partido con Puerto Rico, hice un sondeo breve entre aficionados. Nadie, ni uno solo dijo empate, mucho menos derrota; hubo una señora que, emocionada, hasta se atrevió a pronosticar un 5-0 a favor.
¡Veníamos de 22 partidos sin ganar, en los que se jugó también con islas, en los que se enfrentó incluso a Bonaire, un país que ni afiliado a FIFA está, y casi todos, casi el 99% del periodismo deportivo firmaba un triunfo, yo también!
Los únicos que no lo hacían son los que ya su corazón ya no aguanta tanta desdicha y decidieron darle la espalda a la Selecta, y dos, los que parece que quieren que pierda siempre, que no le tienen fe a nada, o que ni les interesa el fútbol ni ven a la selección. Uno que otro aficionado o periodista dudaba, pero en el fondo, guardaba una esperanza de victoria, no me digan que no.
Pero quizás, más allá de los problemas estructurales que siempre se han señalado, que no se han superado y que, por el contrario, se profundizaron durante la pandemia y más líos del fútbol nacional, quizás no queremos ver nuestra realidad, que ya no estamos para ganarle a nadie.
Si perdimos con Nicaragua no fue casualidad, si nos golean en torneos de la Concacaf a nivel de clubes, no es casualidad, si bajamos a Liga B, tampoco lo es, y que Puerto Rico, con poco, apenas un jugador en medio que manejó los hilos, y otro rápido por derecha, tuvo para ganarnos, tampoco.
Yo sí creo que el sistema falló, que no era el ideal, que faltó alguno en las convocatorias, que los jugadores jugaron muy mal, pero, aún con ello, creo que debieron ganar (me puede más el deseo). Perdieron en lo mental para mí.
Desde el minuto 1, Puerto Rico les ganó la moral con un parado bien adelante y con bloque corto (raro porque Dóniga dijo que eso esperaban), nos quitó el balón, jugó nuestro papel en los primeros 25 minutos, y nos hizo perder la cabeza. Ellos eran los “locales”
A fuerza de patadas se sostuvo ESA (debieron expulsar a Jairo Henríquez con roja directa), y sólo se vio bien empujado por la afición tras una jugada de riñones de Tamacas, pero el empuje duró 10 minutos.
Perdieron la cabeza todos, nervioso y apurado desde el DT hasta el más experimentado Cerén, que ni un centro podía hacer, ni los balones parados cobrábamos bien, ni cortar la salida de Puerto Rico pese a tener tres volantes de marca. ¿A qué jugamos? No jugamos, perdimos la cabeza, no sólo los jugadores, hasta los periodistas, queriendo ser algo que ya no somos. Hay que trabajar psicológicamente al grupo, mucho les pesan estos dos años sin victorias. Con más tranquilidad, este equipo le jugó mil veces mejor a rivales de más peso, como en el primer tiempo ante Honduras: no es que no pudieran ejecutar algo mejor desde lo físico el jueves, es que no pudieron desde lo mental. No nos engañemos, así a nadie le ganaremos.