La Selecta viajó anoche rumbo a los Estados Unidos esperando sus dos amistosos de esta semana, contra rivales que están en los extremos del fútbol mundial: el miércoles ante Bonaire en Washington y el viernes ante el campeón del mundo Argentina, en Filadelfia.
Apenas dos días de distancia entre un juego y el otro, que obliga a la reflexión sobre el amistoso agregado a la doble fecha FIFA (el martes 26 de marzo se jugará ante Honduras).
OPINIÓN: "Fútbol salvadoreño: La Liga de la marmota"
¿Hacía falta este juego ante Bonaire 48 horas antes del duelo ante la albiceleste? Quizás la respuesta esté en el negocio y cortar la racha récord negativa de partidos sin ganar, aunque el mínimo espacio y descanso entre los dos juegos deje flotando el interrogante.
Será una buena ocasión para medir el “efecto Dóniga” con su primera convocatoria “sin restricciones”. Se verá lo mejor que tiene El Salvador, eso sí, con los que quisieron estar (todos menos dos jugadores).
La negativa de Roldán y Zavaleta no sorprende, aunque al fin un entrenador dice con todas las letras -a diferencia de Pérez y De la Barrera- que ellos “fueron convocados y no atendieron el llamado”.
Dos jugadores de los que queda claro su nulo compromiso con la Selección y su vieja y mala costumbre de elegir cuando se visten de azul y cuando no. Se lamenta en lo futbolístico sólo lo de Roldán -no así lo de un defensor que no marca diferencias como Zavaleta- pero también es cierto que un jugador sin compromiso resta más de lo que suma.
Del resto, la novedad más importante será ver a Nathan Ordaz con la camiseta de la Selecta y entender por qué tuvo sus chances con selecciones menores de México y EE.UU. Se abre un nuevo ciclo y la expectativa está abierta.