Que Qatar será un Mundial distinto, no es novedad. Que la primera Copa que se jugará en el mundo árabe tendrá características disruptivas a todo lo que se ha visto antes en la máxima cita futbolera también está claro.
El primer cambio y notable es el de la fecha. Se habló ya en este mismo espacio que el insoportable calor del verano qatarí obligó a correr el torneo hasta noviembre -diciembre con el consecuente choque con las ligas europeas, que nutren la mayor cantidad de jugadores a las distintas selecciones. Lesiones y “rezos” están a la orden del día.
La geografía mundialista también será totalmente innovadora. Acostumbrados a ver aficionados en distintas ciudades muy lejanas entre sí -distancias de cientos de kilómetros- en los mundiales previos, en esta Copa del Mundo todo se centrará en Doha y alrededores. Más al estilo de unos Juegos Olímpicos que de un Mundial, será todo un desafío mantener el orden y controlar las aglomeraciones que seguramente desbordarán de pasión en pocos kilómetros cuadrados.
Para evitar mayores multitudes, sólo las personas que tengan entradas a los partidos podrán ingresar a Qatar a partir del 1 de noviembre, con un máximo de tres invitados.
Las recomendaciones dadas a conocer por las embajadas de distintos países, entre ellas la británica y la estadounidense ,hablan de ciertas reglas a cumplir para los aficionados occidentales. Empezando por presentar en el ingreso al país la tarjeta Hayya, que hace las veces de visado, la entrada a los partidos. Con todo en regla se puede acceder gratuitamente a los transportes públicos y a los servicios sanitarios de urgencia.
Las embajadas también informaron que consumir alcohol es legal para los que no practican la religión musulmana. Se confirma que varios puestos de cerveza abrirán alrededor de los estadios tres horas antes del inicio de los partidos pero cerrarán media hora antes del inicio.
“Se recibirán a miles de periodistas que precisarán visa previa y control de salud que permitirá rastrear cada uno de sus pasos en un país que usará el Mundial como vidriera, donde la suerte de su selección será lo que menos importe al país organizador”, dice el periodista argentino Fernández Moores tras su reciente visita al país árabe. El desafío está planteado, también afuera de los estadios.