Cuando el poder económico incursiona en el deporte, para nuestro caso el fútbol, se rompen códigos que solo el que lo practica conoce y aprecia como tal, para mantener vivo ese deseo de competencia por ser el mejor, logrando objetivos propuestos con el esfuerzo y dedicación.
Los mercaderes del deporte no tienen códigos, infiltran con sus estructuras de poder todo aquello que les cause beneficio sin dejar nada a cambio, no les importa los resultados, no tienen sentido de competencia, simplemente buscan su bienestar económico.
OPINIÓN. Leo Menjívar y la paciencia que no hay
En nuestro futbol vemos cómo una sola estructura de poder económico tiene intereses hasta en cinco equipos de Liga Mayor, los cuales obviamente no tienen proyectos ni de corto ni de largo plazo (NINIS) incluso se lucran de los escenarios deportivos y de todo lo que hay en su entorno (ventas), emplean para ello a sus allegados de confianza que son los que ponen la cara cuando hay fatalidades, aunado a eso vemos una dirigencia (FESFUT) que los contratan para un proyecto determinado y especifico y no cumplen con lo requerido, se acomodan con jugosos salarios y disfrutan de algo que no les pertenece porque nunca han aportado nada al deporte; así las cosas no se puede exigir que selecciones nacionales por mucho apoyo de la afición tengan resultados positivos, es aquí donde debemos comenzar por hacer cambios para transformar la realidad de nuestro futbol.
No se puede señalar a entrenadores y jugadores si no se les ha dado a conocer ningún proyecto a seguir, incluso no se pueden cuestionar sus emolumentos percibidos, porque lo han hecho de común acuerdo -nadie agarro del cuello a nadie-, son fallas netamente de (su) mala administración.
En primera instancia la Comisión Regularizadora debe a la brevedad posible cumplir con el mandato dado por FIFA y elegir un nuevo directorio ejecutivo de la FESFUT, con personas idóneas y honestas que conozcan el entramado de nuestro futbol, bajo unos estatutos sin trampas, acordes a un comportamiento íntegro (honesto) y una auditoría detallada que refleje lo actuado por administraciones anteriores y conocer la realidad de sus estructuras, de lo contrario ustedes se convertirán en cómplices necesarios y deben responder por sus actos atrevidos en la conducción del máximo organismo de dirección, no vale tampoco que vengan hoy y digan que ya aprendieron del fútbol porque ellos no fueron llamados para eso, ya estamos hartos de que todo confunden por muy selecto grupo de abogados que sean -zapatero a tu zapato-
Ya basta también de usurpar funciones que no les corresponde como contratar y despedir entrenadores, planificar partidos de la selección sin ningún objetivo, andar haciendo homenajes sin causa alguna, lo único seguro que están haciendo es el ridículo y van retrasando el poco desarrollo de nuestro futbol, dedíquense a cumplir el contrato que FIFA les ha otorgado que es: 1- AUDITORIA EXHAUSTIVA, 2- REVISIÓN de ESTATUTOS, 3- ELECCIÓN DEL NUEVO DIRECTORIO EJECUTIVO de la FESFUT.
Dejen de seguir poniendo en vergüenza por su mala gestión, el desarrollo del torneo de Primera División donde hemos visto que jugadores extranjeros y nacionales tienen que subastar su material deportivo para poder irse a sus países y localmente no reciben sus salarios pactados con una obligación contractual, esto claramente deja una fea y pobre imagen local y a nivel internacional y de eso ustedes son los culpables sin discusión alguna, por no revisar y conocer la forma de sostenimiento económico de los equipos de Liga Mayor y avalan prácticas que riñen con el buen desempeño ético, moral y económico de las estructuras del futbol nacional.
Demuestran mucho con sus actuaciones que no tienen planes para incluir personas del ámbito local en la conducción de nuestro futbol, al contratar personas que desconocen claramente como es la estructura del futbol nacional y eso lleva a perder el tiempo y dinero mal invertido sin resultados.
La conducción de nuestro fútbol no necesita de personas que son arrimadas con claros intereses de índole desconocida, que los elijen sin conocimiento alguno de la idiosincrasia de nuestros deportistas.