Más allá de los resultados deportivos y su comparación con otros Juegos Centroamericanos y del Caribe, lo más positivo que ha dejado San Salvador 2023, además del enorme esfuerzo de los atletas, ha sido el masivo apoyo del público a deportes que estaban lejos de tanta exposición en estos últimos años.
Los gimnasios de vóleibol, de baloncesto, de gimnasia y varios etc., se vieron sorpresiva y agradablemente repletos. Ni hablar del fútbol playa, con entradas agotadas varios días antes para ver a los Guerreros.
FOTOS: El color de la Clausura de San Salvador 2023
En natación quedó gente afuera, el baloncesto femenino y el fútbol femenino jugaron con una afición nunca antes vista, muchísima gente se acercó al Mágico González para ver atletismo y allí, en la Cuna, también lucha, karate o levantamiento de pesas; hasta el tiro con arco, el deporte récord en medallas salvadoreñas en la historia de estos Juegos, tuvo sus instalaciones colmadas. Lo mismo con BMX, tenis o waterpolo, por mencionar solo algunos.
El desafío que se viene después de estas dos semanas a puro deporte, es justamente mantener el entusiasmo de la afición por estos disciplinas. Y a la vez poder utilizar con continuidad y darle mantenimiento a los distintos escenarios que se crearon para estos Juegos -caso fútbol playa o pista BMX- y los que vivieron grandes remodelaciones, que aún continúan, como el Mágico González, el Adolfo Pineda o Las Delicias.
Nuevos eventos internacionales, competencias de nivel y buscar la competitividad necesaria en cada una de las disciplinas servirá para crecer en lo deportivo pero también para evitar el deterioro de grandes infraestructuras que, lamentablemente, ya hemos visto y sufrido en el pasado.
Del lado deportivo, se ha ganado mucho desde los últimos Juegos C.A. y Caribe con 10 medallas más que en la última edición de Barranquilla 2018 y 6 doradas de diferencia (8 contra 2). Pero la comparación queda en desventaja si se la realiza con los últimos Juegos que había organizado San Salvador, en 2002, donde se llegó a las increíbles 124 medallas (18 oros, 40 platas y 66 bronces), siempre con el handicap gigante de que no estuvo la poderosa Cuba en aquella edición.
Si de apoyo y seguimiento a los atletas se trata, la explosión del oro en los 400m vallas -quizás la más impactante de todas las medallas- pone a Pablo Ibañez como prioridad, teniendo en cuenta que se viene el Mundial de atletismo y la clasificación -por marca- a los Juegos Olímpicos. El surf, donde El Salvador terminó primero en el medallero por deporte, habla del potencial en longboard y de la vigencia de Bryan Pérez en el surf tradicional.
El doble oro que llegó con Juan Bolaños desde República Dominicana sorprendió a propios y extraños: Pocos, más allá del protagonista y su entorno, tenían en el radar semejante proeza. Gaby Izaguirre cumplió con los pronósticos de favoritismo y se llevó el único oro que dio el karate. También respondió a su candidatura y no falló el velerista olímpico Enrique Arathoon.
Y el tiro que aportó su oro con Israel Gutiérrez en la desgastante competencia de rifle 3 posiciones. Al fútbol playa y al tiro con arco le faltó el pulso final. Y las apuestas al futuro están claras con el patinaje de Ivonne Nóchez y Marvin Rodríguez y la gimnasia de trampolín de Tatiana Hernández, entre otros jóvenes talentos. Hay donde progresar. Y como se demostró en estos inolvidables Juegos: Sí, se puede.