El fútbol salvadoreño urge de soluciones pero las distintas declaraciones de los actores no apuntan a un pronto remedio. La semana ha pasado sin los nombres del Comité de Regularización y dardo a dardo entre las Fuerzas Vivas y ex federativos de la Fesfut.
En el medio, equipos que han dejado de entrenarse porque no pueden pagar los salarios a los jugadores, árbitros que no están recibiendo sus jornales, empleados de Fesfut que la pasan muy mal. Todos, testigos de como el movimiento de dinero que genera un torneo de las características de la Primera División se esfuma fin de semana tras fin de semana.
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Y todos, también, esperando el listado de Concacaf para que finalmente se den a conocer los benditos nombres del Comité de Regularización y que empiecen a desoxidarse los engranajes para volver a poner en funcionamiento la maquinaria del fútbol.
No hay fútbol pero la lucha de poderes no cesa. De un lado, las estructuras del fútbol (autodenominadas Fuerzas Vivas) aseguran en un comunicado que “serán vigilantes de que miembros de las administraciones anteriores y sus allegados no formen parte de la Fesfut o tengan influencia sobre la misma (en clara dirección hacia Hugo Carrillo y su grupo de gente)”.
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Del otro lado, el propio Carrillo les responde casi con las mismas palabras pero dando vuelta la ecuación: “Se ha establecido que en el Comité no habrá gente que esté dentro de las estructuras (o sea de las Fuerzas Vivas) ni que tenga vínculos con ellos”.
Dardo contra dardo de un lado y del otro. El juego está dividido entre las distintas partes rumbo al próximo Comité Ejecutivo que, una vez retirado el Comité de Regularización (tiene un plazo máximo de vigencia de 12 meses), llevará las riendas del fútbol nacional. Tanto ha escalado el tema que hasta se habría recibido un mensaje desde las más altas esferas políticas: “No habría que escatimar dinero para contratar (a futuro) un técnico de renombre internacional para la Selecta”, dicen que se escuchó en una de las últimas reuniones para agregar, por si fuera poco, otro tema a la ya desbordada mesa de negociaciones.