Mentalidad ganadora, perseverancia y una voluntad de hierro. La película de Alfa Karina Arrué tiene un final feliz. En el mandato de su vida estaba escrito que un día iba a llegar al punto cumbre del Monte Everest, el lugar más cerca entre el cielo y la tierra. Alfa Karina tenía ese sueño hacía tiempo. Y lo alcanzó un histórico 11 de mayo, día que en este 2022 se quedó para siempre en la historia del montañismo salvadoreño.
Amanecía el 2016 y Alfa Karina empezaba a contar sus hazañas. Las notas de prensa, explicó en aquel momento, las coleccionaba para poder llevarlas a sus patrocinadores, con el sueño del Everest siempre latente. En CANCHA se publicaron asiduamente sus recorridos desde que el periodista Roberto Leiva “la descubrió” tras su ascenso al Nevado de Toluca.
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Sin embargo, y a pesar del esfuerzo, el patrocinio quedaba lejos de la meta del Everest. No renunció. Recurrió a la plataforma GoFundMe para poder recaudar fondos y así seguir ascendiendo distintos picos. No llegó a lo necesario. No renunció. El INDES decidió apoyarla en estos dos intentos. En el primero, el año pasado, ganó el clima. Fue la vez que vio la muerte de cerca en forma de tormenta. Y regresó. No renunció.
Montañista desde los 37 años, hoy a los 46, esta tecleña, abogada y madre luchó y ganó. El deporte que la ayudó a salir de la depresión, hoy la exhibe como una figura histórica para el país. Y confirma que el poder de los sueños es poderoso. Su familia recibió la noticia de la cumbre con una camisa que sintetizaba todo: “Una mujer nunca debe renunciar a sus sueños”.