Hasta hace poco, los Warriors parecían un restaurante de alta cocina que había perdido su chef estrella cada vez que Steph Curry se sentaba. La receta era sencilla: defensa élite, un toque de magia de Steph y… bueno, básicamente rezar. Pero desde la llegada de Jimmy Butler, Golden State ha pasado de servir sopas tibias a cocinar con fuego.
El traspaso de Dennis Schröder fue como ponerle mayonesa a un sushi, bien intencionado, pero nadie lo pidió. Entonces, cuando Jimmy Butler aterrizó en la Bahía de San Francisco, fue como si alguien hubiera encendido el horno que llevaba apagado desde que Kevin Durant dejó la cocina. Y el resultado ha sido delicioso.
¿Qué pasa con los 'bates torpedos' de los Yankees?
Butler no ha necesitado promediar 30 puntos ni ser el alma de todas las posesiones. De hecho, es de los que menos acapara el balón, pero lo que toca lo convierte en oro. Es ese jugador que sabe cuándo cortar, cuándo pasar y cuándo, simplemente, dejar que el balón fluya. Como un buen DJ que no interrumpe la fiesta, pero la mantiene viva toda la noche.
Desde su llegada, los Warriors han ganado más, defendido mejor y, lo más importante, han aprendido a sobrevivir sin Steph Curry en la cancha. En el pasado, cada vez que Steph se sentaba, el equipo parecía entrar en coma. Ahora, con Jimmy Butler, no solo respiran… ¡bailan!
En defensa, Butler y Draymond Green son como esos dos amigos que no dejan que te metas en problemas en una fiesta. Te cubren, anticipan, y si es necesario, sacan al borracho (es decir, al rival) del local. La tasa de robos se disparó, los cambios defensivos funcionan y hasta hay un juego estupendo defensivo de zona, sí, zona, en los Warriors. Algo insólito para un equipo de Steve Kerr. ¡Kerr rompiendo sus propias reglas! Jimmy lo hace todo posible.

¿Y en ataque? Butler ha sido un cirujano. Poca bulla, mucha precisión. Penetra, crea, asiste. Tiene más control que un padre revisando el WhatsApp de su hija adolescente. Le ha dado a Golden State algo que no tenía desde KD… un plan B que funciona. ¿La cereza del pastel? El equipo genera más tiros libres, pierde menos balones y saca más ventajas en el aro. Jimmy Butler no solo eleva el nivel, lo reorganiza.
A los 35 años de edad, Jimmy Butler está más lejos de ser una estrella fugaz y más cerca de ser ese vino añejo que no sabías que tenías guardado. Y ahora que está en modo sommelier, los Warriors se ven como un equipo que huele a playoffs… y con sabor a peligro.
En resumen, Jimmy Butler no vino a robarse el show. Vino a salvarlo.
Y sí, si siguen así, quizá lo veamos alzando el trofeo Larry O'Brien con una sonrisa y una toalla en la cabeza.
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