La MLS es una liga de contrastes y contradicciones. Esos contrastes y contradicciones se exhibieron a lo largo del 2023, un año de transformación para la liga. Esta transformación se empezó a sentir en la Final en Columbus, incluso sin la presencia del mismísimo transformador, Lionel Messi. Una multitud desbordante llenó el nuevo y elegante estadio para una Final apasionante. Apple y Fox lo transmitieron. Grandes corporaciones lo patrocinaron. Los fuegos artificiales y el éxtasis culminaron en una victoria del equipo de casa Columbus por 2-1, y coronaron una temporada que estableció nuevos puntos de referencia para la asistencia a los estadios, y los ingresos generales de la liga.
Según esas métricas, entre otras, la MLS está creciendo, acercándose a su objetivo de convertirse en una de las mejores ligas del mundo. Pero según la mayoría de las métricas en el campo, todavía no está ni cerca de ser una de las mejores del mundo. Y la razón principal por la que la MLS todavía está rezagada son las restricciones autoimpuestas.
Durante años, la relativa juventud de la liga justificó su inferioridad. Durante la mayor parte de sus 27 años de existencia, su objetivo básico ha sido la supervivencia. Los fanáticos y analistas toleraron los controles de costos, como el tope salarial, porque los propietarios ya estaban perdiendo decenas de millones de dólares. Limitar las pérdidas parecía necesario para asegurar su inversión continua en un proyecto a largo plazo. Restringir su gasto en jugadores suprimió la calidad de la liga, pero contribuyó a un plan colectivo que enfatizó la estabilidad y el crecimiento lento, constante y estratégico.
Ahora, sin embargo, los tiempos han cambiado. La mayoría de los clubes de la MLS siguen perdiendo dinero, pero valen cientos de millones más de lo que alguna vez fueron. Y ahora, la trayectoria de la liga parece clara. Su infraestructura fundacional es excelente. Sus estadios se encuentran entre los mejores del mundo. Cuenta con bases de fans locales jóvenes, logrando una diversidad cultural vibrante en la mayoría de sus mercados que pronto llegarán a ser 28. Ya no hay mucho riesgo ni preocupación de que la liga no siga creciendo. La pregunta ahora es cuánto y a qué velocidad.
OPINIÓN. Una chance única para los jugadores de la Selecta
El siguiente paso que debe tomar la MLS es enamorar a esos fanáticos tradicionales y conocedores del fútbol
, muchos de los cuales todavía descartan o menosprecian a la MLS (a veces justamente, a veces injustamente) como una liga de segunda categoría.
La mejor manera de enamorarlos es mejorar el producto en el campo en un contexto global invirtiendo más en jugadores que mejorarán la calidad del juego y comercializarán orgánicamente la liga a nuevas audiencias. Y el momento perfecto para hacerlo es ahora. Con la llegada del (discutiblemente) mejor jugador de la historia, los ojos del mundo están ahora más que nunca puestos encima de la MLS. Messi ha atraído una atención sin precedentes. Y la MLS debe seguir construyendo sobre este momentum.
Se acerca la Copa América este año. Se acerca el Mundial de Clubes del 2025. Se acerca la Copa del Mundo del 2026. Messi estará aquí al menos hasta el 2025, y durante éstos próximos años, Estados Unidos será el epicentro del deporte rey. Así que los próximos años serán cruciales. La MLS debe asumir la única tarea de cómo maximizar estos próximos 3 años. Y una pieza central de cualquier plan que se ingenien debe ser la eliminación, o al menos la flexibilización, de algunos límites de gasto autoimpuestos.
Lo más inhibidor es el tope salarial blando, que actualmente se sitúa en apenas 5.2 millones de dólares. A comparación a las otras ligas profesionales de Estados Unidos, el tope salarial de la MLS es el 1/26 del tope salarial de la NBA y 1/43 del tope salarial de la NFL. A los equipos se les permite gastar más allá del límite a través de varias exenciones, sobre todo la regla del "Jugador designado", pero estas, a su vez, son parte del problema. Las reglas son endiabladamente complicadas. También son únicos en el fútbol mundial, ya que la mayoría de los clubes están limitados solo por sus ingresos y/o la profundidad de los bolsillos de sus propietarios.
Muchos propietarios de la MLS tienen la riqueza para competir con esos clubes extranjeros. Algunos simplemente no tienen la libertad de competir, y otros no tienen la voluntad. Hay un grupo de propietarios, muchos de ellos nuevos en la liga, que quieren gastar más libremente y competir por títulos continentales y tal vez incluso por el Mundial de Clubes. Hay otro grupo que todavía está preocupado por perder dinero.
El trabajo sobre la mesa es encontrar un balance. El enfoque de la liga hasta ahora, por lo menos durante esta última década, de aumentar lentamente el tope e introducir reglas arcanas para permitir un gasto específico adicional, ha producido una mejora moderada año tras año. Pero no es suficiente. Durante los próximos tres años, el mercado del fútbol en Estados Unidos va a estar expuesto a toda la comunidad mundial. Y esa es una presión tremenda para una liga que se le ha presentado una magnífica oportunidad de ya sea florecer tomando varios pasos hacia adelante o colapsar tomando varios pasos hacia atrás.
La MLS, con toda su astucia estratégica y con todas sus ventajas incorporadas en el país más rico del mundo, está en camino de convertirse algún día en la sexta mejor liga del mundo. Sin embargo, al ritmo actual, no llegará allí en esta década y tal vez ni siquiera en el 2040 o en el 2050.
Así que hay una necesidad de acelerar. Entre los fanáticos, hay un clamor. Y no hay mejor momento para acelerar, para transformar realmente la liga, que el presente. El primer paso se ha tomado, fichar al G.O.A.T., Lionel Messi. Ojalá que ese fichaje no haya sido en vano.