Durante la semana se viralizó en el país un video de un disque humorista español llamado Leo Harlem. Traspasó innumerables grupos de wats app y la pena ajena aparece en el primer “play”. En el supuesto show, se comparaba una foto de Cristiano Ronaldo mostrando sus abdominales con una foto del Mágico González antes de un partido en Cádiz, mofándose del aspecto físico del salvadoreño. Si, es cierto. Ante algunas ¿risas?, el “comediante” subrayaba que no sabía si le pediría un autógrafo o una cita con el médico al crack salvadoreño.
Aunque aclara que Mágico “jugaba al fútbol de maravillas”, el culto al aspecto físico es quizás lo que envilece todo. Pero también las personas elegidas nada tiene de azaroso: son inversamente proporcionales. La exaltación del ‘yo’ antes que el ‘nosotros’, simboliza Cristiano Ronaldo; despreciado por sus compañeros en su selección de Portugal y Manchester, hoy termina en un fútbol menor, sobrante de petrodólares pero carente de alma. En la acera de enfrente, el Mágico, quien pasó sus días alentando y apoyando a los cipotes de la Sub-17 en Guatemala buscando la ilusión de un Mundial, siempre a un costado de los protagonistas. “Más nosotros y menos yo; más grupo y menos individuos”, solía decir el entrenador y sabio del fútbol Alejandro Sabella, palabras que cumple a rajatabla Jorge González.
El fútbol de hoy, rodeado de banalidades, suma un cachafaz disfrazado de cómico que sugiere que tener abdominales es más importante que una buena gambeta o culebrita macheteada. Para que el fútbol vuelva a su escencia se necesitan más Mágicos. Y menos CR7.