El cuento de hadas de esta temporada en el fútbol salvadoreño lo ha firmado el Jocoro. El Ave Fénix de Morazán resurgió de sus cenizas para escribir, en letras reales y no imaginarias, una historia con un final inesperado, en el que pocos creían, quizás la ya famosa aficionada Niña Pacita y un par más. Solamente.
Con una plantilla tasada en 1,850,000 dólares, arrancó con el presupuesto más bajo entre 11 de los 12 equipos de la Primera División. Apenas superando a Dragón y con menos de la mitad de los “millonarios” del fútbol salvadoreño: FAS, su rival en la final ($ 4,480,000) y Alianza (4,100,00) según las estimaciones del sitio especializado en cotizaciones, Transfermarkt.
"A los que no nos daban finalistas que sigan celebrando con su Platense": José Romero, DT Jocoro
Pero además, Jocoro estaba asfixiado y no podía continuar. Fue hace apenas ocho meses cuando lanzó un comunicado público en sus redes sociales alertando la situación.
Las palabras usadas en aquel entonces significaban un ultimátum para la institución que estaba decidida a vender la categoría. “Se nos hace imposible continuar con el proyecto”; “todas las fuerzas vivas del municipio demuestren que quieren seguir viendo al equipo en nuestro querido Jocoro”; “de no encontrar el apoyo que se necesita, el equipo no podrá continuar en el municipio”, eran algunas de las lapidarias frases del comunicado. Este presente era impensado.
Ayer, tras la histórica victoria, el entrenador José Romero explotó y dijo que nadie lo quería, ni el gerente, ni los directivos, ni los aficionados, solo los jugadores. Ahí en el grupo, se hizo fuerte este equipo. Y todo a pesar de los cambios constantes de entrenadores.
Primero, el colombiano Carlos Estrada se fue en agosto cuando los problemas de escritorio impedían el inicio del torneo. Después, el hondureño Jorge Pineda se fue en octubre porque no cumplió la documentación para poder dirigir. Y así volvió Romero, el preferido de los jugadores. Para hacer volar al Ave Fénix, para que el cuento sea real, para que el Jocorismo viva su momento de mayor gloria en su corta y difícil historia.